Sunday, May 19, 2013

Francisco amonesta a quienes hablan de moralismo



El Papa al mundo de la política: “Piensa en los bancos y no en los que mueren de hambre”

ANDREA TORNIELLICIUDAD DEL VATICANO
Papa Francisco ante la multitud de fieles repitió ayer por la tarde que la Iglesia no es una organización política ni una Ong. Además, pronunció juicios tan claros y netos sobre la pobreza, la crisis y sus causas como ningún político parece capaz de hacerlo. 


«Si disminuyen las inversiones, los bancos, todos se ponen a decir que es una tragedia. Si las familias están mal, no tienen qué comer, si la gente muere de hambre, entonces no pasa nada… Esta es nuestra crisis». Y la crisis no es solo «económica o cultural», sino que es una «crisis del hombre». «En la vida pública -explicó-, si no hay ética, todo es posible. En los periódicos leemos lo mal que hace a toda la humanidad la falta de ética».

Estas palabras pronunciadas durante la vigilia de Pentecostés, como respuesta a una pregunta sobre la “Iglesia pobre y para los pobres” que el primer Papa que lleva el nombre del pobrecillo de Asís afirmó desear, han estado presentes durante los discursos de estos días. Al recibir las cartas credenciales de cuatro nuevos embajadores ante la Santa Sede, el jueves pasado, Bergoglio habló sobre las raíces de la crisis financiera y del abismo que existe entre pobres y ricos, por lo que denunció el “fetichismo” del dinero y la “dictadura” de una economía sin rostro que considera al ser humano como un “bien de consumo”.


Este discurso, el más complejo que hasta ahora haya pronunciado Francisco sobre temas sociales, pasó un poco desapercibido, a pesar de que contuviera una denuncia precisa (y tal vez haya sido este el motivo de la poca atención recibida) de las causas del desequilibrio social. La causa, según el Papa, serían las «ideologías que promueven la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera, negando de esta manera el derecho al control de los Estados que se encargan del bien común».
 

Ayer, con los representantes de los movimientos, Francisco llamó a la radicalidad evangélica, explicando que, ante la crisis económica y de la ética pública, el aporte más eficaz que pueden ofrecer los cristianos es el de ofrecer el testimonio del Evangelio: salir de sí mismo, de los propios círculos autoreferenciales, dejar de ser «cristianos que discuten sobre teología mientras toman el té» en los salones e ir al encuentro de los pobres, de los necesitados.



Explicó que la caridad no es «una categoría sociológica». Y también dijo que ir hacia los pobres significa, para los cristianos, ir «hacia la carne de Cristo», por lo que este compromiso concreto pertenece a la esencia de la experiencia de la fe vivida y testimoniada verdaderamente. Un mensaje fuerte dirigido a todos, pero que, con su énfasis en la ética pública, representa un mensaje particular para todos los que pertenecen al mundo de la politica. En muchos, demasiados, casos (e incluso dentro de la Iglesia católica) los mensajes sobre la ética han sido desatendidos y catalogados de “moralismo” por los que han encubierto la inmoralidad, influyendo en las vidas concretas de muchas personas.



Desde que el nuevo Papa comenzó a dar sus primeros pasos, no han faltado círulos de intelectuales que lo han definido como “pauperístico”, olvidando que el nuevo Papa conoce y ha frecuentado a los pobres verdaderamente (sobre todo en las “villas miseria” de Buenos Aires). Y además, olvidando que en los Evangelios, escritos 17 siglos antes de “El capital” de Marx, también habla sobre los pobres.



Por ello, Francisco se preguntó: ¿qué mundo hemos construido, si un vagabundo que muere de frío ya no es noticia, o si la muerte por hambre de muchos niños  es una realidad a la que nos hemos acostumbrado? El Papa dijo el jueves pasado ante los nuevos embajadores: «ama a todos, ricos y pobres», pero «tiene el deber, en nombre de Cristo, de recordar al rico que debe ayudar al pobre, respetarlo, promoverlo». Menos mal que todavía queda alguien que nos lo recuerda.

Vatican Insider

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