Angel tiene 18 años, sus ojos verde claro llaman la atención en su piel oscurecida por tanto sol del viaje. Después de ducharse almorzó ansiosamente, como si no hubiese comido hace días. Estamos sentados al borde de la línea del tren y él me cuenta algo de su vida: viene de Honduras, salió hace dos meses, se ha quedado en algunos lugares en que le han dado trabajo. Le pregunto por sus padres y se emociona: hace seis días le avisaron que su padre había muerto. "Era narcotraficante y lo mataron" -me dice-; "era hijo del diablo", -agrega. Su madre murió hace ya varios años. Tiene siete hermanos, pero solo conoció a dos. Me cuenta que se salvó de entrar en el narcotráfico porque su hermano pastor lo protegió.
Angel viaja rumbo a Huston, en busca del sueño americano. Es uno de los tantos inmigrantes que atienden nuestras hermanas ss.cc. en la Casa del Migrante en el estado de Hidalgo, México. Ya se ha salvado del peligro de las maras de Honduras y Guatemala. En el camino que le queda sabe que hay lugares "calientes", pues los Zetas están secuestrando y asaltando. A veces amenazan con lanzarte del tren si no les das dinero, otras te secuestran y extorsionan a tu familia, otras te matan.
Después de un par de horas Angel se prepara para partir junto con otros 4 jóvenes de su edad. Tienen que esperar que el tren pare o ande más lento para encaramarse como sea (en el techo, en los espacios que quedan entre los vagones, en las escaleras, etc.). Al despedirme se me hace un nudo en la garganta: no lo veré más, tal vez nunca llegue a los EE.UU., tal vez sí... Nunca había dicho con tanta fuerza: "Que Dios te bendiga y te proteja".
Alex Vigueras ss.cc.
Provincial Chile
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