Durante el inicio de esta experiencia conversamos con Suyin Salinas y Rodrigo Garcés, cevequianos de Concepción
Este es un espacio para alimentar y vitalizar la dimensión espiritual y humana de las personas comprometidas con la construcción de una sociedad más humana, justa y solidaria. Todos somos peregrinos. "sal de tu tierra, de tu casa y vete a la tierra que yo te mostraré; haré de tí una gran nación y te bendeciré." (Gén. 12, 1 ss)
Sunday, January 28, 2018
RECORDANDO EXPERIENCIA MAGIS PARA JÓVENES 2018. Con Rodrigo Garcés y Suyin Salinas de Concepción
Durante el inicio de esta experiencia conversamos con Suyin Salinas y Rodrigo Garcés, cevequianos de Concepción
Saturday, January 27, 2018
A UNA SEMANA DE LA VISITA DE FRANCISCO A CHILE por JOSÉ FRANCISCO YURASZECK SJ
Imagen extraída de: Web de la Santa Sede
Tan solo una semana después de la visita del papa Francisco a Chile resulta aventurado hacer un balance global de sus efectos. Algunos esperaban –ingenuamente- que su presencia, gestos y palabras fuesen la oportunidad para dar vuelta la página a un tiempo de escándalos, desprestigio y dificultades severas en la vida de la Iglesia chilena. Nada de eso ha ocurrido, sino más bien lo contrario. En lo más inmediato ha quedado una sensación de amargura y frustración. La petición de perdón que ha realizado en el Palacio de la Moneda, ante buena parte de las autoridades nacionales, manifestando vergüenza ante el daño irreparable a niños causado por los abusos de ministros de la Iglesia, ha pasado un poco al olvido, se ha hecho poco creíble. Y esto por el protagonismo mediático del caso Karadima y en particular del obispo Juan Barros -acusado extrajudicialmente de encubrir los abusos de quien por décadas fuera su mentor- que pudiendo restarse de las actividades de la visita apostólica, ha insistido en participar, lo que por muchos ha sido considerado como una provocación. Las palabras del papa a una periodista en Iquique respecto del obispo Barros –ampliamente difundidas en todo el mundo- y la posterior conferencia de prensa en el avión ya de regreso a Roma, han sido motivo de escándalo. Ha sido el mismo papa Francisco quien ha confirmado al obispo Barros en su misión como obispo de Osorno, rechazando en dos ocasiones su renuncia. Mientras no haya pruebas concluyentes, ha dicho el Papa, él lo considera inocente, y por lo tanto no procede que dé un paso al costado. Decir lo contrario sin evidencias es calumniar, ha insistido, apuntando a las víctimas de Karadima que en Chile son mayoritariamente consideradas valientes héroes sobrevivientes.
Suspendiendo por un momento la atención en este punto de su visita, destacan dos mensajes en el plano de lo que se esperaba ocurriera: el reconocimiento y valoración de los pueblos originarios, y el cuidado y acogida de los inmigrantes. Tanto en la misa en Temuco como en la Pontificia Universidad Católica ha invitado Francisco a incluir dentro de los ajustes que hacer al modelo de desarrollo y educativo chileno la visión del buen vivir de los pueblos originarios: en armonía con el medio ambiente, respetando los ciclos naturales, y evitando una actitud depredadora que pudiera ser beneficiosa para algunos en el corto plazo, pero dañina para todos y para la tierra a la larga. Es la perspectiva ecológica integral tal como ha tratado en la Laudato Sì. Al mismo tiempo ha invitado a todos a ser artesanos de unidad -distinto de uniformidad- saliendo al encuentro, venciendo prejuicios, reconociendo la pluriculturalidad que nos constituye, propiciando diálogo, y evitando el recurso a la violencia (solo en los días de su visita fueron quemadas dos capillas, aparentemente por parte de grupos mapuche). En Iquique ha insistido el Papa en la importancia de acoger y valorar a quienes llegan a esta tierra en busca de paz y un mejor pasar: la inmigración hacia Chile ha crecido exponencialmente en los últimos años, particularmente desde Haití, Colombia y Venezuela. En el mismo plano de lo previsible, su encuentro con los jóvenes en el Santuario Nacional de Maipú –menos concurrido que lo esperado– se ha desarrollado en el tono que el papa nos tiene acostumbrados: un lenguaje cercano, interpelador, motivante.
