Monday, February 11, 2013

Diario de una sucesión papal por Andrés Beltramo Álvarez


Benedicto XVI es un Papa revolucionario. Lo dijimos muchas veces en este blog y hoy quedó demostrado. Se necesitan muchos pantalones y una fe más grande para renunciar al trono de San Pedro. Y Joseph Ratzinger lo hizo, causando el estupor mundial. Las preguntas se agolpan a una velocidad inusitada, en este momento de inmensa incertidumbre en la historia de la Iglesia. Se trata de una situación inédita, histórica, que vale la pena contar más allá de los grandes títulos de la prensa internacional. He aquí una simple contribución.


Escribo este post a las 00:51 horas del martes 12 de febrero, hora de Roma. Tras haber vivido la jornada más frenética de mi corta carrera periodística. Jamás hubiera imaginado el lunes, cuando me dirigía en autobús camino a la sala de prensa del Vaticano, que pocos minutos después escucharía de boca del mismo líder católico las palabras de su renuncia, pronunciadas en un limpísimo latín.
Poco después de las 10:30 llegué hasta la oficina de Vía de la Conciliación 54, justo frente a la Plaza de San Pedro. El día gris y lluvioso parecía presagiar la posterior tormenta mediática. A esa hora la sala de prensa vaticana estaba particularmente tranquila. Ni siquiera los corresponsales italianos estaban presentes. Al fin y al cabo era feriado, por recordarse la firma de los Tratados de Letrán que marcaron el reconocimiento oficial mutuo entre Italia y el Estado pontificio.
Así, sólo cuatro periodistas comenzábamos una jornada tranquila. Una sola actividad ocupaba la mañana del Papa: un Consistorio Ordinario Público con cardenales de la Curia Roma, en el cual se decidiría la fecha de la ceremonia de elevación al honor de los altares de varios nuevos santos de la Iglesia. Entre ellos la mexicana Guadalupe Zavala y la colombiana Laura Montoya.
Pero, como suele ocurrir en estos casos, no iba a ser posible seguir el Consistorio por circuito cerrado. O al menos así lo pensábamos, según la tradición. Pero en torno a las 11:00 horas apareció en las pantallas la imagen del Papa en la Sala del Consistorio del Vaticano. En ese momento el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, leía en latín una larga relación sobre los futuros santos. Hasta ahí todo bien, aunque la inexplicable transmisión en vivo de las escenas era un primer signo de extrañeza.
Los presentes tomamos la cosa a la ligera. Registramos al 12 de mayo como fecha de la ceremonia de canonización y parecía que ahí terminaba todo, cuando el maestro de ceremonias Guido Marini acercó a Benedicto XVI una hoja de papel. En ese momento comenzó la lectura del acto formal de renuncia. Sólo cuatro periodistas estábamos en ese momento siguiendo el acto: Giovanna Chirri de la Agencia Ansa, Charles de Peyperau de la francesa I.Media e Iroshi, colega japonés.
Luego de unos primeros instantes de incredulidad llegamos a la conclusión de que el Papa estaba renunciando. Ahí mismo y sin anestesia. Lo confirmaron inmediatamente unas palabras en italiano que Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio, dedicó al Papa. El purpurado hablaba de incredulidad, sorpresa y estupor. No existen tres adjetivos mejores para describir tan chocante momento.
Pero, en ese momento nadie lo creía. Lo “imposible” se hacía realidad. Así inició una frenética carrera informativa contra el tiempo. Primero un flash noticioso 15 minutos antes del mediodía y, después, una cascada de informaciones. La máquina comunicativa del Vaticano apenas se ponía en marcha. Pero la noticia ya estaba dando la vuelta al mundo.
Pasadas las 12:30 horas el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, salió a dar explicaciones. Aquellas que pudo encontrar para este gesto inaudito. Insistió una y otra vez que el Papa renunció por su anciana edad. Descartó que los escándalos como el “vatileaks” lo hayan obligado a tomar la decisión y reconoció que la noticia tomó a todos por sorpresa, inclusive a él mismo.
Toda la tarde de este lunes fue un tobogán informativo entre entrevistas, enlaces, noticias y comentarios para medios de comunicación en Argentina, Chile, Perú, Uruguay, Colombia, México, Estados Unidos y España. Las preguntas eran siempre las mismas: ¿Por qué renunció el Papa? ¿Hubieron “motivos ocultos” a su clamorosa decisión? ¿Qué pasará de ahora en más? ¿Cómo se va a elegir al futuro Papa? Y, sobre todo, ¿quién se perfila como “papable”?
No existen respuestas cortas. Por ello, a partir de hoy, en este Sacro&Profano comenzamos una serie dedicada al fin de la era Ratzinger y el inicio de la próxima, sea cual sea. Un espacio donde contar las pequeñas anécdotas y las múltiples reacciones a un tiempo histórico para la Iglesia católica. Sirvan estas líneas como brújula para orientarse en un mar de información. De aquí al 28 de febrero y después. El “diario de una sucesión papal”.
RD

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