Monday, September 12, 2011

Un cura bajo el ojo vigilante del Partido



El padre Alberto creció en Cuba, estudió en Roma y lleva un tiempo en España, y a ambos lados del Atlántico, bajo un régimen comunista o con una democracia europea, ve un rasgo común: hay miedo.

10 Septiembre 11 - MADRID- - Pablo J. Ginés

Habla de ello en su libro «Historia de una resistencia» (LibrosLibres).

–¿Miedo en Europa, padre?

–Tanto cubanos como españoles tienen miedo de ir contra lo políticamente correcto, contra la opinión dominante. Llevo cinco años en Europa, y veo que aquí hay jóvenes con ideas muy claras pero que no se atreven a expresarlas: sobre moral y fe. Miedo a decir «soy católico, cristiano». Miedo a que se burlen, a ser criticado, porque hay un sector progre que no respeta, sino que exige y grita.

–Usted ha acompañado a jóvenes cubanos en la JMJ. ¿Qué pensarían en Cuba si viesen los vídeos en los que laicistas insultan y agreden a peregrinos en la Puerta del Sol?

–El pueblo cubano, incluso el que no es creyente, respeta la religión y esas imágenes les sorprenderían. En Cuba sería inconcebible, hay un gran respeto entre las personas. Pero en España se pierde mucho la serenidad en el tema religioso. Conocí en el Camino de Santiago a un chico con mucha rabia contra la Iglesia...¡por las Cruzadas y la Inquisición, decía! Evidentemente, era una fachada, le debía sangrar otra cosa, una frustración personal. ¿Por qué tanta rabia contra la Iglesia, si no impone nada al no creyente? José Martí decía: «Honrar honra», quien da respeto, gana respeto, y eso falta en España.

–¿Es verdad que le llaman del Partido Comunista en Cuba?

–El disidente Orlando Zapata murió en febrero de 2010 de huelga de hambre. Los disidentes de Guáimaro me pidieron una misa. Simplemente consistió en decir su nombre durante la mención de difuntos, en una misa de diario a las siete de la mañana, a la que acudían media docena de personas. Me llamaron del Partido pidiendo explicaciones. Les dije: «Yo sólo hago mi trabajo, que incluye rezar por los difuntos que me pidan. Si ustedes me piden una misa por el Che Guevara, yo se la hago». Creo que lo entendieron. De hecho, no sé si Zapata era un cristiano muy devoto, pero se pueden ofrecer misas por cualquiera, incluso por gente no bautizada.

–¿Qué han pensado los jóvenes peregrinos cubanos de su experiencia en la JMJ en Madrid?

–De España les habrá impactado la libertad, y la tienda de El Corte Inglés. De la JMJ, la expresión pública de la fe, la experiencia de Iglesia universal. Han venido entre 40 y 60, con apoyo económico de órdenes religiosas y movimientos, y del Fondo de Solidaridad de la JMJ.

–¿Algo se mueve en Cuba?

–Creo que el Gobierno tiene un deseo sincero de pasar página e iniciar una nueva relación con la Iglesia. Ven que la Iglesia es una interlocutora válida para el presente y el futuro. Pero no le darán libertad para que diga toda la verdad. En el pueblo hay mucha sed de Dios, han aumentado los bautismos de niños y adultos. Las multitudes acuden a nuestra patrona, la Virgen de la Caridad. Pero no tenemos medios para atenderles, ni en lo económico ni en lo pastoral. Hay pueblos que sólo puedes visitar una vez al mes. No hay medios de transporte, ni templos. Desde la Revolución que no nos dejan construir iglesias, aunque ahora al menos nos dejan reconstruir. A veces, dedicas recursos a entrenar catequistas y líderes laicos y luego emigran. Es una sangría continua. Se dice que en Cuba se vive con «F.E.», es decir «familia en el extranjero». Incluso si mañana hubiese libertad religiosa seguirían emigrando. Así que necesitamos la ayuda de los católicos españoles: medicinas, dinero, misioneros, tanto como se pueda.

«Dejé la novia y la medicina por Dios»

Aunque ser médico en Cuba es formar parte de la élite de prestigio, Alberto Reyes dejó los estudios de medicina por la vocación sacerdotal. «Mi novia, chica de fe profunda, lo entendió y me dijo: “las cosas de Dios dan paz; si no tienes paz conmigo, quizá nuestra relación no es de Dios”». Trabajando con adolescentes marginales en España se rompieron sus últimas resistencias. «Aquí sí un sí de corazón a Cristo y a su Iglesia».

La razón

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