Quizás el punto más alto del viaje apostólico ha sido la visita a la cárcel de mujeres de San Joaquín, junto a su encuentro con el Cristo Pobre en el santuario de San Alberto Hurtado. Paradójicamente, en ambos casos el protagonista no ha sido él: en la cárcel escuchó las palabras de la Hna. Nelly León, capellana, y el testimonio de Janeth Zurita, reclusa de 35 años, quien ha evidenciado las condiciones en las que enfrentan su condena quienes son madres, así como las circunstancias sociales que las han hecho delinquir. Janeth ha pedido perdón por su delito, a la vez que una oportunidad de reinserción social para sacar adelante a sus hijos. Al día siguiente, en el santuario del Padre Hurtado, ha compartido unas sopaipillas[*] con personas usuarias de distintos programas del Hogar de Cristo y otras fundaciones de inspiración cristiana. En este encuentro, el Papa, más allá de la bendición de la mesa compartida, no ha pronunciado palabra. En ambos casos se le ha visto cómodo y contento, y se ha mostrado el rostro de una Iglesia pobre y servidora de los más pobres.
En otro estilo, se ha encontrado el papa con sacerdotes, religiosa/os y seminaristas, reunidos en la catedral metropolitana de Santiago. Ahí les ha invitado a no permanecer rumiando la desolación ante la situación presente, considerando tres situaciones vitales de la vida del apóstol Pedro y de la comunidad cristiana: el abatimiento, la misericordia, la transfiguración. La vivencia personal tiene siempre su correlato en la comunidad. Acto seguido, en la sacristía de la catedral, se ha reunido con la Conferencia Episcopal en pleno, insistiéndoles en su mensaje que ha repetido tantas veces de evitar el apego al poder y la tentación del clericalismo. Según Austen Ivereigh –biógrafo del papa- esto ha sido lo nuclear de su mensaje y la invitación que los católicos en Chile debieran acoger con mayor seriedad y hondura, cuidando no usar al obispo Barros como chivo expiatorio que sacrificar, ante un prestigio eclesial en brutal picada que tiene explicaciones mucho más profundas y complejas.
Conviene detenerse un momento, respirar hondo, contar hasta 10 o hasta 100, y poner las cosas en perspectiva. La sociedad chilena ha cambiado mucho en los últimos 30 años, para bien. La anterior visita de un Papa, la de Juan Pablo II en abril de 1987, se ha dado en contexto de saliente dictadura, con indicadores sociales y económicos bastante más modestos que los que observamos hoy, y con la Iglesia católica en alto prestigio tras su compromiso con la defensa de los DDHH. Una buena parte de esa misma Iglesia permanece, aunque mucho más avejentada y no sabiendo reaccionar adecuadamente al proceso secularizador, con dificultades serias para la transmisión de la fe a las nuevas generaciones. En los mensajes del papa Francisco se observa que está al tanto de la situación presente y, salvo el gravísimo asunto de los abusos y encubrimientos, difícil de mantener en un segundo plano, sus palabras son una exhortación profunda y acertada que conviene meditar y hacer propias, discerniendo lo que el Espíritu sugiera hacer. Como afirma el teólogo Jorge Costadoat, algo bueno puede salir de todo esto. Yo estoy convencido de ello. Pero la iniciativa no parece bueno esperarla de la cabeza, sino más bien de la base, desde las familias, comunidades, fundaciones, parroquias, movimientos, que a lo largo de Chile intentan ser fieles a las enseñanzas de Jesús en esta porción de su Pueblo.
[*] Masa frita.
***
Puede leer todos los discursos y homilías, y acceder a contenido multimedia de la visita del papa Francisco a Chile y Perú, en este enlace.
José Francisco Yuraszeck sj
Cristianisme i Justicia
¿Una visita fallida? por Ignacio Sepúlveda
https://elpais.com/internacional/2018/01/18/america/1516294003_537910.html
Hace poco más de una semana el Papa Francisco visitó, por primera vez, Chile. La visita pastoral del Obispo de Roma, largamente esperada por una alicaída Iglesia Chilena, estuvo, lamentablemente, llena de controversias. Y aunque el Papa ya no está el Chile, la polémica no ha tendido a disminuir. ¿Qué ha pasado en esta visita? ¿Por qué muchos piensan que ha sido una visita fallida en la que la Iglesia y el Papa han salido mal parados tanto a nivel local como internacional? Miremos qué ha sucedido.
