Tuesday, June 05, 2012

"La tumba de Pedro no está en el Vaticano"


Es una de las visiones de la mística Maria Valtorta dadas a conocer por el último libro del periodista y escritor católico Antonio Socci

GIACOMO GALEAZZICIUDAD DEL VATICANO

Pedro no está donde creemos.  Durante la II Guerra Mundial la mística Maria Valtorta refirió lo que Jesús le había concedido «ver»: Pedro no fue enterrado en la colina del Vaticano, lugar del martirio, sino que sus restos fueron depuestos y custodiados por los cristianos en las que hoy se conocen como las catacumbas de los santos Marcelino y Pedro, en la vía Casilina. Además la mística advierte a Pío XII sobre la "leyenda negra" que estaba a punto de abatirse sobre su persona: la que le acusa de haber permanecido callado ante el Holocausto. "En un dictado de diciembre de 1943, Jesús exhorta a Pío XII a denunciar públicamente al anticristo nazi y el genocidio de los judíos, aceptando para sí el consiguiente martirio. Para evitar ser acusado de connivencia en el futuro. Algo que sucedió al pie de la letra".


La advertencia profética de la mística de Viareggio, Maria Valtorta (dirigido al papa Pacelli en diciembre de 1943 cuando todavía nadie sabía nada del Holocausto) se revela en el último libro de Antonio Socci, "I giorni de la tempesta" (Rizzoli), una novela policiaca-metafísica ambientada en 2015 entre cónclave, trama criminal y persecuciones contra la Iglesia. Los argumentos y personajes están inspirados en la actualidad. La historia se desarrolla entre la muerte de un Papa y el inicio de un Cónclave. "El tiempo de la sede vacante representa para mí una condición de incertidumbre, de desconcierto general –explica a Vatican Insider el periodista y escritor Antonio Socci. Es algo así como la metáfora de nuestro tiempo, en el mundo y en la Iglesia. Que durante esas horas de suspensión un grupo de valientes, en posesión de las explosivas revelaciones de la Valtorta y armados por la fe, inicien una carrera contra el tiempo para encontrar la verdadera tumba y el cuerpo de San Pedro en las catacumbas de Torpignattara, representa la búsqueda de una presencia paterna que ilumine, que proteja, que indique el camino. Y que pueda evitar la catástrofe inminente. Obviamente, sobre todo para la Iglesia (Pedro significa volver a encontrar los orígenes), pero también para la historia de todos, que estamos buscando el sentido de la vida, y para la historia del mundo, hoy tan tenebrosa y tumultuosa". 

Al margen de esta consideración, Socci añade: "Espero fervientemente poder contribuir con este libro al descubrimiento de la Obra de Maria Valtorta, sobre todo su extraordinario "El Evangelio como me ha sido revelado". Y espera, el escritor católico, que "sean realizados finalmente los estudios arqueológicos en las catacumbas de los santos Pedro y Marcelino, que ya en años recientes han reservado clamorosas sorpresas. Si se llegara a descubrir verdaderamente la sepultura del Príncipe de los Apóstoles, sería el mayor descubrimiento arqueológico de la historia cristiana".


Las páginas más intensas del libro tratan del difícil periodo de la II Guerra Mundial. Según refiere la mística Maria Valtorta,el comunismo y el nazismo formaban parte de una única armada satánica, aunque en apariencia estaban divididos: "Jesús repite que no es un conflicto entre ideologías, es una lucha entre Cielo e infierno. Detrás de la pared de las razas, las hegemonías, los derechos, tras el móvil de las necesidades políticas, se esconden, en realidad, el Cielo y el Infierno que combaten entre sí. Esta es una de las primeras selecciones de la humanidad, que se acerca a su última hora". "En este contexto invita a los cristianos a dar testimonio de la verdad hasta el martirio. Incluso al Papa". Y el 24 de junio de 1943 lo sitúa entre las víctimas inocentes. 

Mientras tanto en el Vaticano se habían conocido las visiones de Maria Valtorta sobre la muerte y la sepultura de Pedro.Desde hacía 10 años, se estaban llevando a cabo con gran reserva excavaciones arqueológicas bajo el altar de la Confesión de la basílica de San Pedro: se habían iniciado intentando preparar una acomodación para la sepultura de Pío XI y habían seguido para buscar indicios del sepulcro del apóstol, y si hubiera sido posible los restos de su cuerpo. En otro diálogo con la mística de Viareggio, Jesús le dice: "¡Cuánto habéis cambiado desde los tiempos de los primeros cristianos que no tenían en cuenta nada que fuera humano y miraban al Cielo! Es cierto que yo he dicho que seáis prudentes como las serpientes, pero no hablaba de prudencia humana. También os he dicho que para seguirme es necesario que seáis valientes contra todos. Contra el amor por uno mismo; contra el poder, cuando os persigue porque me seguís" y luego "porque solo es necesaria una cosa: salvar la propia alma incluso perdiendo la vida de la carne para obtener la Vida eterna". 

Así pues, en plena II Guerra Mundial, Jesús exhorta a seguir el ejemplo de los primeros mártires. El 29 de febrero de 1944 sobre los testigos de la fe Jesús le dice: “Morían, y su muerte era una brecha en el dique del paganismo. Su sangre, brotando de miles de heridas, derribó la muralla pagana y como muchos arroyos se esparció por las milicias de César, por el palacio de César, por los circos y por las termas. El suelo de Roma quedó embebido de esta sangre y la ciudad surge, podría decir que está cimentada, en la sangre y en el polvo de mis mártires. Los pocos cientos de mártires que vosotros conocéis no son nada respecto a los miles y miles que todavía se encuentran sepultados en las vísceras de Roma y los otros miles y miles que quemados en lo alto de los postes en los circos se convirtieron en cenizas esparcidas por el viento o fueron devorados y engullidos por las fieras o por los reptiles y más tarde se convirtieron en excrementos barridos o usados como abono”. Y todavía más, "su aniquilamiento total, sin un plan, ha fecundado más que cualquier tipo de abono el suelo salvaje del mundo pagano y lo ha hecho capaz de recoger el Grano celeste".

Y por lo tanto, la victoria de la Iglesia sobre el paganismo no se lleva a cabo con medios humanos, sino paradójicamente a través del martirio. En los meses terribles entre 1943 y 1944, Jesús repite continuamente a María Valtorta que el nazismo y el comunismo (incluso sin mencionarlos y quizás pensando incluso en otra cosa) son poderes que maneja Satanás, son paganismos peores que el de la antigüedad. Incluso durante la guerra, primero fueron aliados y más tarde adversarios. De hecho, el 19 de julio, Jesús por medio de María, explica: "La división es puramente aparente. La orden dada por Lucifer en este caso a los diversos demonios no es diferente según los estados. Es una orden única para todos. En la cual se comprende que el reino de Satanás no está dividido y por eso es duradero. Esa orden se puede enunciar de esta manera: «Sembrad horror, desesperación, errores, para que los pueblos se separaren, maldiciéndolo, de Dios»".

Vatican Insider

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