Asegura que va alLíbano "bajo el estandarte de la paz"
No ignoro la situación, a menudo dramática que
viven los habitantes de esa región"
El papa Benedicto XVI deseó hoy que el diálogo iniciado entre el Gobierno colombiano y representantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC) esté guiado por "la voluntad de perdón y reconciliación, y la sincera búsqueda del bien común" tras el tradicional rezo dominical del Ángelus que celebró.
Desde su residencia de Castelgandolfo (a unos 30 kilómetros de Roma), el papa, tras el Ángelus y durante el mensaje a los fieles de idioma español, recordó que "ha sido anunciado, en Colombia, en Noruega y en Cuba, un importante diálogo entre el Gobierno Colombiano y representantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia con la participación de delegados de Venezuela y Chile, para intentar poner fin al conflicto que, por décadas, aflige a ese amado país".
"Espero que cuantos tomen parte en esa iniciativa se dejen guiar por la voluntad de perdón y reconciliación, en la sincera búsqueda del bien común", agregó.
Cuba acogerá el diálogo de paz del Ejecutivo de Colombia con las FARC, un proceso que contará también con el apoyo de Noruega y el acompañamiento de Venezuela y Chile, según un acuerdo entre las partes, divulgado hace unos días.
Mensajero de la paz en el Líbano
El papa Benedicto XVI dijo este domingo después del rezo del Ángelus que irá a Líbano del 14 al 16 de septiembre "bajo el estandarte de la paz" y exhortó a todas las partes implicadas en conflictos en Oriente Medio "al diálogo y a la reconciliación".
"Mi viaje apostólico a Líbano y por extensión a Oriente Medio en su conjunto se sitúa bajo el estandarte de la paz", declaró el Papa. "El compromiso en favor de un diálogo y la reconciliación debe ser prioritario para todas las partes implicadas", añadió.
"Queridos peregrinos aquí presentes, o que participan en el Ángelus a través de la radio o la televisión, en los próximos días, voy a realizar un viaje apostólico al Líbano para firmar la Exhortación Apostólica post-sinodal, fruto de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos, celebrado en octubre de 2010. Tendré la feliz oportunidad de encontrar al pueblo libanés y a sus autoridades, así como a los cristianos de ese amado país y de los países vecinos. No ignoro la situación, a menudo dramática que viven los habitantes de esa región, desgarrada desde hace tiempo por conflictos incesantes. Comprendo la angustia de los numerosos habitantes de Oriente Medio cotidianamente inmersos en sufrimientos de todo tipo, que afligen tristemente, y algunas veces mortalmente, su vida personal y familiar.
Mi preocupado pensamiento se dirige a los que, en búsqueda de un lugar de paz, abandonan su vida familiar y profesional y experimentan la precariedad de los exiliados. Aunque parezca difícil encontrar soluciones a los diversos problemas que afectan a la región, no podemos resignarnos a la violencia y a la exacerbación de las tensiones. El compromiso para impulsar el diálogo y la reconciliación tiene que ser una prioridad para todas las partes implicadas y debe ser sostenido por la comunidad internacional, cada vez más consciente de la importancia que tiene para el mundo entero, una paz estable y duradera en toda la región. Mi viaje apostólico al Líbano, y por extensión a Oriente Medio en su conjunto, se coloca bajo el signo de la paz, en referencia a las palabras de Cristo: "Les doy mi paz" (Juan 14:27) ¡Que Dios bendiga el Líbano y Oriente Medio! ¡Que Dios los bendiga a todos!"
Texto completo de la alocución del Santo Padre:
RD
¡Queridos hermanos y hermanas!Al centro del Evangelio de hoy (Mc 7,31-37) hay una pequeña palabra, muy importante. Una palabra que - en su sentido profundo - resume todo el mensaje y toda la obra de Cristo. El evangelista Marcos la menciona en la misma lengua en la que Jesús la pronunció, y de esta manera la sentimos más viva aun. Esta palabra es «efatá», que significa: «ábrete». Vemos el contexto en el que es colocada. Jesús estaba atravesando la región llamada «Decápolis», entre el litoral de Tiro y Sidón y Galilea; una zona por tanto no judaica. Le trajeron un hombre sordo, para que le impusiera las manos - evidentemente su fama se había difundido hasta ahí. Jesús, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y le tocó la lengua, y después, levantando los ojos al cielo, suspiró y dijo: «Efatá», que significa: «Ábrete». Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. (cfr Mc 7,35). He aquí el significado histórico, literal de esta palabra: aquel sordomudo, gracias a la intervención de Jesús, «se abrió»; antes estaba cerrado, aislado, para él era muy difícil comunicar; la sanación fue para él una «apertura» hacia los otros y al mundo, una apertura que, partiendo de los órganos del oído y de la palabra, involucraba toda su persona y su vida: finalmente podía comunicar y por tanto relacionarse de manera nueva.Pero todos sabemos que el cerrarse del hombre, su aislamiento, no depende solo de los órganos sensoriales. Existe una cerrazón interior, que concierne el núcleo profundo de la persona, aquel que la Biblia llama el «corazón». Es esto lo que Jesús ha venido a «abrir», a liberar, para hacernos capaces de vivir en plenitud las relaciones con Dios y con los demás. He aquí por qué decía que esta pequeña palabra, «efatá - ábrete», resume en sí toda la misión de Cristo. Él se ha hecho hombre para que el hombre, vuelto por el pecado interiormente sordo y mudo, se vuelva capaz de escuchar la voz de Dios, la voz del Amor que habla a su corazón, y de esta manera aprenda a su vez a hablar el lenguaje del amor, a comunicar con Dios y con los otros. Por este motivo la palabra y el gesto del «efatá» han sido insertados en el Rito del Bautismo, como uno de los signos que nos explican su significado: el sacerdote, tocando la boca y las orejas del neo-bautizado dice: «Efatá», orando para que este pueda escuchar la Palabra de Dios y profesar la fe. Mediante el Bautismo, la persona humana inicia, por decirlo así, a «respirar» el Espíritu Santo, aquel que Jesús había invocado del Padre con aquel suspiro, para curar al sordomudo.Nos dirigimos ahora en oración a María Santísima, de quien ayer hemos celebrado la Natividad. Por motivo de su singular relación con el Verbo encarnado, María está plenamente «abierta» al amor del Señor, su corazón está constantemente en escucha de su Palabra. Que su maternal intercesión nos obtenga experimentar cada día, en la fe, el milagro del «efatá», para vivir en comunión con Dios y con los hermanos.
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complicado y hay desavenencias: el presidente, Juan Manuel Santos,
rechazó esta semana el cese del fuego hasta llegar a un acuerdo final
con las FARC. María Stárostina nos ofrece todos los detalles de los
mensajes de ambas partes.
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