Durante la dictadura militar de Pinochet, la Iglesia Chilena fue un baluarte en la defensa de los derechos humanos. Con la vuelta a la democracia, el año 1991, la Iglesia pasó a ser reconocida como la institución más confiabley con mayor peso moral en el país. De alguna manera, como gustan decir a algunos sociólogos, tenía un cheque en blanco de credibilidad y confianza frente a la sociedad chilena. Casi tres décadas más tarde, la situación ha cambiado radicalmente.
Hoy en día se estima, dependiendo de las fuentes, que entre el 45% y el 59%de la población chilena se declara católica. Los evangélicos o pentecostales, por su parte, son el 17% de la población (una cifra que casi no ha variado en 10 años). El resto de la población chilena perteneciente a otra religión o simplemente se reconoce como sin religión, agnóstica o atea (este es el grupo que más ha aumentado).
¿A qué se debe este declive del catolicismo? El fenómeno es complejo y tiene múltiples causas. La primera -y más notoria- han sido los abusos numerosos casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes. Es difícil encontrar una congregación o una diócesis donde no haya habido un caso de abuso. La sociedad chilena, por su parte, ha sentido que en las autoridades eclesiales ha habido lenidad, hasta antes de que se dieran a conocer los casos por la prensa, en la respuesta frente a tales abusos.
Pero los abusos sexuales del clero, aunque han sido importantes, no explican del todo la fuerte secularización de la sociedad chilena. En los últimos 30 años ha habido un profundo cambio social y económico del país. El neoliberalismo, impuesto por la dictadura militar y continuado con matices más sociales por los gobiernos democráticos, ha producido un fuerte desarrollo económico y social. Junto con tener más poder adquisitivo, más educación, más posibilidades, la gente se ha vuelto más individualista y consumista. Así, no es de extrañar que el panorama del domingo para muchas familias sea una obligada visita a alguno de los grandes centros comerciales o malls.
Por último, desde dentro de algunos grupos de la misma Iglesia se apunta una tercera causa. Durante la dictadura militar la Iglesia fue una Iglesia popular, cercana al pueblo, llena de vida a través de las comunidades de base. Con los años esa Iglesia fue lentamente desmantelada, alejándose de los pobres y volviéndose una Iglesia más cercana a la clase alta.
Como se puede apreciar, la situación por la que atraviesa la Iglesia Chilena no es para nada fácil. Por eso la visita del Papa Francisco era tan esperada: daría renovada esperanza a una Iglesia más que alicaída. El problema es que las cosas se torcieron y no salieron tal como se esperaba.
El primer acto público que tuvo el Papa Francisco fue en La Moneda, el palacio de gobierno. Allí, frente a la clase política chilena, reconoció el “dolor y la vergüenza, por el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia”. A esto agregó que “es justo pedir perdón.” Ya antes el Papa había pedido perdón por los abusos cometidos por los ministros de la Iglesia, pero nunca frente a la clase política de un país. Esto fue una novedad que sorprendió y gustó a muchos: el Papa pedía perdón y se ponía, nuevamente, del lado de las víctimas.
Sin embargo, la consolación por el perdón del Papa duró poco y, lo que es más lamentable aún, sus palabras y gestos (la visita a la cárcel de mujeres, la celebración y homilía en Temuco, tierra del pueblo Mapuche con el que el Estado Chileno aún tiene temas pendientes, la visita a Iquique y sus palabras sobre la migración, etc.) terminaron por ser opacados por la presencia del obispo de la diócesis de Osorno Juan Barros Madrid en todas las eucaristías que el Papa celebró.
Monseñor Barros Madrid es acusado, por un grupo de víctimas de abusos sexuales, de haber sido encubridor y cómplice del sacerdote Fernando Karadima. Para comprender esta acusación, vale la pena detenernos, brevemente, en el caso Karadima.
El padre Karadima -o “el santito” como le decían sus cercanos- fue durante muchos años párroco de la parroquia Sagrado Corazón del Bosque, ubicada en un barrio de clase alta de Santiago. Desde esa posición fue lentamente amasando su poder fáctico en la sociedad e Iglesia Chilena a través de sus relaciones sociales y, sobre todo, de las más de 40 vocaciones sacerdotales al Seminario de Santiago. Entre esas vocaciones hay 4 obispos, uno de ellos es monseñor Barros Madrid.
