Hoy hacen falta sacerdotes. No me refiero a “profesionales de lo sagrado”, sino a personas que nos hablen de Dios, varones y mujeres conscientes de que con su bautismo han recibido la paz, la misión y el Espíritu del Señor de la Vida.
Hacen falta varones y mujeres que miren como Cristo, que se conmuevan como Él, que humanicen como Él. Varones y mujeres que sirvan de puente y no de obstáculo a los demás en el encuentro con Jesús. Varones y mujeres que han comprendido que «el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro servidor». (Mt 20, 26-27).
Hace falta que nos tomemos en serio nuestro bautismo…
Y, por supuesto, también nos hacen mucha falta personas que respondan con generosidad a la llamada al sacerdocio ministerial. Necesitamos sacerdotes que sean auténticamente servidores, testigos de Aquél que da sentido a todo ministerio eclesial. Sacerdotes que no establecen su estatus a través de relaciones de poder y que ponen su vida al servicio de la comunión, al servicio de los predilectos del Señor. Sacerdotes que no se “apoderen” del mensaje cristiano, ni lo utilicen como arma arrojadiza. Sacerdotes que no se consideren los intérpretes únicos de la voluntad de Dios, que no se crean que los escalones que separan el presbiterio del Pueblo en las celebraciones significan superioridad alguna. Necesitamos, hoy más que nunca, sacerdotes que sean conscientes de que su lugar esta en medio del Pueblo, pueblo del que forman parte y con el que comparten todo. Necesitamos personas que miren a la Iglesia como lo que es: el Pueblo de Dios en marcha.
Necesitamos personas que no olviden que cuantos más servicios ayuden a hacer surgir en la comunidad, mejor habrán “presidido” la asamblea y mejor habrán servido a la comunión y a la participación de un Pueblo que es un pueblo de sacerdotes, profetas y reyes.
Y, finalmente, hoy mas que nunca necesitamos ministros que venzan la tentación de hablar en lugar de escuchar. Necesitamos sacerdotes capaces de acompañar a aquellos que quieren ser y tener palabra en la Iglesia y en Mundo.
Pablo Guerrero s.j.
pastoralsj
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