NO TENEMOS IMAGINACIÓN
Por José María Maruri SJ
1.- Dios no es Dios de Muertos sino de vivos, porque para Él todos están vivos... La muerte como punto final, como término de la vida nos la hemos inventado nosotros convirtiendo a un Dios de Vida en un Dios de muertos, un Dios que un día, cuando todo haya acabado reinará sobre el silencio de un inmenso cementerio galáctico. Este es el Dios que nos hemos hecho nosotros, de crespones negros, de ornamentos negros, de infinitos cementerios...
-- ¿Qué sentido tendría el perdón y la misericordia de Dios si todo acaba en nada?
--¿Qué sentido tiene que Dios nos envíe a su Hijo a caminar ante nosotros un camino que al fin acaba en el cementerio?
--¿Qué sentido tiene que Jesús nos diga que Él es la Resurrección y la vida?
--¿Resurrección de quién y vida de qué si Dios no es Dios de vivos?
2.- Hemos hecho de la muerte término definitivo cuando no es más que el
dintel de una muerte que une dos habitaciones llenas de luz.
--Es el lugar de confluencia del río de la vida terrena que en ese punto confunde sus aguas con el inmenso río de la vida de Dios.
--Es el caer de la gota de lluvia sobre el mar sin límites de un eterno vivir
-- Es el palidecer de la luz de las estrellas mezclada con la radiante luz del sol que no mata la luz estelar.
--Es la pálida luz de la aurora que se va a desplegar en pleno día
3.- Aquellos saduceos, para ridiculizar la resurrección de los muertos, en que no creían, inventan el ejemplo de la mujer casa con siete maridos y preguntan: ¿al resucitar de quien será mujer?
Y vosotros y yo, que creemos en la resurrección de los muertos, hemos hecho no pocas bromas imaginando a los muertos buscando sus propios huesos mezclados con los de otros, o reclamando una víscera trasplantada a otro hombre.
Y es que tratamos de imaginar lo inimaginable o, si queréis, tenemos tan poca imaginación que no podemos imaginar otra vida que una que no sea calcada en la vida que llevamos ahora, sin conceder a Dios sapientísimo imaginación e invectiva suficientes como para poder programar otras vidas y otros planes distintos y muchos más hermosos.
4.- Creemos en un Dios que es espíritu y que no es palpable con nuestras manos y sin embargo se nos hace imposible pensar en este tu yo en cuerpos espirituales, como dice San Pablo. En realidad, a ese Dios espiritual le ponemos barbas blancas y le hacemos el Padre, o le pintamos en forma de paloma y le llamamos Espíritu Santo.
Es nuestra innata tendencia a pensar que nosotros somos el patrón de sastre por el que todo ser viviente tiene que estar recortado según somos nosotros. Por eso si habla de un extraterrestre que ha venido en un platillo volante le ponemos inmediatamente dos piernas y dos brazos y una cabeza porque si no es como nosotros no es un ser vivo. ¡Qué poca imaginación la nuestra!
Y es lo que Jesús viene a decirnos en el evangelio de hoy: dejad a parte vuestra infinitesimal imaginación y cree en el Reino de los Cielos sobre el que Dios quiere reinar no será un cementerio de muertos, sino un Reino formado por nosotros nuevos seres vivientes, que viviremos en un mundo nuevo bajo un solo Señor que es ciertamente un Dios de vivos.
Betania
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