Francisco defiende la ternura de Dios, "incluso cuando reprende"
"Estamos en las manos de Dios, que nos nos abandonan", afirma en Santa Marta
(RV).- Confiémonos en Dios como un niño se confía en las manos de su papá. Es lo que ha afirmado el Papa Francisco en la Misa de esta mañana en la Casa Santa. El Papa ha afirmado que el Señor nunca nos abandona y ha destacado que incluso cuando nos reprende, Dios no nos da una bofetada sino una caricia.
"Dios ha creado el hombre para la incorruptibilidad", pero "por la envidia del diablo entró la muerte en el mundo". El Papa Francisco ha desarrollado su homilía deteniéndose en la Primera Lectura, una cita del Libro de la Sabiduría que recuerda nuestra creación. La envidia del diablo, afirmó el Papa, ha hecho que se iniciase esta guerra, "este camino que termina con la muerte". Esta última, afirmó, "entró en el mundo y la experimentan todos los que le pertenecen. Es una experiencia que hacemos todos".
"Todos debemos pasar por la muerte, pero una cosa es pasar por esta experiencia con una pertenencia al diablo y otra pasar por esta experiencia de la mano de Dios. Me gusta escuchar esto: ‘Estamos en las manos de Dios desde el principio'. La Biblia nos explica la Creación, usando una imagen bella: Dios, con sus manos nos hace del barro, de la tierra a Su imagen y semejanza. Son las manos de Dios las que nos han creado: el Dios artesano, ¿eh? Como un artesano nos ha hecho. Estas manos del Señor... Las manos de Dios, que no nos abandonan".
La Biblia, prosiguió, narra que el Señor le dice a su pueblo: "Yo camino contigo, como un papá con su hijo, llevándolo de la mano". Son las manos de Dios, añadió, "las que nos acompañan en el camino".
"Nuestro Padre, como un Padre con su hijo, nos enseña a caminar. Nos enseña a ir por el camino de la vida y de la salvación. Son las manos de Dios las que nos acarician en los momentos de dolor, nos consuelan. ¡Es nuestro Padre el que nos acaricia! Nos quiere mucho. Y también en estas caricias, muchas veces, está el perdón. Este pensamiento me ayuda. Jesús, Dios, ha traído consigo sus llagas: se las hace ver al Padre. Este es el precio: ¡las manos de Dios son manos llagadas por amor! Y esto nos consuela mucho".
"Dios ha creado el hombre para la incorruptibilidad", pero "por la envidia del diablo entró la muerte en el mundo". El Papa Francisco ha desarrollado su homilía deteniéndose en la Primera Lectura, una cita del Libro de la Sabiduría que recuerda nuestra creación. La envidia del diablo, afirmó el Papa, ha hecho que se iniciase esta guerra, "este camino que termina con la muerte". Esta última, afirmó, "entró en el mundo y la experimentan todos los que le pertenecen. Es una experiencia que hacemos todos".
"Todos debemos pasar por la muerte, pero una cosa es pasar por esta experiencia con una pertenencia al diablo y otra pasar por esta experiencia de la mano de Dios. Me gusta escuchar esto: ‘Estamos en las manos de Dios desde el principio'. La Biblia nos explica la Creación, usando una imagen bella: Dios, con sus manos nos hace del barro, de la tierra a Su imagen y semejanza. Son las manos de Dios las que nos han creado: el Dios artesano, ¿eh? Como un artesano nos ha hecho. Estas manos del Señor... Las manos de Dios, que no nos abandonan".
La Biblia, prosiguió, narra que el Señor le dice a su pueblo: "Yo camino contigo, como un papá con su hijo, llevándolo de la mano". Son las manos de Dios, añadió, "las que nos acompañan en el camino".
