Participar o no en las elecciones es una decisión política y también moral. Toda actitud en éste u otros temas que afectan a la vida del pueblo, especialmente a los excluidos, además del resto de los seres vivos y la armonía ecológica, es política.
La Iglesia nos estimula en numerosos documentos a tomar muy en serio este aspecto.
Por ejemplo, Pablo VI indicó que "la política es la actividad más noble de la persona", tal como también lo señala el Concilio Vaticano II. Por ello, la actitud a ser adoptada en las elecciones cada cuatro años, no es suficiente si luego nos desentendemos de la acción de quienes hayan sido electos y que decidirán en nombre nuestro.
No obstante la existencia de un panorama político poco atractivo, el Comité Oscar Romero-Chile hace un llamado a:
1º Hacer un esfuerzo para conocer quiénes son los candidatos y cuáles han sido sus trayectorias.
2º Indagar sobre los intereses que defienden y el partido o movimiento que los postula, porque no todos los candidatos y coaliciones son iguales.
3º Crear diálogos al respecto y fundamentar los planteamientos, ya que la información que entregan los medios se limita a eslóganes sin contenido y los discursos y promesas se reducen sólo a palabras. Hay que desconfiar de las campañas millonarias, con derroche de recursos, porque constituyen un insulto para los pobres, son financiados por los grupos económicos más poderosos para que más tarde se legisle en su favor y ensucian y afean las ciudades con publicidad engañosa que no ayuda a pensar.
4º Es importante informarse y compartir sobre la amplia invitación que algunas organizaciones sociales realizan llamando a marcar el voto con las letras A.C., (lo que no anula el voto), para solicitar una Asamblea Constituyente que, con participación de todo el pueblo, termine con la actual Constitución antidemocrática por haber sido impuesta a la fuerza por la dictadura militar-empresarial.
5º Respecto de los candidatos mismos, observar quienes son abiertamente críticos de la escandalosa concentración de riquezas; de disminuir la desigualdad de la sociedad; de entregar mayores garantías para responder a las principales demandas populares como son: el derecho a educación en igualdad de condiciones, atención y prevención de salud, vivienda digna, trabajo justamente remunerado, medio ambiente, agua y alimentos sanos, respeto de los derechos humanos de todos, en especial, del pueblo mapuche y nacionalización del cobre, entre otros temas.
Es válido recordar al obispo mártir Oscar Arnulfo Romero, quien afirmo que "la
dimensión política de la fe se descubre y se la descubre correctamente más bien en una práctica concreta al servicio de los pobres". (2.2.1980).
Noviembre de 2013.
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