Wednesday, July 02, 2008

Al anochecer, los invitamos a tener un encuentro con el señor de la Vida


Mateo 8: 28-34
Al llegar a la otra orilla, a la tierra de Gadara, dos endemoniados salieron de entre los sepulcros y vinieron a su encuentro. Eran hombres tan salvajes que nadie se atrevía a pasar por aquel camino. Y se pusieron a gritar: "No te metas con nosotros, Hijo de Dios! ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?" A cierta distancia de allí había una gran piara de cerdos comiendo. Los demonios suplicaron a Jesús: "Si nos expulsas, envíanos a esa piara de cerdos". Jesús les dijo: "Vayan". Salieron y entraron en los cerdos. Al momento toda la piara se lanzó hacia el lago por la pendiente, y allí se ahogaron. Los cuidadores huyeron, fueron a la ciudad y contaron todo lo sucedido, y lo que había pasado con los endemoniados. Entonces todos los habitantes salieron al encuentro de Jesús y, no bien lo vieron, le rogaron que se alejase de sus tierras.
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

El lugar en que transcurre este relato nos revela mucho sobre Jesús.
Era territorio de los Gentiles, donde los judíos evitaban ir. Cuando iban "al otro lado", los discípulos ni siquiera se bajaban de la barca, por temor o intolerancia de los que podrían encontrar.
Incluso los habitantes de esa tierra le piden a Jesús que se vaya, después de su milagro.
Las tradiciones están muy arraigadas, e impiden que todavía no sea bienvenido entre ellos.
Jesús es siempre el hombre del otro lado, el forastero, aquél que nadie quiere conocer. Su vida cruza de un lado a otro del lago, de un pueblo a otro.
Es el Hombre de todos los pueblos.
Espacio Sagrado

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