"Nuestro Padre, como un Padre con su hijo, nos enseña a caminar. Nos enseña a ir por el camino de la vida y de la salvación. Son las manos de Dios las que nos acarician en los momentos de dolor, nos consuelan. ¡Es nuestro Padre el que nos acaricia! Nos quiere mucho. Y también en estas caricias, muchas veces, está el perdón. Este pensamiento me ayuda. Jesús, Dios, ha traído consigo sus llagas: se las hace ver al Padre. Este es el precio: ¡las manos de Dios son manos llagadas por amor! Y esto nos consuela mucho".
Muchas veces, prosiguió, escuchamos decir a las personas que no saben en quien confiar: "¡Confíate a las manos de Dios!". Esto, observó Papa Francisco, "es bello" porque "allí estamos seguros: es la máxima seguridad, porque es la seguridad de nuestro Padre que nos quiere mucho". "Las manos de Dios, comentó, también nos curan de nuestras enfermedades espirituales".
"Pensemos en las manos de Jesús, cuando tocaba a los enfermos y los curaba... son las manos de Dios: ¡nos curan! ¡No me imagino a Dios dándonos una bofetada! No me lo imagino. Reprendiéndonos sí me lo imagino, porque lo hace. Pero nunca, nunca nos hiere. ¡Nunca! Nos acaricia.
"Pensemos en las manos de Jesús, cuando tocaba a los enfermos y los curaba... son las manos de Dios: ¡nos curan! ¡No me imagino a Dios dándonos una bofetada! No me lo imagino. Reprendiéndonos sí me lo imagino, porque lo hace. Pero nunca, nunca nos hiere. ¡Nunca! Nos acaricia.
También cuando nos reprende lo hace con una caricia porque es Padre. ‘Las almas de los justos están en las manos de Dios'. Pensemos en las manos de Dios, que nos ha creado como un artesano, que nos ha dado la salud eterna. Son manos llagadas y nos acompañan en el camino de la vida. Confiémonos en las manos de Dios, como un niño se confía en las manos de su papá. ¡Esas son manos seguras!".
RD
Papa en Santa Marta: "Las manos de Dios acarician en los momentos de dolor"
12 noviembre, 2013 (Romereports.com) El Papa Francisco explicó en su homilía en Casa Santa Marta que Dios nunca abandona a las personas. Su respuesta es siempre una caricia, nunca una bofetada, dijo el Papa.
Francisco
“Nuestro Padre, como un padre con su hijo, nos enseña a caminar. Nos enseña a ir por el camino de la vida y de la salvación . Son las manos de Dios que acarician en los momentos de dolor, que nos consuelan . ¡Nuestro Padre nos acaricia! Nos quiere mucho. Y también en estas caricias, muchas veces, está el perdón”.
El Papa añadió que Dios creó al hombre para la inmortalidad pero que fue la envidia del diablo la que introdujo la muerte en el mundo. Aún así, dijo Francisco, “las manos de Dios lo acompañan siempre en el camino”.
EXTRACTO DE LA HOMILÍA DEL PAPA
(Fuente: Radio Vaticana)
"Todos debemos pasar por la muerte, pero una cosa es pasar por esta experiencia con una pertenencia al diablo y otra cosa es pasar por esta experiencia de la mano de Dios. Y a mí me gusta sentir esto: “Estamos en las manos de Dios”, pero desde el inicio. La Biblia nos explica la creación, usando una imagen bella: Dios que, con sus manos nos hace del fango, de la tierra a su imagen y semejanza. Han sido las manos de Dios que nos han creado: ¡el Dios artesano, eh! Como un artesano nos ha hecho. Estas manos del Señor… Las manos de Dios, que no nos han abandonado".
“Nuestro Padre, como un padre con su hijo, nos enseña a caminar. Nos enseña a ir por el camino de la vida y de la salvación . Son las manos de Dios que acarician en los momentos de dolor, que nos consuelan. ¡Nuestro Padre nos acaricia! Nos quiere mucho. Y también en estas caricias, muchas veces, está el perdón. Una cosa que a mí me hace bien pensarla. Jesús, Dios, ha llevado consigo sus llagas: las hace ver al Padre. Éste es el precio: ¡las manos de Dios son manos llagadas por amor! Y esto nos consuela tanto".
"Pensemos en las manos de Jesús, cuando tocaba a los enfermos y los curaba… Son las manos de Dios: ¡nos curan! ¡Yo no me imagino a Dios dándonos una bofetada! No me lo imagino. ¡Reprochándonos, sí me lo imagino, porque lo hace! Pero jamás, jamás, nos hiere. ¡Jamás! Nos acaricia. También cuando debe reprocharnos lo hace con una caricia, porque es Padre. “Las almas de los justos están en las manos de Dios”. Pensemos en las manos de Dios, que nos ha creado como un artesano, nos ha dato la salud eterna. Son manos llagadas y nos acompañan en el camino de la vida. Encomendémonos en las manos de Dios, como un niño se encomienda en la mano de su papá. ¡Esa es una mano segura!"
Cuando nos reprocha, Dios nos acaricia y jamás nos hiere, dice el Papa en su homilía
Escucha el audio, aquí
Encomendémonos a Dios como un niño se encomienda en las manos de su papá. Es cuanto afirmó el Papa Francisco en la Mesa matutina celebrada en la Casa de Santa Marta. El Papa reafirmó que el Señor jamás nos abandona y subrayó que incluso cuando nos reprocha, Dios no nos da una bofetada sino una caricia.
“Dios ha creado al hombre para la incorruptibilidad”, pero “por la envidia del diablo entró la muerte en el mundo”. El Papa comentó en su homilía la Primera Lectura, correspondiente a un pasaje del Libro de la Sabiduría que recuerda nuestra creación. La envidia del diablo, afirmó, ha hecho que comenzara esta guerra, “este camino que termina con la muerte”. Y reafirmó que esta última “ha entrado en el mundo y hacen experiencia de ella aquellos que le pertenecen”. Es una experiencia que todos hacemos:
Todos debemos pasar por la muerte, pero una cosa es pasar por esta experiencia con una pertenencia al diablo y otra cosa es pasar por esta experiencia de la mano de Dios. Y a mí me gusta sentir esto: “Estamos en las manos de Dios”, pero desde el inicio. La Biblia nos explica la creación, usando una imagen bella: Dios que, con sus manos nos hace del fango, de la tierra a su imagen y semejanza. Han sido las manos de Dios que nos han creado: ¡el Dios artesano, eh! Como un artesano nos ha hecho. Estas manos del Señor… Las manos de Dios, que no nos han abandonado.
La Biblia, prosiguió explicando el Papa, narra que el Señor dice a su pueblo: “Yo he caminado contigo, como un papá con su hijo, llevándolo de la mano”. Son precisamente las manos de Dios, añadió, “las que nos acompañan en el camino”:
Nuestro Padre, como un Padre con su hijo, nos enseña a caminar; nos enseña a ir por el camino de la vida y de la salvación. Son las manos de Dios que nos acarician en los momentos del dolor, nos consuelan. ¡Es nuestro Padre quien nos acaricia! Nos quiere tanto. Y también en estas caricias, tantas veces, está el perdón. Una cosa que a mí me hace bien pensarla. Jesús, Dios, ha llevado consigo sus llagas: las hace ver al Padre. Éste es el precio: ¡las manos de Dios son manos llagadas por amor! Y esto nos consuela tanto.
