14 de septiembre. (Romereports.com) Desde la basílica Greco Melquita de Saint Paul, en Harissa (Líbano), el Papa ha publicado su documento sobre la situación de los cristianos de esta zona. Lo hace comparándolo con el sufrimiento de Jesucristo en la Cristo. “Os invito a no tener miedo, a permanecer en la verdad y a cultivar la pureza de la fe”.
DISCURSO COMPLETO.
Señor Presidente de la República,
Beatitud, venerados patriarcas,
queridos hermanos en el episcopado y miembros del Consejo especial del Sínodo de Obispos para Oriente Medio,
ilustres representantes de las confesiones religiosas, del mundo de la cultura y de la sociedad civil,
queridos hermanos y hermanas en Cristo,
queridos amigos
Deseo expresar mi gratitud al Patriarca Gregorios Laham por sus palabras de bienvenida, así como al Secretario general del Sínodo de Obispos, Monseñor Nikola Eterović, por sus palabras de presentación. Dirijo un ferviente saludo a los patriarcas, al grupo de obispos orientales y latinos que se han reunido en esta hermosa basílica de San Pablo, y a los miembros del Consejo especial del Sínodo de los Obispos para Oriente Medio. Me alegro también de la presencia de las delegaciones ortodoxas, musulmanas y drusas, así como del mundo de la cultura y la sociedad civil. Saludo con afecto a la querida comunidad greco-melkita que me acoge. Vuestra presencia contribuye a dar solemnidad a la firma de la Exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in Medio Oriente, y muestra que este documento, destinado ciertamente a la Iglesia universal, reviste una importancia particular para el conjunto de Oriente Medio.
Es providencial que este acto tenga lugar precisamente en el día de la Fiesta de la Cruz gloriosa, cuya celebración nació en Oriente en el año 335, al día siguiente de la Dedicación de la Basílica de la Resurrección, construida sobre el Gólgota y el sepulcro de Nuestro Señor, por el emperador Constantino el Grande, al que veneráis como santo. Dentro de un mes se celebrará el 1.700 aniversario de la aparición que le hizo ver, en la noche simbólica de su incredulidad, el crismón resplandeciente, al mismo tiempo que una voz le decía: «Con este signo vencerás». Más tarde, Constantino firmó el edicto de Milán y dio su nombre a Constantinopla. Pienso que la Exhortación puede ser leída e interpretada a la luz de la fiesta de la Cruz gloriosa y, de modo particular, a partir del crismón, la X (khi) y la P (rhô), las dos primeras letras de la palabra OD4FJ`H. Esa lectura conduce a un verdadero redescubrimiento de la identidad del bautizado y de la Iglesia y, al mismo tiempo, constituye como una llamada al testimonio en la comunión y a través de ella. La comunión y el testimonio cristiano, ¿acaso no se fundan en el Misterio pascual, en la crucifixión, en la muerte y resurrección de Cristo? ¿No alcanzan en él su pleno cumplimiento? Hay un vínculo inseparable entre la cruz y la resurrección, que un cristiano no puede olvidar. Sin este vínculo, exaltar la cruz significaría justificar el sufrimiento y la muerte, no viendo en ello más que un fin inevitable. Para un cristiano, exaltar la cruz quiere decir entrar en comunión con la totalidad del amor incondicional de Dios por el hombre. Es hacer un acto de fe. Exaltar la cruz, en la perspectiva de la resurrección, es desear vivir y manifestar la totalidad de este amor. Es hacer un acto de amor. Exaltar la cruz lleva a comprometerse a ser heraldos de la comunión fraterna y eclesial, fuente del verdadero testimonio cristiano. Es hacer un acto de esperanza.
