Thursday, May 02, 2013

¿Y si Francisco vende el Vaticano? José Ignacio Postigo, provincial de Castilla de la Orden de la Merced



“Si la culpa fuera moza, soltera se quedaría”.  Es uno de los refranes más sabios de nuestro idioma. Tengo yo un colega que me viene dando la paliza desde hace unos años con el consabido tema vaticano, diciendo que a ver cuándo el Papa vende las propiedades, incluyendo por supuesto museos y Basílica de san Pedro, y reparte los cuantiosos beneficios de la venta en forma de bocatas de salchichón para los pobres. Es el típico comentario demagógico que les fascina hacerte  a los invitados de las bodas cuando esperando a los novios -o a los langostinos- se dan cuenta de que eres el cura que les ha casado…yo ya he sufrido unos cuantos. Y les suelo responder siempre lo mismo: “Imagínate –les digo- que efectivamente mañana el Papa –que no puede hacerlo, pero en fin, entro en este juego absurdo- vende el Vaticano enterito… ¿a ti en qué te cambia la vida?”. Y ellos, muy dignos, me responden todos  igual, al unísono, como si se conocieran de toda la vida, los tíos, y eso que son bodas distintas y langostinos de mares diferentes:

“¿A MÍ…CAMBIARME LA VIDA? EN NADA”. Ya.

Veamos: no digo yo que a mi colega le falte razón, y por supuesto que es planteable  y a mi juicio hasta muy necesario un giro copernicano en la forma de entender la riqueza de la iglesia institucional y su función al servicio de los más pobres: ya está escrito mil veces y en mil épocas (pero mi colega no lo ha leído, claro). Ha venido el Papa Francisco a besar los pies de doce menores casi encarcelados y están los periodistas demagogos flipando y descubriendo la pólvora (pero tontitos, vamos a ver: ¿qué otra cosa hizo Jesucristo? Ah, que no lo habéis leído… entonces os perdono). Ha venido el Papa Francisco a ponerse una cruz sencilla, a acercarse a los humildes rompiendo el protocolo y volviendo locos a los de seguridad y es noticia de primera página en prensa y telediarios: un bombazo mediático. Ha venido el Papa Francisco a pedir sencillez y sobriedad en la liturgia, cercanía en el lenguaje, sensibilidad y afecto, y es que es el no va más. Ha venido el Papa Francisco a vivir en un apartamentico vaticano de los años 60, se ha pagado su posada tras el cónclave y parece el héroe del cono sur. A mí personalmente también me gustan estos gestos –en un mundo en el que, tristemente, los solo gestos tienen tanta importancia- y me cae bien, como a muchos de ustedes, el Papa Francisco. Pero este no es el tema.

El tema es mi colega. Cuando yo le diga a mi colega que el Papa apuesta por la sobriedad y la mesura, se hace pobre con los pobres, besa los pies de los leprosos, vive en un cuchitril de mala muerte –que no lo será, pero imaginémoslo, en cualquier caso será una vivienda menos opulenta que muchas de La Moraleja, segurísimo– y decide, porque ha tenido fiebre acompañada de pesadilla, vender el Vaticano y repartir beneficios (por cierto: ¿a quién se puede vender el Vaticano? ¿Aun banco? ¿A la gente en general, a qué gente?¿Aun país?¿Ami colega para que lo revenda y saque un pingüe beneficio…?), digo, cuando decida esto por fin el Papa, esta es la pregunta del millón: ¿Qué hará mi colega? ¿De qué le servirá esta actitud encomiable del Papa para su vida cotidiana? ¿Cómo afectará a su solidaridad con los que más sufren? ¿Es que va a convertirse en un nuevo Zaqueo y a repartir cuatro veces más? ¿Se pondrá en la fila de los afiliados a Cáritas porque este Papa sí que vale y hay que ver qué maravilloso ejemplo da?. Respuesta: NO. Y ¿por qué no?. Pues muy sencillo, hermanos: porque a mi colega le da igual, o hasta le asusta, una iglesia institución al servicio de los más pobres, no siendo que le toque comprometerse y sus obras salgan a la luz… Estoy seguro de que mi colega prefiere al Papa lavándose la cara bajo el chorro de unos grifos de oro: le viene muy bien. Porque a mi colega, en el fondo, le importa tres pepinos el Papa Francisco; lo que a mi colega le importa es su pasta, asegurarse un buen fondo de pensiones y vivir cojonudamente si se puede… ¿o va a renunciar él al último modelo deToyota porque el Papa ha vendido el Vaticano y está ejemplarmente comiendo la sopa de los pobres? Nanay de la China. Monsergas. Demagogia barata que ya conocéis, de esa de la que se habla en todas las bodas entre langostino y sorbete de mandarina. El caso es buscar un chivo expiatorio para cargarle con nuestras incongruencias e insolidaridades y echarlo al desierto de nuestros olvidos, bien lejos. O al correveidile de nuestras reuniones festivas, un poquito más cerca.

Todos somos culpables, en mayor o menor medida, de la injusticia que sufre medio mundo, o más.... La Iglesia también, cada uno también, tú también. Y también tenemos la posibilidad maravillosa de contribuir a paliar el sufrimiento… con actitudes personales (como algunos, gracias a Dios, ya hacen). No con charlitas. Porque la culpa de lo que pasa nos la vamos tirando unos a otros a la cara y al final la única que se queda sin langostinos de bodas es ella, la pobre culpa: soltera y, sobre todo, y nunca mejor dicho, SIN COMPROMISO. Si la culpa fuera moza, soltera se quedaría. Este brindis de boda tiene un destinatario evidente: va por mi colega. Ten cuidado amigo (o amiga colega), no sea que a este Papa se le ocurra vender el Vaticano: a ver qué haces

José Ignacio Postigo
Caminos de Liberación

No comments: