Religiosa mexicana, nueva presidenta de la CLAR
Texto y fotos: LUIS ARTURO GARCÍA. MÉXICO DF | En días pasados, en Quito, Ecuador, se llevó a cabo la 18ª Asamblea General de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos y Religiosas (CLAR), durante la cual ha sido elegida como presidenta Mercedes Casas Sánchez. Es mujer y además, por primera vez, alguien originario de México. Recién llegada de Ecuador, Vida Nueva entrevista a la nueva presidenta.
- ¿Cual es la fuerza de la Vida Religiosa (VR) en Latinoamérica?
- El amor por ella. Se percibe el cariño a esta vocación, el creer en la fuerza y tesoro que es la Vida Religiosa para la Iglesia. Este amor se ve en el empeño de cada Conferencia por animar a sus religiosos, por vincularse y responder a la realidad que están viviendo y a las llamadas de Dios. La Vida Religiosa no ha perdido su capacidad de mirar la realidad, acompañando a nuestros pueblos en sus luchas, gozos y momentos difíciles. Pero su gran fuerza es la misma gente, los pueblos a los que Dios nos envía y que siempre nos ayudan a que se defina más nuestra identidad como religiosos.
- ¿Cuáles considera que son los principales desafíos para la CLAR?
- Los desafíos brotan de la escucha de los clamores. Dios nos puso con el oído muy atento a escucharlos. Las voces vehementes de un crecimiento económico que excluye a muchos, de la explotación de la naturaleza inadecuada, de la trata humana, la migración, la corrupción, el narcotráfico; de los jóvenes y los movimientos sociales que se están gestando, indignados que piden justicia; el clamor de la situación de la mujer… También otro desafío que apuntaría es la renovada opción por los pobres.
No hay que dejar de escuchar la voz de las nuevas generaciones de religiosos, así como la de los jóvenes que no lo son tanto, ya que ellos nos están pidiendo una vida más transparente y auténtica. Porque andan en búsqueda, aunque a veces no lo parezca tanto. Hay una sed de Dios muy grande, y sin embargo no encuentran en la Vida Religiosa la respuesta a sus inquietudes.
En conclusión, el gran desafío es seguir caminando en esta vida mística y profética, pero desde otras categorías. Tal vez no estemos llamados a ser los grandes profetas, pero sí a vivir una profecía desde lo cotidiano, desde la entrega del día a día, desde la comunión, más que desde el protagonismo o el estatus. Y en la mística, quizá no estamos llamados a ser los grandes místicos, que se leen, pero sí como la mística de la semilla de mostaza, del grano de trigo que muere, del grano que se siembra, crece y da fruto.
Vida Nueva
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