Refiriéndose a la situación actual de las Iglesias en Oriente Medio, los Padres sinodales han reflexionado sobre los gozos y las penas, los temores y las esperanzas en esos lugares de los discípulos de Cristo vivo. Toda la Iglesia ha podido escuchar así el grito lleno de angustia, y percibir la mirada de desesperación de tantos hombres y mujeres que se encuentran en situaciones humanas y materiales difíciles, que viven fuertes tensiones con miedo e inquietud, y que quieren seguir a Cristo, que da sentido a su existencia, a pesar de que muy a menudo se ven impedidos de hacerlo. Por eso, he querido que la trama de este documento sea la primera carta de san Pedro. Al mismo tiempo, la Iglesia ha podido admirar lo que hay de hermoso y de noble en las Iglesias de estas tierras. Queridos cristianos de Oriente Medio, ¿cómo no dar gracias a Dios en todo momento por todos vosotros? (cf. 1 Ts 1,2; primera parte de la Exhortación postsinodal). ¿Cómo no alabar vuestra fe llena de ánimo? ¿Cómo dejar de agradecer la llama de su amor infinito que vosotros seguís manteniendo viva y ardiente en estos lugares, que han sido los primeros en acoger a su Hijo encarnado? ¿Cómo no expresarle nuestro reconocimiento por los impulsos de comunión eclesial y fraternal, por la solidaridad humana manifestada sin cesar hacia todos los hijos de Dios?
Ecclesia in Medio Oriente nos permite repensar el presente para considerar el futuro con la misma mirada de Cristo. Por sus orientaciones bíblicas y pastorales, por su invitación a una profundización espiritual y eclesiológica, por la renovación litúrgica y catequética que propugna, por su llamamiento al diálogo, quiere trazar un camino para encontrar lo esencial: la sequela Christi, en un contexto difícil y a veces doloroso, un contexto que podría hacer aflorar la tentación de ignorar u olvidar la cruz gloriosa. Ahora es precisamente cuando hay que celebrar la victoria del amor sobre el odio, del perdón sobre la venganza, del servicio sobre el dominio, de la humildad sobre el orgullo, de la unidad sobre la división. A la luz de la fiesta de hoy, y con vistas a una aplicación fructífera de la Exhortación, os invito a todos a no tener miedo, a permanecer en la verdad y a cultivar la pureza de la fe. Ese es el lenguaje de la cruz gloriosa. Esa es la locura de la cruz: la de saber convertir nuestro sufrimiento en grito de amor a Dios y de misericordia para con el prójimo; la de saber transformar también unos seres que se ven combatidos y heridos en su fe y su identidad, en vasos de arcilla dispuestos para ser colmados por la abundancia de los dones divinos, más preciosos que el oro (cf. 2 Co 4,7-18). No se trata de un lenguaje puramente alegórico, sino de un llamamiento urgente a llevar a cabo actos concretos que configuren cada vez más con Cristo, unos actos que ayuden a las diferentes Iglesias a reflejar la belleza de la primera comunidad de creyentes (cf. Hch 2,41-47; segunda parte de la Exhortación); unos actos similares a los del emperador Constantino, que supo dar testimonio y sacar a los cristianos de la discriminación para permitirles vivir abierta y libremente su fe en Cristo crucificado, muerto y resucitado para nuestra salvación.
Ecclesia in Medio Oriente ofrece elementos que pueden ayudar a un examen de conciencia personal y comunitario, a una evaluación objetiva del compromiso y del deseo de santidad de todo discípulo de Cristo. La Exhortación abre a un verdadero diálogo interreligioso basado en la fe en Dios Uno y Creador. Quiere también contribuir a un ecumenismo lleno de fervor humano, espiritual y caritativo, en la verdad y el amor evangélico, que extrae su fuerza del mandato del Resucitado: «Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos» (Mt 28,19-20).
La Exhortación, en todas y cada una de sus partes, quiere ayudar a cada discípulo del Señor a vivir plenamente y a transmitir realmente lo que él ha llegado a ser por el bautismo: un hijo de la luz, un ser iluminado por Dios, una nueva lámpara en la oscuridad inquietante del mundo, para que en las tinieblas resplandezca la luz (cf. Jn 1,4-5 y 2 Co 4,1-6). Este documento quiere contribuir a despojar a la fe de lo que la desfigura, de todo lo que puede oscurecer el esplendor de la luz de Cristo. La comunión es entonces una verdadera adhesión a Cristo, y el testimonio es un resplandor del Misterio pascual, que da pleno sentido a la cruz gloriosa. Nosotros seguimos y «predicamos a Cristo crucificado […] fuerza de Dios y sabiduría de Dios» (1 Co 1, 23-24; cf. Tercera parte de la Exhortación).