El año 2010 se hicieron públicas, a través de un reportaje en televisión, las acusaciones contra Fernando Karadima fue acusado por tres de sus víctimas -Juan Carlos Cruz, José Andrés Murillo y James Hamilton- de abusos sexuales y psicológicos. La acusación, por la importancia de Karadima y las redes de protección que tenía en la Iglesia Chilena, tuvo una repercusión enorme en la sociedad chilena. Muchos sacerdotes cercanos a Karadima, entre ellos los cuatro obispos de su grupo, escribieron sendas cartas a Romadefendiendo la vida ejemplar del padre Karadima y afirmando su inocencia sin lugar a duda.
En el mes de enero del año 2011 la Santa Sede declaró culpable de abuso sexual y abuso de poder otorgado por la potestad canónica al presbítero Fernando Karadima, condenándolo a una vida de penitencia y oración. La justicia civil chilena, por su parte, consideró que las acusaciones estaban acreditadas, pero habían prescrito. Por esta razón la causa se sobreseyó.
En toda esta trama de abusos sexuales y psicológicos, las víctimas afirmaron en sus declaraciones -tanto canónicas como civiles- que monseñor Barros Madrid fue testigo de los abusos sexuales y que también participó de los abusos de poder realizados por Karadima. Aún más, mientras era secretario de monseñor Juan Francisco Fresco, cardenal y arzobispo de Santiago, Barros habría destruido una carta de denuncia por las acciones de Karadima. Monseñor Barros, por su parte, afirma que nunca supo de ninguna denuncia contra Karadima y que tampoco vio ni supo nada en los casi 30 años que duró su relación.
Como hemos dicho, la visita del Papa Francisco a Chile se vio opacada por la presencia de monseñor Barros en cada una de las eucaristías, pero el broche final de esta tragedia la puso el mismo Papa cuando, al ser consultado por la prensa sobre la situación del obispo de Osorno, afirmó que “el día que me traigan una prueba contra el obispo Barros, ahí voy a hablar. No hay una sola prueba en contra. Todo es calumnia, ¿está claro?”. Evidentemente las reacciones no se hicieron esperar. Las víctimas de Karadima, quienes pasaron por la traumática experiencia de ser abusados y luego pasar por dos procesos judiciales, declararon públicamente que es inaceptable y ofensiva la defensa del Papa al obispo Barros. La sociedad chilena, por su parte, ha reaccionado con incredulidad y rechazo frente a las declaraciones del Papa. Para muchos es incomprensible, desde su perspectiva, que la Iglesia siga amparando a quienes han abusado o encubierto esos abusos.
¿Qué queda después de la visita del Papa Francisco a Chile? Es verdad que, en su viaje de vuelta a Roma, el Papa matizó sus palabras dichas en Iquique, pues reconoció que había causado a las víctimas un dolor que no quería. Pero, pese a lo anterior, reafirmó su defensa del obispo Barros. El mensaje del Santo Padre ha quedado reducido, lamentablemente, a la situación de monseñor Barros.
La molestia, desazón y, para muchos, rabia con para con la Iglesia Católica se ha instalado en buena parte de la sociedad chilena y en no pocos católicos. Luego de la visita del Papa ha quedado la sensación de que las grandes declaraciones no han sido acompañadas de hechos efectivos que ayuden a curar y a volver a confiar en la Iglesia. Hoy en día no basta con hacer declaraciones en el espacio público para que la sociedad crea y confíe en una institución, sino que se requieren actos efectivos que muestren la intención.
Ignacio Sepúlveda
entreParéntesis
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Nota: Ignacio Sepúlveda es Profesor de Ética y Filosofía Política. Profesor del Departamento de Humanidades y Filosofía de la Universidad Loyola Andalucía. Doctor en Filosofía Política por la Universidad de Valencia. Máster en “Ética y Democracia” y máster en “Políticas de Integración Ciudadana”, ambas por la Universidad de Valencia. Licenciado en Teología por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Licenciado Filosofía por la Universidad Alberto Hurtado, Chile. Ha trabajado en educación en Chile y Estados Unidos, además de colaborar en temas sociales. Investiga en temas de Filosofía de la Religión, Religiones y Espacio Público, Islam y la Sociedad Española, Ciudadanía y Democracia.
El “perdón” del Papa por Mónica Rincón
“Nada despedaza tanto un corazón como la falta de respeto”. Son palabras de Alberto Hurtado, el santo católico que tantas veces invocó el Papa Francisco durante su visita en Chile. Ya volando sobre Perú, Jorge Bergoglio despedazó de nuevo el corazón de al menos tres de las víctimas de Karadima.
