Sunday, July 20, 2008

JMJ SYDNEY 2008-Desde el cenáculo de Sídney (24) por Jesús de la Heras Muela


CREED EN LA FUERZA DEL ESPÍRITU DEL AMOR


Creer y vivir en todo lo que susurra Dios en el corazón a través de Espíritu: catequesis de Benedicto XVI en el hipódromo de Sídney.


“Cree en todo lo que Dios te susurra en el corazón”, frase de la beata australiana Mary MacKillop, fue el argumento y la llamada final de las palabras a los jóvenes en la tarde del 19 de julio. Benedicto XVI completaba esta hermosa frase con estas dos afirmaciones: “Creen en El, en Dios. Creed en la fuerza del Espíritu del amor”.
El discurso del Papa en la vigilia de la JMJ Sídney 2008 fue –ya lo dijimos en la crónica 22- una catequesis, una gran catequesis, en la catequesis de altura y de bajura, de profundidad y de sencillez. Fue un hermosísimo texto, hilvanado con los hilos de la doctrina del Espíritu Santo de su gran maestro San Agustín de Hipona.
Benedicto XVI quiso responder a dos cuestiones fundamentales: ¿quién es el Espíritu Santo y cómo podemos convertirnos en instrumentos y testigos de su acción en medio de una humanidad dividida y fragmentada a causa del relativismo y del secularismo? El corazón del hombre clama y grita en pos de la unidad, de la plenitud, de la paz. Pero la realidad resiste y anula tantas veces este deseo y los jóvenes experimentan en sus propias vidas esta situación. La unidad y la armonía pertenecen a la esencia de Dios –define al Dios que Uno y Trino, que es Amor- y a los mejores anhelos del corazón del hombre. El Espíritu Santo es quien clama en nosotros este deseo de unidad, de armonía, de bien, de paz y de amor. ¿Cómo descubrirlo, cómo vivirlo, cómo transmitirlo? Y es que ¿quién, en realidad, el Espíritu Santo? ¿Sigue siendo el gran desconocido?

¿Quién es y qué hace el Espíritu Santo?

Benedicto XVI respondió a estas preguntas a partir de su propia experiencia personal. Recordó que en sus años de infancia y de adolescencia, en el seno mismo de su familia católica, entendía bien quiénes son el Padre y el Hijo, lo vivía y lo sentía en su propia carne, en su propia experiencia. Pero el Espíritu Santo seguía siendo, de alguna manera, ese gran desconocido. Siendo ya joven sacerdote y profesor de Teología, se decidió a estudiar y a conocer mejor al Espíritu Santo. Y se encontró con San Agustín.
Su comprensión del Espíritu Santo se desarrolló de modo gradual, incluso fue una lucha. Debido a su original vinculación con el maniqueísmo –la herejía de Manis y su permanente dualismo entre cuerpo y espíritu, entre bien y mal-, en el corazón de Agustín bullía el deseo de la unidad, de la integración, de la armonía. Y la halló en la Santísima Trinidad, quizás meditando sobre ella en aguas del Mediterráneo como cuando se encontró con aquel “niño” que en una concha quería meter toda el agua del mar…
A partir de ahí, Agustín entendió al Espíritu Santo como vínculo de unidad en el seno de la Trinidad: unidad como comunión, unidad como amor duradero, unidad como donante y como don.
Además, para percibir mejor su identidad –la identidad de la tercera persona de la Santísima Trinidad-, Agustín insistía en la necesidad de comprender bien las dos palabras de su nombre: “Espíritu” y “Santo”.

El amor que plenifica, el agua que sacia

Desde estos principios y presupuestos, Benedicto XVI concretaba su mensaje y su catequesis:

1.- El Espíritu Santo es quien hace morar a Dios en nosotros y nosotros en Dios.

2.- El amor es el signo de la presencia del Espíritu Santo.

3.- Se trata de un amor que despeja las incertidumbres, que supera el miedo a la traición, que lleva en sí la eternidad. Es el verdadero amor que nos introduce en una unidad que permanece.

4.- El Espíritu Santo es el don de Dios, la fuente interior que satisface verdaderamente nuestra se más profunda y que nos conduce al Padre.

5.- A luz de todo ello, se han de desvanecer tantas de nuestras ansias y mentalidades relativistas, egoístas, consumistas, presentistas, el afán de novedades, el dictado de la moda… Como la samaritana debemos exclamar: “Dame de esta agua para que así nunca más tenga sed”.

Dejarse guiar por el Espíritu Santo

Y, por todo ello y desde todo ello, el Papa exhortaba a los jóvenes:

1.- “Inspirados por estas intuiciones de San Agustín, haced que el amor unificante sea vuestra medida; el amor duradero vuestro reto; el amor que se dona vuestra misión”.

2.- “Jóvenes amigos: ¿aceptáis ser introducidos en la vida trinitaria de Dios? ¿Aceptáis ser introducidos en su comunión de amor?”.

3.- Si así fuera, el don del Espíritu Santo nos transformará y nos hará testigos de Jesucristo “en la gozosa participación de la vida de la Iglesia, en las parroquias y en los movimientos eclesiales, en las clases de Religión en la escuela, en las capellanías universitarias y en otras instituciones católicas”.

4.- “Sí, la Iglesia debe crecer en la unidad, debe robustecerse en la santidad, rejuvenecer y renovarse constantemente. Pero ¿con qué criterios? Con los del Espíritu Santo. Volveos a El, queridos jóvenes, y descubriréis el verdadero sentido de la renovación”.

5.- “Dejaos que sus dones os modelen. Al igual que la Iglesia compare el mismo camino con toda la humanidad, vosotros estáis llamados a vivir los dones del Espíritu Santo entre los altibajos de la vida cotidiana”.

6.- Madurad vuestra fe a través de vuestros estudios, el trabajo, el deporte, la música, el arte. Sostenedla mediante la oración y alimentad con los sacramentos para ser así fuente de inspiración y de ayuda para cuantos os rodean”.

7.- “La vida no es un simple acumular, y es mucho más que el simple éxito. Estar verdaderamente vivos, es ser transformados desde el interior, es estar abiertos a la fuerza del amor de Dios”.

8.- “Si acogéis la fuerza del Espíritu Santo, también vosotros podréis transformar vuestras familias, las comunidades y las naciones”. “Liberad estos dones. Qué la sabiduría, la inteligencia, la fortaleza, la ciencia y la piedad sean los signos de vuestra grandeza”.

Creamos, vivamos y transmitamos, sí, todo lo que Dios a través del Espíritu susurra en nuestro corazón. Es el Espíritu del amor.


Ecclesia Digital

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