«No temas, pequeño rebaño» (Lc 12,32) y acuérdate de la promesa hecha a Constantino: «Con este signo vencerás». Iglesias de Oriente Medio, no tengáis miedo, pues el Señor está verdaderamente con vosotras hasta el fin del mundo. No tengáis miedo, pues la Iglesia universal os acompaña con su cercanía humana y espiritual. Con estos sentimientos de esperanza y de aliento a ser protagonistas activos de la fe por la comunión y el testimonio, mañana entregaré la Exhortación postsinodal Ecclesia in Medio Oriente a mis venerados hermanos patriarcas, arzobispos y obispos, a todos los sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, a los seminaristas y a los fieles laicos. «Tened valor» (Jn 16,33). Por intercesión de la Virgen María, la Theotókos, invoco con afecto sobre todos vosotros la abundancia de los dones divinos. Que Dios conceda a todos los pueblos de Oriente Medio vivir en paz, fraternidad y libertad religiosa. Que Dios os bendiga. (Lè yo barèk al-Rab jami’a kôm!).
Benedicto XVI aterriza en Líbano y pide un Oriente Medio sin fundamentalismos
14 de septiembre, 2012. (Romereports.com) El Papa fue recibido en el aeropuerto de Beirut con honores militares, aplausos y con mucho entusiasmo.
Al pie de la escalerilla le esperaban las tres principales autoridades del país: el presidente de la República, el presidente del Parlamento y el del Consejo de Ministros. También estaba el principal líder de los católicos del Líbano, el patriarca Béchara Rai.
Dos niños con trajes regionales saludaron a Benedicto XVI y le entregaron unas flores con los colores de la bandera vaticana.
Tras el himno nacional, el presidente agradeció en árabe la visita del Papa y recordó que su país es un modelo de convivencia y de unidad en la diversidad.
Líbano es el país con más cristianos de Oriente Medio. Constitucionalmente, el presidente debe ser cristiano; mientras que el primer ministro y el presidente del Parlamento deben ser musulmanes.
En su primer discurso en el país de los cedros, Benedicto XVI se mostró preocupado por la difícil situación de algunos países de Oriente Medio.
BENEDICTO XVI
“A veces amenaza con romperse el equilibrio cuando se tensa como un arco, o se somete a presiones que son con demasiada frecuencia partidistas, ciertamente interesadas, contrarias y extrañas a la armonía y dulzura libanesa. Es necesario entonces dar prueba de verdadera moderación y gran sabiduría. Y la razón debe prevalecer sobre la pasión unilateral para favorecer el bien común de todos.”
Ya durante el viaje en avión hacia Beirut, el Papa pidió que se detenga el envío de armas a Siria.
En el aeropuerto dijo que viajaba al Líbano para firmar un documento dirigido a todos los cristianos de Oriente Medio, y para llevar un mensaje de paz y compresión para todos los países de Oriente Medio.
BENEDICTO XVI
“«Más allá de vuestro país, vengo también hoy simbólicamente a todos los países de Oriente Medio, como un peregrino de paz, como un amigo de Dios, y como un amigo de todos los habitantes de todos los países de la región, cualquiera que sea su pertenencia y su creencia”.
El Papa también pidió a los libaneses que sigan siendo un ejemplo de cooperación y tolerancia entre religiones. En la delegación oficial del Líbano, junto a los 4 patriarcas católicos del Líbano, estaban los cuatro principales líderes musulmanes. Porque en Líbano conviven musulmanes y cristianos en paz desde hace siglos.
Papa a los cristianos de Oriente Medio: No tengáis miedo. Responded con perdón y no con venganza
14 de septiembre, 2012. (Romereports.com) Entre fuertes medidas de seguridadel Papa llegó a la basílica Greco Melquita de Harissa, el santuario dedicado a la Virgen María más importante de Oriente Medio. Allí firmó un documento oficial sobre la situación de los cristianos de esta zona.
Nada más entrar, el Papa bendijo a los participantes como los patriarcas orientales, con una cruz en la mano en lugar de un báculo.
