Thursday, May 16, 2013

Evangelio y Vida por Cardenal Óscar Rodríguez Madariaga, sdb



Jn 17, 20-26

No ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mi.
Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en tí, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno -yo en ellos y tú en mí- para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me amaste a mí, Padre, quiero que los que tú me diste estén conmigo donde yo esté, para que contemplen la gloria que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo.
Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te conocí, y ellos reconocieron que tú me enviaste. Les di a conocer tu Nombre, y se los seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me amaste esté en ellos, y yo también esté en ellos.




Cuánto aprecia Jesús la unidad de los cristianos que la hace objeto de su oración y le dedica un espacio destacado en esta hermosa plegaria, mientras se apresta a su sacrificio.
La preocupación amorosa de Jesús por cada uno de nosotros me hace sentir dentro de su corazón, incluido, alojado ahí, parte suya, amado, querido, llamado a la vida desde antes del tiempo.
Conocer este amor, experimentarlo, sentirlo y gozarlo puede transformar hoy mi jornada y darle un sentido de fiesta y de alegría, ¡soy amado!

Cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga, sdb
Evangelio y Vida

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