Saturday, July 05, 2008

JESUITAS EN MISIÓN: Por la Gran Muralla…


Sirviendo al apostolado chino desde la Universidad Católica de Fujen (I)

Elías Cerezo, s.j.

En el pueblo segoviano donde nací, Torregutérrez de Cuéllar, nadie hablaba de la muralla china. Sus vecinos en 1938 sólo sabían de la cuesta del Castillo de Cuéllar y de unos kilómetros a la redonda. Pasaron los años. Poco a poco todos los caminos y personas en mi camino fueron llevándome en busca de horizontes más anchos. Mis padres, el maestro de la escuela, el director espiritual del Seminario Menor de Segovia... me fueron orientando hacia una Orden religiosa internacional, la Compañía de Jesús. El camino hacia la Gran Muralla aparecía cada vez más claro y cercano. Y el 27 de septiembre de 1963, a mis 25 años, siguiendo las huellas de San Francisco Javier, puse mi primera huella en Formosa, la Isla Preciosa como la llamaron los antiguos aventureros portugueses y españoles, la actual Taiwan, el trampolín para comenzar a caminar por la Gran Muralla.
Todos los comienzos son duros y los pasos inciertos. Pero el ideal da luz y fuerza en el camino. Dos años intensivos de aprendizaje de la lengua china, cuatro años de estudios teológicos en un momento de evolución social y eclesial alrededor del concilio Vaticano II... fueron momentos de preparación más inmediata. Un ejemplo concreto de esta evolución y necesaria adaptación fueron los cuatro años de teología, cursados en Filipinas y en Taiwan, comenzando en latín, siguiendo en inglés y acabando en mandarín.


En Filipinas ya había comenzado a tratar con universitarios, siempre en inglés, y me resultó un apostolado apasionante. Pero, con universitarios chinos y en mandarín... ¿sería lo mismo? Otro
paso incierto que otras personas me ayudaron a dar. Ese verano de 1967 un bilbaino, el P. Juan
Antonio Goyoaga, con su experiencia de años en la pastoral universitaria entre chinos, me invitó
a participar en una actividad veraniega de estudiantes. Ese fue el mejor trampolín para lanzarme a nadar en el mundo universitario chino y a romper con todos los miedos y recelos. Fue entonces
cuando decidí dedicar mi futuro apostolado a acompañarles. Otra persona, también providencial,
apareció en mi camino. El P. Luis B. Chang, mi profesor y decano de la Facultad de Teología, necesitaba un profesor de Historia de la Iglesia, pues el anterior no sabía suficientemente chino y había regresado a Filipinas. Ante mi preferencia por la pastoral universitaria, él respondió clarísimamente: “Si comienzas con los universitarios, después no te gustará interrumpir esa actividad para dedicarte de nuevo a estudiar. En cambio, si vas ahora a estudiar, los universitarios siempre los tendrás esperando a tu vuelta”.
Dicho y hecho. Después de dos años estudiando en Roma, en 1971, a mi vuelta, los universitarios
continuaban esperándome. ¡La sabiduría oriental! Durante estos 36 años de enseñanza de Historia de la Iglesia en chino y de director de la biblioteca de la Facultad de Teología, he encontrado tiempo suficiente para el apostolado entre los universitarios. El P. Chang tenía
razón. ¿Cuál ha sido mi apostolado y el resultado de mi apostolado entre los universitarios chinos de la Universidad Católica Fujen? Intentaré informaros brevemente de este caminar por la
Gran Muralla de la pastoral universitaria. Universidad Católica de Fujen en Taiwan. Explico los términos. Taiwan es conocida en todo el mundo desarrollado por su milagro económico. De la pobreza, en que se encontraba a mi llegada en 1963, comenzó a levantarse a principios de los ochenta, con los otros dragones asiáticos, al nivel de muchos países europeos y americanos. A la Universidad Católica Fujen la llamamos “Católica” por estar dirigida por la Iglesia. Pero en realidad solamente el dos por ciento de los 25.000 alumnos son cristianos, la mitad católicos y la otra mitad protestantes. A estos añadimos otros doscientos cristianos entre profesores, secretarios y empleados.

