Conocido como "el jesuita sin papeles", fue santo y seña de generaciones de católicos
Todo un pionero teológico y una referencia del postconcilio en España
José Manuel Vidal, 25 de junio de 2010 a las 12:24
(José Manuel Vidal).-El teólogo jesuita José María Díez-Alegría ha muerto esta madrugada en Madrid a los 98 años. Muy crítico con la Jerarquía oficial de la Iglesia, trabajó activamente con el Padre Llanos en el Pozo del Tío Raimundo, una de las barriadas más humildes de Madrid. Santo y seña de generaciones de católicos españoles, mantuvo hasta el final su profundo sentido del humor, que le llevó a escribir obras como "Teología en broma y en serio". Fue todo un pionero y una referencia del postconcilio en España.
Teólogo, doctor en Derecho y en Filosofía, algunos de sus libros, abiertamente críticos con la Jerarquía Oficial de la Iglesia, a la que censuraba su cercanía al capitalismo y su alejamiento de los pobres, provocaron su salida de la Compañía de Jesús, que abandonó definitivamente en 1975. Pero no del todo. Para escándalo de sus hermanos, uno, jefe del Alto Estado Mayor, y otro, director de la Guardia Civil.
Su obra más polémica fue 'Yo creo en la esperanza', editada en 1972 y del que se vendieron 200.000 ejemplares.
Autor de la frase "Dios no cree en el Vaticano", su denuncia de la actuación de la Iglesia le valió acusaciones de pro-marxista. En los años setenta y ochenta trabajó activamente con el Padre Llanos y otros jesuitas por mejorar las condiciones de vida en el Pozo del Tío Raimundo, una de las barriadas más humildes de Madrid.
Asturiano de nacimiento, en 2005 el Ayuntamiento de Gijón le nombró hijo predilecto de la ciudad. Dos años después, en 2007, el Consejo de Ministros le concedió la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo.
Por elogiar a Marx y criticar al Vaticano se convirtió en «un jesuita sin papeles», como él se autoproclamaba. Un mito para algunos y un sacerdote maldito para otros.
Mantuvo siempre el sentido del humor como bandera: «Hay que fiarse de Dios y reírse de uno mismo». Fe, humor y esperanza fueron siempre los apoyos de su vida.
El libro por el que lo condenaron
"Voy a escribir por una vez sin más autocensura que la de mi propia conciencia y la de mi propia fe". Esta fue la única clave de escritura de José María Díez Alegría, al menos para uno de sus libros "Yo creo en la esperanza" (1972). Como consecuencia, tuvo que abandonar la Compañía y convertirse en un "jesuita sin papales". Y así sigue desde entonces. Pero su obra se convirtió en el libro de cabecera de generaciones de católicos. Algunas de sus afirmaciones más polémicas.
· "Dios no cree en el Vaticano"
· "La Iglesia tiene que alejarse del capitalismo y acercarse a los pobres"
· "El limbo es un invento, una especie de guardería infantil eterna y beata"
· "Soy consciente del silencio de Dios, de la impotencia de Dios ante la opresión de los pobres y el dolor de los inocentes"
· "Marx es el enviado de Dios, para demostrar al mundo que Dios está con los oprimidos, con los pobres y contra la opresión".
· "Por su complejidad y tamaño, la iglesia necesita una base económica que, de manera inexcusable, la hace solidaria con los intereses del gran capitalismo"
· "Como dice San Juan Crisóstomo, ‘el rico o es ladrón o heredero de ladrón'".
· "La Iglesia ha traicionado al Jesús de un Reino de Dios que es buena noticia para los pobres".
· "No soy un comunista dictatorial, pero creo en un socialismo democrático"
· "Sólo la conversión de la Iglesia a una religión ético-profética puede salvar la credibilidad del cristianismo"
· "El cristianismo como vida vivida está inédito".
· "El cristiano debe comprometerse en la revolución socialista"
· "Marx me ha llevado a redescubrir a Jesucristo y el sentido de su mensaje"
Rd
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