Además, saludó al presidente de la República, el cristiano Michel Suleiman y a varios representantes musulmanes que siguieron el encuentro en primera fila.
El Papa explicó que ha preparado este nuevo documento a partir de las reflexiones del sínodo de obispos de Oriente Medio, que tuvo lugar en Roma en octubre de 2010, y en el que participaron 255 obispos y líderes religiosos de la zona.
Por eso, en primer lugar recordó las dificultades que atraviesan los cristianos en Oriente Medio.
Benedicto XVI
“Toda la Iglesia pudo escuchar el grito lleno de angustia, y percibir la mirada de desesperación de tantos hombres y mujeres que se encuentran en situaciones humanas y materiales difíciles, que viven fuertes tensiones con miedo e inquietud, y que quieren seguir a Cristo, que da sentido a su existencia, a pesar de que muy a menudo se ven impedidos de hacerlo”.
El Papa dijo que conoce la situación de discriminación que atraviesan y los problemas sociales que encuentran. Pero les pidió que no pierdan la esperanza.
Benedicto XVI
“Ahora es precisamente cuando hay que celebrar la victoria del amor sobre el odio, del perdón sobre la venganza, del servicio sobre el dominio, de la humildad sobre el orgullo, de la unidad sobre la división”.
El encuentro incluyó muchos elementos de la tradición greco-melquita, como la lectura del Evangelio en árabe o los cantos de esta Iglesia católica de tradición oriental.
Uno de los momentos más curiosos fue la entrega de regalos. El Patriarca greco melquita regaló al Papa esta bellísima cubertería, ejemplo de artesanía del Líbano.
Ecclesia in Medio Oriente: claves del nuevo documento papal
14 de septiembre, 2012. (Romereports.com) La Exhortación Apostólica “Ecclesia in Oriente Medio” que el Papa ha firmado en Líbano es un documento clave para los cristianos de esa zona del mundo. Afronta temas como la situación de la mujer en estos países, el laicismo y el extremismo religioso.
El documento está dividido en tres partes. En la primera se aportan claves para la convivencia pacífica y el respeto y la defensa de la diversidad cultural y religiosa. Benedicto XVI defiende el respeto a la diversidad de ritos y de costumbres, una riqueza que procede de los primeros cristianos.
A la vez, impulsa el diálogo para que las diferentes confesiones, con una misma voz, se pronuncien sobre cuestiones morales fundamentales como la familia, la sexualidad, la bioética o la paz.
También en esta parte el Papa alerta del laicismo que pretende excluir toda manifestación de religiosidad y defiende la “sana laicidad” que distingue entre el poder civil y la autoridad religiosa, protegiendo así a los pueblos de los fundamentalismos religiosos.
Además Benedicto XVI pide a los patriarcas de las Iglesias orientales que atiendan a los emigrantes cristianos asiáticos, africanos e indios que por su trabajo se encuentran en la zona.
En la segunda parte, el Papa se dirige a las personas y da recomendaciones para revitalizar la fe. Dedica un amplio espacio a la familia y realiza una fuerte defensa de los derechos de la mujer que debe ser tratada con igualdad ante la ley. También en este apartado recomienda a los jóvenes y niños no tener miedo ni vergüenza al manifestarse como cristianos. A la vez solicita que sean respetuosos con los judíos y los musulmanes y que no se dejen seducir por el materialismo.
En la tercera parte el Papa se refiere a la Palabra de Dios. Habla de Oriente Medio como lugar bíblico que sirve de encuentro con Dios a los peregrinos. Propone hacer un esfuerzo para dar a conocer la Biblia en los medios de comunicación celebrar un año bíblico en las diferentes zonas o una semana especial sobre la Biblia. Solicita la libertad para poder acudir a los lugares santos.
De la misma forma pide a las diferentes iglesias presentes en Oriente Medio un esfuerzo ecuménico para poder reconocer el bautismo, la confesión y la unción de enfermos y facilitar así la atención de los cristianos que acuden a esa zona.
Benedicto XVI concluye el documento alentando a los cristianos de Oriente Medio a ser fuertes ante las dificultades y elogiando la riqueza de la diversidad en el culto que procede de las primeras generaciones de cristianos.
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