La universidad invierte mucho dinero y personal para promover los valores del Evangelio. El
Cardenal Paul Shan, preocupado por la evangelización en esta universidad, un dia nos reunió a
todos los que directamente o indirectamente nos dedicamos a promover esos valores evangélicos: ¡un total de 40 personas! Con una visión realista de las dificultades, nos desafió a
buscar nuevos métodos para hacer que los talentos empleados por la universidad tuvieran mayor rendimiento y eficacia. El número de sacerdotes y religiosos trabajando en puestos de
enseñanza y administración ha disminuido drásticamente. Los puestos vacantes de decanos, jefes de departamentos, profesores, administradores, se han ido cubriendo con gente responsable y
de confianza, pero no necesariamente cristianos. Para salvar un poco ese vacío y preparar un futuro más estable, desde 1982 la universidad tiene su estructura evangelizadora. En orden descendente: los obispos, el presidente de la universidad, un vice-presidente para la “misión”
(con sus tres “oficinas para la misión”), un capellán, un centro católico y asistentes. Cada una de
las nueve facultades cuenta con un consejero religioso. Otro campo importante son las residencias de estudiantes dentro del campus, que cuentan con sus respectivos consejeros psicológicos y religiosos. Yo, como consejero religioso, juntamente con otros dos dentro de las facultades dirigidas por los jesuitas, pertenecemos a la ‘oficina para la misión de jesuitas’.
Igualmente estoy por debajo del capellán y por debajo del director del centro católico. Todos tenemos una reunión mensual para hacer un plan general y después procurar promoverlo a nivel de facultades, departamentos, residencias...


Un medio de preevangelización son las “Oficinas para la Misión’”que pretenden formar “hombres para los demás”. Estas Oficinas promueven las actividades para dirigentes, profesores, secretarios y empleados con el fin de despertar en ellos la conciencia de los valores que la universidad intenta promover. Nada de imposición religiosa. Solamente hacerles caer en la cuenta del canto que cantamos para que procuren agregarse al coro y formar juntos unos ciudadanos mejores para el bien del país. Y también los “cursos de servicio”, animando a estudiantes, juntamente con sus profesores, a dedicar varias horas por semana a servir a los demás gratis, yendo a centros sociales para enseñar a los adultos con menos formación el uso de ordenadores, inglés...
Muchos de ellos, durante las vacaciones de verano, van también dos semanas a Calcuta o Mongolia o Manila... a servir gratis entre la gente más necesitada. Repito lo de “gratis” pues en esta sociedad consumista y competitiva no es fácil encontrar este tipo de personas. Supuestas estas y otras muchas actividades durante el año escolar y que podríamos llamar indirectamente evangelizadoras, numerosos profesores y estudiantes quieren conocer más de cerca el cristianismo. Para esto estamos los consejeros religiosos. De lunes a viernes yo dedico unas veinte horas semanales a dar instrucción catequética a los que vienen en busca de algo más. No hago distinción ninguna entre profesores, secretarios, empleados. Cualquier persona de cualquier facultad o departamento, de dentro o de fuera de la universidad, es bienvenida. Mi horario diario es de 13:30 a 21:30, interrumpido por la misa y la cena. Intento ajustarme a las horas en que los
estudiantes se encuentran libres. Ajuste que no es nada fácil. Unos están bautizados desde pequeños y vienen en busca de nueva instrucción. Otros comienzan con el abc...Otros ya han escuchado un semestre o un año y quieren prepararse para el bautismo... Intento agruparlos en grupos para ahorrar tiempo pero no siempre es fácil. Además la experiencia dice que la instrucción individual o en grupos reducidos es mucho más eficaz.







Continuará…
De la revista INFOR China
Primavera 2008






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