Decía un profesor mío que los humanos somos adictos al dinero: prueba vivir sin salario un par de meses y verás qué es un síndrome de abstinencia. Y es que la mayor parte de las personas adultas vivimos de nuestro trabajo, o de las prestaciones sociales que se derivan de haber trabajado. En los salarios se reproducen algunos de los mecanismos de desigualdad de género presentes aun en nuestra sociedad, por lo cual son una buena ventana para mirar qué tal nos va en materia de igualdad.
Los salarios se determinan de formas muy complejas. Sabemos que el nivel educativo alcanzado influye en los ingresos: a más estudios, más salario. También sabemos que algunos sectores se caracterizan por salarios más altos, por ejemplo la industria comparada con la construcción o el sector servicios. Y también influye, y fuertemente, el sexo.
Salarios femeninos. La brecha que no se cierra
Fuente: Encuesta anual de estructura salarial. Serie 2008-2015
En el gráfico vemos que las mujeres ganan alrededor de un 23% menos que los varones según los últimos datos disponibles de la Encuesta de Estructura Salarial. La brecha salarial se ha mantenido sobre el 21% desde 2008, llegando al 24% en su peor momento (2013).
Pero lo que vemos en el gráfico en el trazo grueso: la ganancia media anual oculta la parcialidad de las jornadas laborales, las entradas y salidas del mercado laboral, etc. Puede que las mujeres ganen menos porque trabajen menos horas, ya que se emplean de manera más frecuente en jornadas parciales no queridas (es decir, quieren trabajar a jornada completa, pero por diversas razones, no pueden) De todas formas esto también muestra la desigualdad de oportunidades para acceder a un empleo de calidad.
Aunque miremos lo que hombres y mujeres ganan por hora (con lo cual controlamos el efecto del tipo de jornada) las mujeres siguen ganando un 16% menos, como vemos a continuación.
Encuesta anual de estructura salarial. Serie 2008-2015
Ya, ya, pero ¿Por qué las mujeres ganan menos?
¿Será porque tienen un nivel de formación menor? Pues va a ser que no. La desigualdad en la educación por sexo no es un tema para España, según el Global Gender Gap Report. Es uno de los logros más destacados de los últimos años. En personas de menos de 50 años, los niveles de formación de las mujeres son más altos que el de los hombres. Aun así, las mujeres están peor pagadas y tienen menos acceso a posiciones de poder en el ámbito laboral. Es llamativo como en ámbitos muy feminizados, como salud, educación, o el tercer sector de acción social, los puestos directivos están ocupados mayoritariamente por hombres.
Por supuesto, también influye la experiencia laboral. Quienes han pasado más tiempo trabajando tienen salarios más altos. Si observamos los ingresos laborales medios por nivel de formación y según los años de experiencia laboral, la brecha se mantiene. La imagen es desoladora: independientemente del nivel de estudios, de la experiencia que tengas, si eres mujer no vas a ganar lo mismo.
Elaboración propia en base a datos de la ECV 2016
Nada de lo que observamos en los datos explica por qué las mujeres ganan menos. Desde luego, es probable que haya características no observadas que pueden estar afectando a los salarios femeninos, además de otros factores que no hemos tratado aquí, como la segregación horizontal en el empleo, el reparto de actividades domésticas y de cuidado entre hombres y mujeres que afectan negativamente la disponibilidad o la percepción de la disponibilidad al empleo de las mujeres.
El hecho es que la brecha existe. Y no es un problema sólo femenino (que lo es) y no es sólo por una cuestión de justicia (que también lo es). La historia nos muestra que hay una estrecha relación entre el desarrollo económico y una mayor igualdad de género.
Hay políticas posibles para disminuir la desigualdad de género en el mundo laboral (y más allá). Pero no avanzaremos ni un paso hacia la igualdad si esperamos que por pura concienciación se hagan cambios políticos. Para una sociedad distinta, necesitamos políticas diferentes. Y mientras tanto, podemos ir mirando cómo repartimos tareas, responsabilidades y salarios en nuestros hogares y en nuestros trabajos.
Gaby Jorquera
entreParéntesis
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