Conserva María cuidadosamente "todas las cosas meditándolas en su corazón" (Lc 2,19). Y descubre, en silencio, el misterio de Dios en el mundo, en la historia y en la vida cotidiana de cada uno y de todos. Además de esta mirada honda y providencialista, admiramos en la Madre de Jesús su comprometido quehacer con el necesitado y, muy especialmente, con los más pobres, con la justicia.
La deliciosa estampa que nos acompaña,evocación naïf de la Visita de María a Isabel, embarazadas ambas, ambienta líricamente el desahogo existencial del Magníficat, cuando celebra María la rectitud de Dios que "derribó de su trono a los poderosos" (Lc 1,52.53), al tiempo que "pone calidez de hogar" en la realización de la solidaridad.
DICEN QUE PUEDE VOLVER LA VIRGEN...
ESCRIBE EL PAPA FRANCISCO: (288) "María sabe reconocer las huellas del Espíritu de Dios en los grandes acontecimientos y también en aquellos que parecen imperceptibles. Es contemplativa del misterio de Dios en el mundo, en la historia y en la vida cotidiana de cada uno y de todos. Es la mujer orante y trabajadora en Nazaret, y también es nuestra Señora de la prontitud, la que sale de su pueblo para auxiliar a los demás «sin demora» (Lc 1,39). Esta dinámica de justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás, es lo que hace de ella un modelo eclesial para la evangelización. Le rogamos que con su oración maternal nos ayude para que la Iglesia llegue a ser una casa para muchos, una madre para todos los pueblos, y haga posible el nacimiento de un mundo nuevo."
En el poema “La aparición”, el lírico berciano Antonio Pereira investiga qué pasaría si regresara la Virgen a nuestro mundo de hoy. Las señales que nos facilita de ella son muy sencillas: no hay estrella, no hay sol que la señale; no se sabe si la trajo un ángel o un vientre de mujer; es trabajadora, virginal. Pero nadie la señala, y siguen buscando a la Madre de Jesús mirando al cielo (“entre las nubes”) o por las flores (“donde los lirios”).
Ni la Virgen del Evangelio vivía “en las nubes” (tenía los pies bien asentados sobre la tierra) ni “donde los lirios” (se manchaba las manos, como todos, de sudores y lágrimas). Y me viene al pensamiento el diario trajín de Bergoglio, que siempre vivió feliz entre la gente, yendo de aquí para allá, como la mayoría, en colectivo o subte. O a pie, si era posible...
LA APARICIÓN
Rezan que vino la Virgen.
Por aquel siglo
las piedras se hacían flores
en los caminos.
Dicen que puede volver
la Virgen. De todas partes
corren testigos.
Va la espera hacia las nubes
blancas, buscan los ojos
entre los lirios.
(Hay una moza en medio
de los que acuden:
huele a membrillos.
Nadie la mira.
Flor ni gala no lleva sobre el corpiño.
Tiene los brazos duros
de amar la tierra;
los ojos, niños.
En su vientre sellado
duerme una primavera
ancha de trigos.
-Muchas se le parecen
en cualquier barrio donde morimos-.
Ningún sol la señala.
Nadie pregunta
con qué ángel vino.)
Llega la noche. Todos
siguen buscando
entre las nubes, donde los lirios.
DERRIBÓ DE SU TRONO A LOS PODEROSOS...
ESCRIBE EL PAPA FRANCISCO: (288) "Hay un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia. Porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes. Mirándola descubrimos que la misma que alababa a Dios porque «derribó de su trono a los poderosos» y «despidió vacíos a los ricos» (Lc 1,52.53) es la que pone calidez de hogar en nuestra búsqueda de justicia."
José Luis Martín Descalzo, en su interesante poemario"Apócrifo de María" (Sígueme 1990), dedicó un apartado, "El canto de la doncella", para saborear líricamente, versículo a versículo, en diez bellos poemas, el "Magníficat" del encuentro de María con Isabel. Años después, escuchará la Madre de labios del Hijo, en el Sermón del Monte (Lc 6,20-26): "Felices los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios... Ay de vosotros, los que ahora estáis satisfechos,porque tendréis hambre..."
No me resisto a transcribir el texto que cierra el capítulo 4. "El abrazo de las mujeres", del libro de Martín Descalzo "Vida y misterio de Jesús de Nazaret I". Dice así, refiriéndose a Isabel, que acaba deescuchar el Magníficat: "Solo Isabel lo entiende, lo medioentiende. Sabe que estas dos mujeres y los dos bebés que crecen en sus senos van a cambiar el mundo. Por eso siente que el corazón le estalla. Y no sabe si es de entusiasmo o de miedo, de susto o de esperanza. Por eso no puede impedir que sus manos bajen hasta su vientre y que sus ojos se pongan a llorar. De alegría."
A LOS HAMBRIENTOS LOS LLENÓ DE BIENES
Y A LOS RICOS LOS DESPIDIÓ VACÍOS
Invitará a su mesa a cuantos tienen hambre,
a los que nunca saben qué comerán mañana;
a los que no amó nadie y siguieron amando;
a cuantos aceptaron el dolor sin entenderlo
y a cuantos les ayudaron sin esperar nada
a cambio;
a los que cada noche se acostaron con la única
manta de la esperanza;
a los que cada día le gritaban airados a Dios:
¿Por qué? ¿Por qué? y seguían amándole;
a los adolescentes violados en un mundo de
slogans y pancartas,
a todos los pobres de este mundo,
los millones de pobres de este mundo que
se está convirtiendo en una fábrica de pobres.
A todos les llamará al banquete, les lavará,
les peinará, les dará un traje nuevo de alegría
y luego les apretará muy despacio y muy fuerte
contra su corazón.
¿Y a los ricos?
A los ricos no les hará nada:
ellos mismos se alejarán vacíos, sin entender.
Vacíos, como siempre estuvieron.
Y llevarán a la boca los cheques, los collares,
los zapatos con que a tantos pisaron
y tendrán que comerse lo único que tienen
mientras van enterándose
de que ya estarán solos para siempre jamás.
POESÍA Y "EVANGELII GAUDIUM"
La alegría del Evangelio
La alegría del Evangelio
NICOLÁS DE LA CARRERA
Nido de Poesía
RD
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