Palabra que acampa entre nosotros
El rey David dijo al profeta Natán: «Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro mientras el arca del Señor vive en una tienda…». «Ve y haz cuanto piensas…». Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor: «Ve y dile a mi siervo David: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella?». (2 S)
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz (Lc 1)
A qué nos estamos preparando
Hoy concluimos este tiempo de adviento, que hemos querido vivir como un tiempo “consciente y consecuente”.
El rey David es consciente de la contradicción que supone que él viva en una casa sólida mientras el arca del Señor en una simple tienda. Y busca ser consecuente, construyendo un templo donde viva el Señor. Pero el profeta, que en un primer momento aprueba sus planes, le hace ver el verdadero sentido de esa contradicción: Dios vive en una tienda ¨Jesús nace en un pesebre¨ no para que le construyamos un templo y quedarnos así tranquilos, sino para hacernos ver de esa manera su sorprendente soberanía. El primer domingo de adviento reconocíamos que “lo sorprendente no es que Dios se haga hombre; lo sorprendente es que Dios se haga pobre”.
Ese día la imagen que nos acompañaba era una manipulada “adoración de los pastores” de El Grego, donde el símbolo del dinero ocupaba el lugar central. Después de recorrer este adviento, retomamos hoy la misma imagen, sin trampa, poniendo en el centro al Niño indefenso y tierno que adoraremos esta noche.
La lectura del Evangelio nos invita a reconocer en ese niño al sol que nace de lo alto, que nos ha visitado para iluminar y guiar nuestros pasos, para que estos sean conscientes y consecuentes y así avancemos en el camino de la paz.
Cuestión de fondo
El rey David es consciente de la contradicción que supone que él viva en una casa sólida mientras el arca del Señor en una simple tienda. Y busca ser consecuente… sin cambiar su estilo de vida. A los cristianos nos puede pasar algo de esto: nos damos cuenta de que nuestro estilo de vida es, en algunos aspectos, incoherente con nuestra fe y buscamos hacerlos compatibles… sin estar dispuestos a cambiar la forma como vivimos. ¿En qué ha cambiado nuestra forma de vida al finalizar este tiempo de adviento?
Un gesto, una esperanza
Esta noche es Nochebuena. Seguro que ya has hecho todos los preparativos. ¿Has tenido en cuenta a los que no tienen tantas posibilidades como tú? ¿Has tenido en cuentra reservar un rato para el recogimiento y la oración?
Caminantes como nosotros
A lo largo de este adviento, hemos conocido a muchos caminantes como nosotros, gente de a pie, como tú y como yo. Personas como Chema y Ester, de Valencia, que están dando pequeños pasos para ir cambiando su estilo de vida. Hace un año decidieron hacer la prueba de vivir sin coche. Ellos mismos nos lo cuentan:
En noviembre del año pasado decidimos dar el coche de baja y no comprar ninguno. En su lugar optamos por estar un año sin coche y luego, a la vista del resultado, comprar uno o no.
Nuestra motivación ha sido en parte económica. Hemos hecho cálculos y resulta mucho más barato no tener coche. Sin embargo, la razón más importante tiene que ver con nuestra evolución hacia una conciencia ecológica cada vez mayor y la preocupación por la viabilidad medioambiental de nuestra forma de vivir.
Con estos planteamientos iniciamos esta nueva etapa. El tranvía sustituyó al coche para ir al trabajo. Los autobuses y trenes de cercanías han resuelto también muchos de los desplazamientos al pueblo, a la playa. También hemos compartido coche y gastos con amigos en los desplazamientos comunes. Los padres de Ester han puesto su coche a nuestra disposición y lo hemos utilizado tres o cuatro veces. Finalmente hemos alquilado un coche un par de veces. En total hemos utilizado un coche, bien solos, bien de forma compartida, unas veinte veces (es decir, entre dos y tres veces al mes).
Pero la historia no acaba aquí. Obviamente, el dejar de tener coche ha cambiado en cierta medida nuestra forma de vivir, y cambiar la forma lleva a cambiar el fondo. Sin coche somos más dependientes (por tanto, más “necesitados”). Nos vamos haciendo más pacientes, más conformados. Compartimos espacios con personas con menos medios económicos y eso te hace menos elitista. Pedimos más favores y, al devolverlos, hacemos más tupida nuestra red de solidaridad. Nada de esto estaba en nuestra mente cuando decidimos darnos este año de reflexión. Veremos qué más descubrimos.
Oración para que nos acompañe durante el día
Gracias, Señor, por este tiempo privilegiado de adviento que nos ha ayudado a ser conscientes y consecuentes. Gracias por las personas que han preparado esta campaña y por los caminantes como nosotros que nos estimulan y acompañan en el camino hacia otras formas de vida. Gracias por hacernos llegar un año más a esta noche de Navidad, en que celebramos tu presencia indefensa y tierna entre nosotros.
Cristianismo y Ecología
No comments:
Post a Comment