¿Qué hace que Dios nos ame?
Está bien cumplir la ley y ser responsable. Pero está mal pensar que esto hace que Dios nos ame! ¿Porqué? Porque Jesús nos muestra algo totalmente diferente, y necesitamos, una y otra vez, ser impactadas/os por las formas “al revés” de cómo Dios ve las cosas. Jesús nos revela el extraño punto de vista de Dios, al asociarse con los rechazados y despreciados de la sociedad de su tiempo. Los pobres, los enfermos, los poseídos, los extranjeros, son sus compañeros de mesa. También lo son las mujeres, los cobradores de impuestos y las prostitutas. Si agregas también “esa gente maldita” que no conoce la ley (Juan 7:49), y vas a tener un grupo con una plena y mala reputación!
Pero éstos son, de hecho, los elegidos por el Hijo de Dios. El mensaje es que la especial compasión de Dios es por los pobres, los despreciados y los indeseados. El Corazón de Dios es atraído, en primer lugar, por los que están en el fondo de la pirámide humana, y por eso Jesús coloca en ellos su primera mirada.
Esto significa que Dios parece amar a las personas tal como son, con toda su ineptitud y fragilidad. No nos ganamos el amor de Dios, ¡porque no tenemos que hacerlo! Ya somos totalmente amadas y amados. Esto coloca a los que cumplen la ley y son responsables, en una posición disminuída, hasta que se dan cuenta que el amor divino nunca es merecido. Ellas y ellos son desafiados a dejar atrás la autosuficiencia, y a responder con gratitud a este amor gratuito. Entonces deben amar a ese vecino odioso, en la misma forma como Dios los ama. “Esto”, nos dice Dios, “es mi mejor plan para la transformación de la sociedad humana!”
Adaptado de la obra de Gerry O’Hanlon SJ: A Renewed Devotion to the Sacred Heart. Dublin, Messenger Publications, 1992.
Espacio Sagrado
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