Cuando le preguntaron cómo debía utilizarse la Escritura, el Maestro refirió cómo, siendo él profesor, hizo a sus alumnos esta pregunta:
«¿ Cómo mediríais la altura de un edificio con ayuda de un barómetro aneroide?»
Y un brillante alumno respondió: «Descolgaría el barómetro atado con una cuerda y mediría la longitud de ésta».
«Ingenioso, ¿verdad?, a pesar de su ignorancia», comentó el Maestro.
Y luego añadió: «Así es el ingenio y la ignorancia de quienes emplean el cerebro para comprender la Escritura, que es como emplearlo para 'comprender' una puesta de sol, o el océano, o el rumor del viento entre los árboles».
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