Müller y la Teología de la Liberación
La ética social cristiana, por cristiana,
se apoya también en la revelación
(José Ignacio Calleja).- Leo un magnífico texto del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Müller, publicado en Amerindia y reproducido en Religión Digital, sobre sus experiencias con la Teología de la Liberación, y, subrayo dos carencias importantes, y reiteradas en el discurso teológico católico:
"Mientras que la ética social se fundamenta en el derecho natural y pretende asegurar las bases de un estado social y justo apoyándose en los principios de personalidad, subsidiaridad y solidaridad, en el caso de la teología de la liberación se trata de un programa práctico y teórico que pretende comprender el mundo, la historia y la sociedad y transformarlos a la luz de la propia revelación sobrenatural de Dios como salvador y liberador del hombre".
(No es correcto. La ética social cristiana, por cristiana, se apoya también en la revelación; por eso es teología; el prefecto la define aquí como filosofía moral; y la teología de la liberación desarrolla su propia ética social cristiana; no son alternativas, sino realidades derivadas).
"No han sido las aparentemente todopoderosas fuerzas del mercado, sino la mera codicia de hombres concretos, las que han provocado la actual crisis financiera mundial, cuyas consecuencias tienen que pagar una vez más los pobres y los más pobres de los pobres, con su vida, su salud, con su muerte prematura y todas las perspectivas perdidas, previstas por Dios para ellos...(la especulación financiera-fondos buitre) en ellos se pone de manifiesto de manera espantosa la tragedia de un mundo, de un mercado económico sin normas morales vinculantes".
(Está clara la contradicción del texto. Es la codicia humana, más no sólo ella, sino en el contexto de una estructura social de injusticia, un mercado sin normas morales vinculantes).
"Sólo será posible un nuevo comienzo radical, con un desarrollo que lleve a una sociedad más justa y la garantía de los derechos humanos por parte del Estado. Pero también es necesaria una espiritualidad de los derechos humanos".
(Se impone de nuevo que no sólo es cuestión de personas y conciencias individuales, sino, a la vez, de estructuras sociales y políticas justas).
Voy a resultar pesado y hasta pedante con estas consideraciones sobre la responsabilidad indisoluble de personas y estructuras en la injusticia actual, pero me parece vital aceptar esta clave en la evangelización social y en la fe cristiana.
Paz y bien.
RD
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