Tantas veces, prosiguió diciendo Francisco, oímos decir de personas que no saben en quien confiar: “¡Me encomiendo en las manos de Dios!”. Y observó que esto “es bello” porque “allí estamos seguros: es la máxima seguridad, porque es la seguridad de nuestro Padre que nos quiere”. “Las manos de Dios – comentó – también nos curan de nuestras enfermedades espirituales”:
Pensemos en las manos de Jesús, cuando tocaba a los enfermos y los curaba… Son las manos de Dios: ¡nos curan! ¡Yo no me imagino a Dios dándonos una bofetada! No me lo imagino. ¡Reprochándonos, sí me lo imagino, porque lo hace! Pero jamás, jamás, nos hiere. ¡Jamás! Nos acaricia. También cuando debe reprocharnos lo hace con una caricia, porque es Padre. “Las almas de los justos están en las manos de Dios”. Pensemos en las manos de Dios, que nos ha creado como un artesano, nos ha dato la salud eterna. Son manos llagadas y nos acompañan en el camino de la vida. Encomendémonos en las manos de Dios, como un niño se encomienda en la mano de su papá. ¡Esa es una mano segura!
(María Fernanda Bernasconi – RV
“Dios ha creado al hombre para la incorruptibilidad”, pero “por la envidia del diablo entró la muerte en el mundo”. El Papa comentó en su homilía la Primera Lectura, correspondiente a un pasaje del Libro de la Sabiduría que recuerda nuestra creación. La envidia del diablo, afirmó, ha hecho que comenzara esta guerra, “este camino que termina con la muerte”. Y reafirmó que esta última “ha entrado en el mundo y hacen experiencia de ella aquellos que le pertenecen”. Es una experiencia que todos hacemos:
Todos debemos pasar por la muerte, pero una cosa es pasar por esta experiencia con una pertenencia al diablo y otra cosa es pasar por esta experiencia de la mano de Dios. Y a mí me gusta sentir esto: “Estamos en las manos de Dios”, pero desde el inicio. La Biblia nos explica la creación, usando una imagen bella: Dios que, con sus manos nos hace del fango, de la tierra a su imagen y semejanza. Han sido las manos de Dios que nos han creado: ¡el Dios artesano, eh! Como un artesano nos ha hecho. Estas manos del Señor… Las manos de Dios, que no nos han abandonado.
La Biblia, prosiguió explicando el Papa, narra que el Señor dice a su pueblo: “Yo he caminado contigo, como un papá con su hijo, llevándolo de la mano”. Son precisamente las manos de Dios, añadió, “las que nos acompañan en el camino”:
Nuestro Padre, como un Padre con su hijo, nos enseña a caminar; nos enseña a ir por el camino de la vida y de la salvación. Son las manos de Dios que nos acarician en los momentos del dolor, nos consuelan. ¡Es nuestro Padre quien nos acaricia! Nos quiere tanto. Y también en estas caricias, tantas veces, está el perdón. Una cosa que a mí me hace bien pensarla. Jesús, Dios, ha llevado consigo sus llagas: las hace ver al Padre. Éste es el precio: ¡las manos de Dios son manos llagadas por amor! Y esto nos consuela tanto.
Tantas veces, prosiguió diciendo Francisco, oímos decir de personas que no saben en quien confiar: “¡Me encomiendo en las manos de Dios!”. Y observó que esto “es bello” porque “allí estamos seguros: es la máxima seguridad, porque es la seguridad de nuestro Padre que nos quiere”. “Las manos de Dios – comentó – también nos curan de nuestras enfermedades espirituales”:
Pensemos en las manos de Jesús, cuando tocaba a los enfermos y los curaba… Son las manos de Dios: ¡nos curan! ¡Yo no me imagino a Dios dándonos una bofetada! No me lo imagino. ¡Reprochándonos, sí me lo imagino, porque lo hace! Pero jamás, jamás, nos hiere. ¡Jamás! Nos acaricia. También cuando debe reprocharnos lo hace con una caricia, porque es Padre. “Las almas de los justos están en las manos de Dios”. Pensemos en las manos de Dios, que nos ha creado como un artesano, nos ha dato la salud eterna. Son manos llagadas y nos acompañan en el camino de la vida. Encomendémonos en las manos de Dios, como un niño se encomienda en la mano de su papá. ¡Esa es una mano segura!
(María Fernanda Bernasconi – RV
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