En una conferencia de prensa aérea, el Papa Francisco dijo que les pedía perdón por haber dicho que no había “pruebas” contra el obispo de Osorno, Juan Barros. Aseguró que se equivocó de palabra, que quiso usar “evidencia”. Una aseveración a lo menos absurda, porque judicial y coloquialmente ambos vocablos son empleados como sinónimos.
Pero concedamos que el Papa quiso decir que no hay “certeza” y que fue en ese sentido que habló de “evidencia”. Si se refiere a una causa contra Juan Barros en la justicia civil o penal chilena, claro que no existe. Pero para los que nos hemos estremecido con los testimonios y descalificaciones desde que en 2010 estalló el escándalo por las denuncias de las víctimas de Karadima, ese es un formalismo que indigna, aún más oírlo en el momento en que Bergoglio estaba pidiendo perdón; la misma ocasión en que nos informa, además, que dos veces le rechazó la renuncia a Barros.
Porque obvia las apariciones públicas de Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo, quienes incesantemente han acusado de encubrimiento al obispo Barros. Convenientemente olvida las cartas desesperadas que más de una vez ellos escribieron pidiendo ayuda y denunciando al ahora obispo de Osorno y a otros. Y, en esa particular conferencia de prensa de regreso a Roma, el Papa pretende borrar de un plumazo los testimonios en procesos judiciales y eclesiásticos, contra Karadima es cierto, pero donde Barros y otros obispos, sacerdotes y laicos sí son mencionados por varios testigos como encubridores, además de las declaraciones de las víctimas del ex párroco de El Bosque.
“Juan Barros se prestó para revelar mi secreto de confesión, además de destruir información privada de la Iglesia para ocultar los abusos”. Así escribía Juan Carlos Cruz en 2012 al representante del Vaticano en Chile, el nuncio Ivo Scapolo, al acusar al obispo Barros…Pero el Papa dice ahora que no hay evidencia.
“Más difícil y fuerte era cuando estábamos en la habitación de Karadima y Juan Barros, si no se estaba besando con Karadima, veía cuando algunos de nosotros los menores, éramos tocados por Karadima y nos hacía darle besos. Juan Barros ha encubierto todo lo que le cuento, señor Nuncio”,volvió a denunciar Cruz ante Scapolo en 2015. Pero para Bergoglio no existen los testimonios.
A bordo del avión que lo devolvió al Vaticano, en la única oportunidad que tuvieron los periodistas para confrontarlo, Jorge Bergoglio aseguró que entendía que su frase -“el día que me traigan una prueba contra el obispo Barros, ahí voy a hablar. No hay una sola prueba en contra, todo es calumnia”- había sido una cachetada para los abusados por el párroco de El Bosque.
Pero a continuación, les dio otra bofetada a ellos y a muchos fieles que se identifican con su dolor de años. El Papa pide perdón, pero insiste en que no hay evidencia. Dice que el testimonio de las víctimas es evidencia, pero que no existen testimonios (vea aquí el video de la conferencia de prensa del Papa a partir del minuto 11:05).
Cómo podría no haberlos si tanto Juan Carlos Cruz, como James Hamilton y José Andrés Murillo atestiguaron en un proceso eclesiástico y en otro penal. En ambos procesos sus relatos fueron considerados consistentes y creíbles. La prueba irrefutable de su honestidad es que esos dos procesos terminaron uno con la condena del Vaticano para Fernando Karadima (que lo confinó al aislamiento) y el otro con la inevitable prescripción, una vez que la jueza Jessica González constató el abuso sexual y sicológico.
Ya ni siquiera se trata de si Juan Barros es inocente o culpable, sino de la insólita negación de la existencia de una prueba, evidencia o como se la quiera llamar, que sí existe. Esa misma prueba, cuya entrega en tribunales civiles o de la Iglesia Católica, en diarios, radios o canales de televisión, implicaron para cada una de las víctimas un acto de coraje, al decidir romper el círculo de silencio, pero también revivir los abusos. Una revictimización que salvó a muchos otros de seguir siendo abusados por el párroco de El Bosque y por su extenso e influyente círculo de protección.
Si Jorge Bergoglio no tiene la información de primera fuente es solo por indolencia. Indolencia que mantuvo en su visita a Chile cuando pudo conocer y escuchar en directo a estas víctimas. Pero claro, una vez más, a quienes se han atrevido a denunciar abusos en público, a quienes han causado revuelo, no se les invita a reunirse con el Pontífice.
