Monday, November 26, 2012

Algo para pensar y orar en esta semana



“Señor, con tu consejo me guiarás, y luego me recibirás en Tu Gloria!” ¿Qué puede significar para nosotros “ser recibidos en la Gloria de Dios”? Podríamos creer que cuando Dios nos encuentre, luego de nuestra muerte, seremos total y felizmente abrumadas/os. Nos inclinaremos 
espontáneamente en adoración. La palabra adoración viene del Latin (ad or-), que significa “poner tu mano en tu boca”. Esto nos puede suceder cuando algo extraordinario cruza nuestro camino. Así le sucedió a Pedro cuando vió la pesca milagrosa (Lucas 5:11). Así le sucedió a los discípulos, que se aterrorizaron cuando Jesús calmó la tormenta (Mateo 14:22-33). Sobrecogimiento y asombro se nos presentan en las escenas de los Evangelios, a medida que las gentes se dan cuenta que están en la Presencia de Alguien que es sobrenatural y maravilloso.
Silencio, asombro, reverencia, lágrimas, gratitud, inclinar la cabeza – son algunas de las imágenes que nos recuerda la palabra “adoración”. Podemos creer que en nuestra muerte, vamos a ser llevados en adoración. Vamos a enfrentar una experiencia alucinante: ser encontrados por el Uno a quien llamamos “Dios”. Los griegos crearon el término “éxtasis” para referirse a esta experiencia. “Éxtasis” significa “estar fuera de uno mismo”. Vamos a ser llevados – felizmente – hacia algo infinitamente más grande que nosotros; pero reconoceremos que misteriosamente estamos ahora “en nuestro hogar” – que fuimos creados para ser envueltos en un amor ilimitado, y así podremos descansar eternamente.
Encontrarse de pronto con Dios sacudirá nuestro ser profundo; pero su efecto no será terrorífico, como fué para los hebreos al pie del monte Sinaí, en el desierto. Ellos temían que la Presencia de Dios significaba la muerte para ellos. En los Evangelios todo es muy diferente: Dios en realidad entra en nuestro mundo; pero como uno como nosotros. Y así los que se encuentran con Jesús son, en cierta forma, protegidos contra ese temor. En Jesús, la Gloria de Dios está tras un velo. En la Pasión, está muy obscurecida; pero no totalmente. En los encuentros luego de la Resurrección, Dios se revela en una forma nueva, y encontramos que el Dios de la Gloria es totalmente “seguro para nosotros”. Aprendemos que Dios está comprometido a un proyecto extraordinario: traernos sin peligro a nuestro hogar y a la plenitud de la vida divina. Así es como Dios nos “colmará con su Gloria”.
Texto: Espacio Sagrado
Fotografía: Roberto Bravo Vidal

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