Monday, September 10, 2012

Otros santos y beatos del día: Beato Sebastián Kimura y compañeros. También Santa Pulqueria de Constantinopla



Beato Sebastián Kimura y compañeros

En Nagasaki, de Japón, beatos Sebastián Kimura, de la Compañía de Jesús, Francisco Morales, de la Orden de Predicadores, presbíteros, y cincuenta compañeros mártires, entre sacerdotes, religiosos, matrimonios, jóvenes, catequistas, viudas y niños, todos los cuales murieron por Cristo, martirizados con crueles tormentos en una colina ante ingente multitud. Estos son sus nombres: beatos Angel Orsucci, Alfonso de Mena, José de San Jacinto de Salvanés, Jacinto Orfanel, presbíteros dominicos, y Domingo del Rosario y Alejo, religiosos de la misma Orden; Ricardo de Santa Ana y Pedro de Avila, presbíteros de la Orden de Hermanos Menores, y Vicente de San José, religioso de la misma Orden; Carlos Espínola, presbítero jesuita, y Gonzalo Fusai, Antonio Kiuni, Tomás del Rosario, Tomás Akahoshi, Pedro Sampo, Miguel Shumpo, Luis Kawara, Juan Chugoku, religiosos también jesuitas; León de Satsuma, Lucía de Freitas; Antonio Sanga, catequista, y Magdalena, cónyuges; Antonio Coreano, catequista, y María, cónyuges, con sus hijos Juan y Pedro; Pablo Nagaishi y Tecla, cónyuges, con su hijo Pedro; Pablo Tanaka y María, cónyuges; Domingo Yamada y Clara, cónyuges; Isabel Fernández, viuda del beato Domingo Jorge, con su hijo Ignacio; María, viuda del beato Andrés Tokuan; Inés, viuda del beato Cosme Takeya; María, viuda del beato Juan Shoun; Dominica Ogata, María Tanaura, Apolonia y Catalina, viudas; Domingo Nakano, hijo del beato Matías Nakano; Bartolomé Kawano Shichiemon; Damián Yamichi Tanda y su hijo Miguel; Tomás Shichiro, Rufo Ishimoto; Clemente (Bosio) Vom y su hijo Antonio.





Nació y vivió en Constantinopla entre los años 399 y 453. Fue santa y luchó en los ambientes políticos y religiosos de su tiempo. Con 15 años la proclamaron augusta y la nombraron tutora de su hermano Teodosio. Tuvo que hacer frente al monofisismo y, para ello, pidió ayuda al Papa León I para que interviniese en la destitución que habían hecho de los obispos católicos con el fin de mantener viva la ortodoxia.
 Se casó con el general Marciano para colocarlo al frente del imperio. Convocó el concilio de Calcedonia con el que condenó el monofisismo y devolvió la sede a los obispos desterrados, echó fuera a los herejes y derrotó al propio Atila.

Como un indicio del papel importantísimo que desempeñaron en los asuntos religiosos y eclesiásticos los emperadores romano-bizantinos y de la influencia de las mujeres en la corte imperial (una influencia no siempre benéfica), recordemos que los Padres del famoso Concilio de Calcedonia, que hizo época, aclamaron a la emperatriz Pulquería, como "guardiana de la fe, pacificadora, pía, creyente y una segunda Santa Elena." Estos títulos no eran simples galanterías de los obispos orientales, sino signo de que éstos sabían por experiencia la importancia de conservar la buena voluntad del soberano imperial y de su corte.

Pulqueria era la nieta de Teodosio el Grande y la hija del emperador Arcadio, el que murió en el año 408. La princesa nació en el año 399. Tuvo tres hermanas: Flacilla, que era la mayor, murió muy joven; Arcadia y Marina eran menores que Pulqueria. El emperador dejó un hijo, Teodosio II, que era tímido, bueno y devoto, incapaz para manejar los asuntos públicos y sin la energía suficiente para la posición que ocupaba. A Teodosio le interesaba más escribir o pintar que el arte de gobernar, y sus allegados le daban el sobrenombre de "calígrafo." En el año de 414, Pulqueria, que sólo tenía la edad de quince años, en nombre de su joven hermano, fue declarada augusta, participante con Teodosio en el gobierno del imperio y encargada también del cuidado y educación del príncipe.

Bajo el gobierno de Pulqueria, la corte mejoró mucho de lo que había sido en tiempos de su madre, quien despertó la justa cólera de San Juan Crisóstomo. Al convertirse en augusta, Pulqueria hizo un voto de perpetua virginidad e indujo a sus hermanas a hacer lo propio. Probablemente, los motivos de aquella decisión no fueron religiosos, ni en parte, ni completamente. Era una mujer de negocios que veía las cosas tal como eran y no quería que el hombre se casara con ella o con alguna de sus hermanas llegara a meterse en los asuntos de la administración política o hiciera el intento de arrebatar el trono a su hermana. Pero tampoco se puede decir que el voto estuviese desprovisto de cierto sentido religioso, puesto que la soberana había citado a Dios como testigo y no era de las que toman el nombre de Dios en vano, y Pulqueria mantuvo su juramento, aun después de haberse casado, de hecho. De todas maneras, resulta exagerado representar a la corte de aquel tiempo como una especie de monasterio: el espectáculo de las jóvenes princesas dedicadas la mayor parte del tiempo a hilar, bordar y a los ejercicios de devoción en la iglesia no tenía nada de extraordinario y, si Pulqueria impedía a los hombres el acceso a sus departamentos y a los de sus hermanas, era por una medida de elemental prudencia, en vista de que las lenguas de la corte andaban muy sueltas, y los oficiales bizantinos no se distinguían por su buena conducta. 

No comments: