Después de las explicaciones del padre Lombardi, la carta del Prefecto del ex Santo Oficio con la que pide cambiar el texto de las “líneas guía”
ANDREA TORNIELLICIUDAD DEL VATICANO
Cuando, a principios de octubre, el documento obtuvo los honores de la crónica internacional por sus aperturas hacia los divorciados que se han vuelto a casar, intervino el padre Federico Lombardi para explicar: «no cambia nada, no hay ninguna novedad para los divorciados que se han vuelto a casar: el documento proviene, efectivamente, de una oficina pastoral local y no toca las responsabilidades del obispo. Se trata de una fuga hacia adelante que no es oficialmente expresión de la autoridad diocesana». Desde hace algunos días llegó la postura oficial que se aleja de las “líneas guía” aperturistas expresadas por un ente diocesano por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe que dirige el arzobispo Gerhard Ludwig Müller.
Con una carta fechada el 21 de octubre, pero que apareció ayer en el “Tagespost” (el mismo diario que publicó el 15 de junio un amplio artículo en el que el Prefecto de la doctrina de la fe se expresaba en contra de posibles aperturas con respecto al argumento de las segundas nupcias; el artículo habría sido publicado posteriormente por “L’Osservatore Romano”), el arzobispo Müller rechaza algunas de las posturas expresadas en el documento de la diócesis de Friburgo, que todavía dirige el presidente de la Conferencia Episcopal alemana, que está por llegar al final de su mandato, Robert Zollitsch. La carta del Prefecto fue enviada a Zollitisch y a todos los obispos del país.
Müller reconoce que las “líneas guía” publicadas” en Friburgo durante el mes de octubre presentan «indicaciones pastorales correctas e importantes», pero al mismo tiempo usan una «terminología poco clara» y se alejan de la enseñanza de la Iglesia en dos puntos. El primero está relacionado con la posibilidad de que una pareja de divorciados llegue «responsablemente» a una decisión «de consciencia» que los lleve a acercarse a la comunión. En este caso, según quienes redactaron el documento, el párroco y la comunidad deben respetar su decisión. Müller insistió en que los divorciados que se han vuelto a casar deben ser invitados a participar en la vida de la Iglesia, pero que no pueden ser admitidos en el sacramento de la Eucaristía. Hacerlo implicaría «una desorientación de los fieles relacionada con el magisterio de la Iglesia sobre la indisolubilidad de las nupcias».
El segundo punto, en cambio, está relacionado con la oración y la bendición de las parejas de divorciados que se han vuelto a casar. «Ceremonias de este tipo fueron prohibidas expresamente por Juan Pablo II y por Benedicto XVI». Por lo tanto, escribió Müller, «debido a las citadas divergencias, el proyecto de las “líneas-guía” debe ser retirado y replanteado de manera tal que no avale vías pastorales en contra del magisterio de la Iglesia».
Era evidente, desde el principio, que las líneas guía de Friburgo en lugar de ayudar habrían complicado el difícil camino de la fase de preparación del Sínodo extraordinario sobre la pastoral familiar. El Papa quiere que la discusión sobre este argumento también sea amplia y que cuente con la participación de las Iglesias locales; sin embargo Müller consideró importante volver a insistir al respecto como una prevención, tanto que volvió a publicar en “L’Osservatore Romano” el artículo en el que (siempre recordando las enseñanzas de la Iglesia) cancelaba drásticamente posibles aperturas, como las que prevé la praxis ortodoxa (que admite la bendición de una segunda unión para el cónyuge sin culpa que haya sido abandonado). A la que había aludido Papa Francisco en la entrevista concedida a los periodistas durante el vuelo de regreso de la JMJ de Río de Janeiro. La nueva publicación de su artículo, según lo que escribe el “Tagespost”, habría sido decidida «después de consultarse con el Santo Padre».
Una crítica abierta al artículo de Müller, definido como «una erupción de doctrina» y un «recinto» alrededor del «hospital de campo» de la misericordia (imagen utilizada por Francisco para definir la tarea de la Iglesia hacia todos los «heridos» de la sociedad moderna), llegó de uno de los 8 cardenales consejeros del Papa, el arzobispo de Mónaco de Baviera, Reinhard Marx: «El Prefecto para la Doctrina de la Fe no puede cancelar la discusión».
Vatican Insider
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