Monday, September 10, 2012

Hacia la beatificación del P. Arrupe



A finales del pasado mes de noviembre nos llegaba una buena noticia desde Roma. EI P. Ignacio Echarte SJ, secretario de la Compañía de Jesús, nos comunicaba, en nombre de nuestro superior general, que se podían dar ya los primeros pasos para introducir la causa de beatificación del P. Pedro Arrupe SJ. En efecto, el P. Adolfo Nicolás SJ había pedido al P. Anton Witwer SJ, Postulador General,encargado de gestionar los procesos de beatificación y canonización de jesuitas, unas sugerencias sobre el procedimiento a seguir.
Le contestaba así el postulador general:

«Con frecuencia llega a la Curia General, o bien directamente a la Postulación General, la cuestión de la posible causa de beatificación del P. Pedro Arrupe SJ, fallecido en Roma el 5 de febrero de 1991. Este interés refleja, sin duda, la gran estima de que goza el P. Arrupe entre muchos jesuitas y no jesuitas, e indica ciertamente el fuerte deseo de que se le recuerde como una figura significativa y de gran relieve, y como persona profundamente espiritual, es decir, como ejemplo de lo que significa ser un verdadero jesuita.
Sin embargo, antes de tomar decisión alguna sobre la posibilidad de que se introduzca o no la causa, hemos de recoger toda aquella información sobre su vida que pueda sernos útil para sopesar fundadamente los motivos que existen, en pro y en contra, teniendo en cuenta el bien pastoral de toda la Iglesia. Asimismo tenemos que verificar, sobre todo, la auténtica y extendida fama de santidad.»

Para los no versados en la terminología eclesial, las palabras del P. Witwer vienen a ser el pistoletazo de salida hacia la beatificación de Pedro Arrupe. EI P. General desbloqueaba así un asunto que había estado parado en años anteriores y sobre el que se pedía paciencia y espera a los jesuitas más vehementes que solicitaban su inmediata puesta en marcha.
EI gobierno de Arrupe al frente de la Compañía fue muy controvertido en su tiempo aunque casi nunca se puso en duda su buena fe y altura espiritual. Muchos reconocían que era un santo y achacaban a sus consejeros lo que les desagradaba de sus decisiones. A veces esas críticas le alcanzaban a él atribuyéndole demasiada transigencia con los rebeldes y blandura en el trato de los díscolos. La aplicación de las indicaciones del Concilio Vaticano II fueron polémicas por la oposición cerrada del sector más conservador. Arrupe, siempre llevado por su amor inquebrantable a la Iglesia, se propuso llevarlas a la práctica.
Aunque no es verdad que el tiempo lo cure todo, es cierto que atenúa ciertos juicios precipitados. Pero la tarea ahora es recabar toda clase de testimonios que aboguen, a favor o en contra, por su fama de santidad. Así el mismo P. Witwer indica que:

«Cuando aún no se ha introducido una causa es importante que no se pierdan pruebas posibles que un día podrían ser relevantes o sirvan para aclarar la verdad [por eso se aconseja] que se hagan declaraciones escritas, aún cuando el autor del testimonio pudiera ser convocado a declarar en una futura investigación diocesana (...) Para que sea recibida como prueba en una futura causa, esa declaración debe estar firmada por el autor y refrendada por un notario eclesiástico o civil.»

Estamos, pues, ya en una primera fase de recogida de testimonios favorables o adversos a la santidad del Padre Arrupe. Desde estas líneas animamos a quienes puedan ofrecer estos testimonios a que no lo dejen para más adelante. Es una gran alegría no solo para la mayoría de los jesuitas sino para muchísimas personas ver que Pedro Arrupe lleva camino de ser reconocido como santo por esa Iglesia que tanto amó. A los que le conocimos personalmente no nos cabe la menor duda al respecto.

Escribe Ángel Pérez Gómez SJ, en la revista Jesuitas (España)
CPAL

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