Ahora que he llegado a la vejez, una pregunta que nunca está lejos de mi mente es: ¿qué me espera una vez que “me haya liberado del torbellino del mundo?” Cuando pase más allá de ese momento no programado, el acto de morir, me encontraré – milagro de milagros – ¿despertando? Algunos que han llegado al borde de lo que llamamos “vida”, cuentan una historia diferente. Se sienten cruzando un puente, hacia un lugar precioso e iluminado del otro lado. Se sienten contentos, elevados por una sensación de felicidad y anticipación. Se sienten libres de sus cuerpos, moviéndose a una velocidad increíble hacia Dios, y luego bañados en el Amor de Dios, bajo una avalancha de luz cálida. En esa luminosidad nada más importa, ni pecados ni desventuras ni preocupaciones ni sufrimientos. Sus almas y corazones están llenos con la Presencia de la Gloria de Dios.
Dos de mis amigos han vuelto, del borde de la muerte, con un sentimiento de desilusión, como si hubieran sido arrastrados de vuelta de una felicidad perfecta. Aquellos que han sido sorprendidos en esta forma, pierden su temor a la muerte. Saben que pueden esperar un amor y una felicidad ilimitada, y que este último acto de la vida puede ser maravilloso. Como reza el salmista: “Señor, con Tu consejo me guiarás, y luego me recibirás en Tu Gloria!” (Salmo 73:24)
Texto: espacio sagrado
Fotografía: roberto Bravo Vidal
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