La Palabra de Dios
Mateo 19:27-29
Entonces Pedro tomó la palabra y dijo: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte. ¿Qué recibiremos?» Jesús contestó: «A ustedes que me han seguido, yo les digo: cuando todo comience nuevamente, y el Hijo del Hombre se siente en su trono de gloria, ustedes también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo el que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o propiedades por causa de mi Nombre, recibirá cien veces más y tendrá por herencia la vida eterna.».
Reflexiones sobre la lectura de hoy
Esta promesa ha tenido efectos profundos en la historia del hombre, en los cientos de miles de buenas gentes que, por seguir a Jesús, han dejado todo lo que tenían para poder entregarse al servicio de los demás. Hoy celebramos a Benedicto, que lideró una gran comunidad de esas personas, y a través de sus monasterios salvó la civilización y la cultura de Europa, de la que es el Patrono.
Pedro se impresiona por la severa enseñanza de Jesús sobre la riqueza: “Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja, que para un rico entrar en el Reino de los Cielos”. Jesús le asegura a Pedro que sus sacrificios serán premiados. Jesús comprende el temor de Pedro de perder todo lo que tiene.
A lo largo de los Evangelios, Jesús nos alerta sobre el amor a la riqueza. Condena al avaro que ignora al pobre (Lucas 16:19-31). Se identifica con los pequeños, los pobres de espíritu, los que llevan vidas mínimas. Él me invita a ser generosa/o, porque Dios es generoso. “Den, y se les dará” (Lucas 6:38). Señor, enséñame a administrar mis bienes rectamente, y ser bondadosa/o con los necesitados. Dios lo verá y me lo recompensará.
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