Te invito a bailar. Pero no me pises, ¿eh? Porque nuestra falta de destreza a veces puede hacer que pisemos al otro, a la otra. O que cada cual pegue el giro hacia el lado contrario.
Cuidarnos es como echar un baile sin pisar a nadie. Porque pide acompasar el ritmo de mi pareja, tratar de ir a la vez. Nuestros cuerpos e intenciones se complementan en movimiento porque sabemos mirarnos, estamos atentos, nos intuimos, vemos por dónde movernos. Es probable que previamente hayamos ensayado y de este modo nos vamos conociendo y detectando qué necesita cada persona.
Los cuidados entre personas generan todo un movimiento vital por el cual nos organizamos y complementamos unos con otros. Por eso, habrá momentos en que alguien tiene que tomar la iniciativa del baile y otros en que la vulnerabilidad nos lleve a pedir ayuda (como cuando no bailas muy bien).
Para querernos debemos aprender a bailar al son del cuidado mutuo. Así seguro que no nos vamos a pisar y disfrutaremos lo maravillosa que puede resultar la vida bailando juntos.
¡Bueno, qué! ¿Bailamos?
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