Wednesday, June 02, 2010

La Iglesia de Sudáfrica ante el Mundial de Fútbol


Entre otras actividades pastorales, destaca la lucha contra la prostitución
(José Carlos Rodríguez Soto) Si es usted aficionado al fútbol, navega por Internet y además conoce el inglés, escuche este consejo: no deje de visitar el portal web www.churchontheball.com (literalmente, “La Iglesia en el balón”). Allí podrá encender una vela virtual para animar a su equipo en los Mundiales, rezar para que Dios aparte a futbolistas y espectadores de todo mal y –si es de los afortunados que viajará al país africano– conocer los horarios de culto en las parroquias más próximas a los nueve estadios donde jugarán las selecciones nacionales.
Con esta curiosa iniciativa, la Iglesia católica de Sudáfrica ha saltado al terreno de juego de cara al Mundial de Fútbol, que comienza el próximo 11 de junio y que, como afirma en la página de inicio el cardenal arzobispo de Durban, Wilfrid Napier, “es una oportunidad para subrayar el papel importante que el deporte desempeña en nuestras culturas africanas. El deporte requiere paciencia, perseverancia, respeto… Todos ellos son valores que nuestras sociedades –especialmente la africana– necesitan mucho”.
Pero además de informaciones sobre fútbol y actividades pastorales, este sitio web pretende también atraer la atención sobre la tragedia del tráfico de seres humanos y la explotación sexual de menores, un tema que ha sido objeto de una intensa campaña por parte de la Iglesia de Sudáfrica desde hace varios años. Según datos de la Conferencia Episcopal, estas mafias pueden llegar a hacer entrar en el país 40.000 mujeres, muchas de ellas menores, de países vecinos.
“Todos saben que los que controlan este negocio tienen casas próximas a la frontera con Mozambique, donde encierran a las chicas que vienen de este país y las drogan, antes de enviarlas a los burdeles”, dice el misionero comboniano español Rafael Armada, párroco de Waterval –en el noreste del país– desde 2001 hasta finales del año pasado.
Enorme labor social
La Iglesia católica sudafricana se encuentra en una situación poco común en el continente africano: es una confesión minoritaria que representa sólo el 6% de la población, en una sociedad que pertenece en su mayoría a otras confesiones cristianas. Sin embargo, a pesar del modesto porcentaje que representa, su labor social es enorme: “La mitad de las personas seropositivas del país son atendidas por instituciones católicas”, asegura el padre Armada. Otro frente en el que las parroquias católicas trabajan es el de la integración y la convivencia entre personas de distintos grupos raciales, algo que, sin embargo, está todavía lejos de lograrse.
Desde que se conoció que Sudáfrica sería la sede del Mundial de Fútbol 2010, el país ha tenido que ocuparse de varios retos. Se han invertido 5.540 millones de euros, la mayor parte dinero público, en mejorar su infraestructura, sobre todo de transportes. También se ha mejorado la seguridad y durante los Mundiales todos los efectivos de la Policía y el Ejército estarán acuartelados para evitar incidentes desagradables.
Además, y como no podía ser de otra manera, tanto la FIFA como el Gobierno sudafricano se han volcado en una gran campaña publicitaria para atraer al mayor número posible de aficionados. Esto último se ha presentado muy difícil en un contexto de crisis económica mundial. Los primeros cálculos, demasiado optimistas, de hace dos años, hablaban de dos millones de aficionados esperados durante el campeonato. A finales de abril de 2009, esta estimación se rebajó a unos 450.000, y a mediados de abril los organizadores declaraban que sólo esperaban 200.000.
Pero aunque el número de visitantes sea menor del esperado y a pesar de todos los retos a los que la Sudáfrica del post-apartheid se enfrenta, hay un dato que es seguro: la gente en este país, y también en el resto del continente africano, se siente orgullosa de que un acontecimiento de esta envergadura se celebre en su suelo. Por una vez, por lo menos África será noticia por algo positivo.
Vida Nueva

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