Privatización del agua.
El papa Francisco convoca el 1 de septiembre, la Jornada Mundial por el Cuidado de la Creación, con el subtítulo “Custodios del agua”. Para bucear en el significado de esta Jornada, empiezo narrando un acontecimiento local de Cochabamba (Bolivia). Lo podemos titular “el agua ¿bien privado o bien común?”
Nos situamos en el año 2000. El Banco Mundial impulsó a la multinacional Bechtel a firmar un contrato con Hugo Banzer, presidente y ex dictador de Bolivia. Se trataba de privatizar el servicio de suministro de agua a un consorcio empresarial en que formaba parte la española Abengoa S.A.
Poco después, las cuotas del agua se elevaron entre el 30% y el 300%. También, para blindar los intereses de este consorcio multinacional, el parlamento boliviano aprobó una ley que autorizaba cobrar a esta multinacional por el uso particular de los acuíferos públicos, o sea por el agua que los vecinos obtuvieran de sus pozos, recogieran del río o incluso de la lluvia. Además, si los ciudadanos no pagaban, la multinacional estaba autorizada a desahuciarles y quedarse con sus casas.
Ante este abuso, la población respondió con manifestaciones multitudinarias de protesta y huelgas generales. Se declaró la ley marcial y la policía boliviana mató al menos a una persona (Víctor Hugo Daza, de 17 años) e hirió a 170 participantes en las protestas.
Después de 15 años de resistencia, el gobierno de Bolivia rescindió el contrato con Bechtel y la nueva multinacional.
DIMENSIÓN SOCIOPOLÍTICA DE LA JORNADA
En definitiva, la pugna del agua en Cochabamba es la pelea entre dos maneras de pensar: los que consideran al agua un bien comercial (como el trigo o el café), y quienes defienden que es un bien social relacionado con el derecho a la vida, como el aire para respirar.
En el primer caso, los que tengan el dinero tendrán el poder, dado que el agua es una necesidad vital de los ciudadanos. Así se ve en los 8 conflictos geopolíticos del agua en el mundo.
De hecho, en los últimos tiempos, las mayores multinacionales han pasado a controlar el agua en gran parte del planeta: dos corporaciones francesas, Vivendi y Suez, dominan en torno al 70% del mercado de los servicios de agua de todo el mundo.
Y así, mientras que, según la Cruz Roja, un niño muere cada 4 minutos por beber agua no potable, grandes corporaciones venden agua pura embotellada para subsanar este mal. Entre 1970 y 2000, la venta del agua creció más de 80 veces. Y las ganancias fueron de 2.2 mil millones de dólares.
En resumen, en el agua se refleja la lucha entre
- los que defienden que la privatización sería la solución de los problemas mundiales y
- los que piensan que el agua, por encima de ser un bien privado, es un derecho inherente a la vida, por eso debemos considerarlo como bien común.
El Banco Mundial juega un papel clave en esto, fomentando las privatizaciones al prestar dinero para las reformas en el sistema de agua, e interviniendo finalmente como juez en caso de conflicto entre los inversionistas y los Estados.
Los gobiernos de todo el mundo -especialmente de países desarrollados- están velando primero por el lucro de las empresas y abdicando de su responsabilidad en la tutela del agua. No les importa que los mayores acuíferos los tengan las naciones pobres, porque les sobra dinero para comprarles el agua y vendérsela embotellada.
DIMENSIÓN RELIGIOSA DE LA JORNADA
La tesis del papa Francisco en esta Jornada consiste en mostrar que la falta de agua no es primeramente una cuestión ecológica sino ética y cristiana. “No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una y compleja crisis socioambiental” (LS, 139) Por eso necesitamos “conversión ecológica” que “no consiste en algo opcional ni un aspecto secundario de la experiencia cristiana”. (LS, 217)
Ahora bien, para convertirse hay que tomar conciencia del mal. Y la falta de agua a la mitad de la población del planeta es de ética política: los que tienen dinero saben que si consiguen el monopolio del agua tienen el poder, y si consiguen dominar el negocio del agua en este siglo XXI se van a enriquecer más que con el negocio del petróleo en el siglo XX.
Si esto es así, la conversión cristiana no puede consistir sólo en poner remiendos al injusto derroche del agua en occidente con acciones como regar por la noche los jardines, ducharse en vez de bañarse, lavarse los dientes sin el grifo abierto… “¡A vino nuevo, odres nuevos!” A una desigualdad sociopolítica, la respuesta de conversión debe ser una “caridad social” o “caridad política” (CDSI, 581)
Este amor sociopolítico movió a los habitantes de Cochabamba durante 15 años, a la lucha contra la privatización del agua y consiguieron que el agua fuese un derecho del pueblo.
“Este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable”. (LS 30)
entreParéntesis
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