¿Qué señal es ésa para aquellos que, con un testimonio valiente, que implicó develar su intimidad frente a todo un país, recibían al mismo tiempo ataques y veían cómo muchos obispos, sacerdotes y fieles los desacreditaban y hacían una defensa corporativa y cerrada de Karadima?
El obispo de Roma ha sido mucho más diligente para defender a Juan Barros que a las víctimas de Karadima. Para pedir perdón por los abusos cometidos por otros miembros de la Iglesia Católica que para excusarse por sus propios actos.
No fue la palabra “prueba” la que le jugó una mala pasada. No. El problema es que el Papa “olvida” una y otra vez. Olvidó disculparse en Chile por haber insultado en 2015 a los fieles de Osorno que rechazan a Barros al calificarlos de “tontos”. Y lo más doloroso: olvidó pedir perdón por decir que quienes acusan a Juan Barros lo están calumniando. Porque, ya que estamos en precisiones de lenguaje, la calumnia es un delito contemplado en el artículo 412 de nuestro Código Penal. De eso acusó a Cruz, Hamilton y Murillo.
Y eso fue un nuevo insulto y no un acto de contrición. Sin ofrecerlo, pedirlo ni quererlo, las víctimas de Karadima tuvieron que poner la otra mejilla y aceptar de parte de Papa una nueva bofetada.
Mónica Rincón
CIPER
CIPER
Friday, January 26, 2018
Tuesday, January 23, 2018
Cuando toque rendir cuentas
«Después de la condena. La vida es ahora muy singular. Uno no tarda en acostumbrarse a ella y tiene que hacer esfuerzos para traer a la memoria de vez en cuando el recuerdo de la sentencia de muerte. Lo específico de esta muerte es que las ganas de vivir siguen intactas, y cada nervio sigue vivo hasta el momento en que la violencia del odio venga a acabar con todo. Todo está allí, no falta nada: entrada solemne, gran despliegue de policías, detrás de nosotros el 'público', formado en su mayor parte por miembros de la Gestapo. El público tiene generalmente los rasgos del tipo medio de 'una' Alemania. La 'otra' Alemania no está representada o está condenada a muerte.
Hasta ahora me ha ayudado el Señor de manera magnífica y cordial. Todavía no tiemblo, y me siento derrumbado. La hora sonará muy pronto. A veces me invade la tristeza cuando pienso en lo que todavía querría hacer. Porque ahora me siento por primera vez hombre, libre interiormente y mucho más auténtico y veraz que antes. Es tiempo de sementera y no cosecha. Dios es el sembrador: él recogerá también un día la cosecha. Solo quiero esforzarme por una cosa: por caer en la tierra al menos como fecundo y sano grano de trigo. Y en las manos de Dios.
Por eso quiero ahora, al terminar, hacer lo que tantas veces hice con mis manos esposadas y lo que siempre seguiré haciendo, siempre con más gusto y mejor, mientras pueda respirar: bendecir. ¡Que Dios os proteja!
Voy a esperar aquí la voluntad y guía del Señor. Confiaré en él hasta que vengan a llevarme. Y me esforzaré para que este desenlace y esta consigna no me encuentren abatido y sin esperanza.»
Alfred Delp*, en Escritos desde la prisión
*(Alfred Delp es un sacerdote jesuita condenado a muerte por el régimen nazi, debido a su oposición pública y clara a dicho régimen. Fue ejecutado en Plötzensee el 2 de febrero de 1945)
pastoralsj
Dime una Palabra por Luis Fernando Crespo SM. Bailo para ti
23 de enero
Martes III
II Samuel 6,12-15.17-19 David iba danzando ante el señor con todas sus fuerzas
Que mi vida, Señor, sea una danza de amor hacia ti, de amor y de alabanza. Con todas las fuerzas de mi corazón, de mi alma, de mi ser, con todo mi ritmo, en tu armonía. Hazme para ti, Señor, danza de estrellas, del sol, de la luna, danza verdadera, danza del ser tuyo.
Luis Fernando Crespo SM
Dime una Palabra
Monday, January 22, 2018
Papa Francisco pide perdón a víctimas de Karadima: "La palabra prueba me jugó una mala pasada"
El Pontífice admitió que hablar de pruebas "ha herido a muchos abusados" y que en lugar de ello debió hablar de "evidencia" sobre el caso de Juan Barros, sindicado como encubridor de los abusos del ex párroco de El Bosque. Si bien dijo confiar en la inocencia del obispo de Osorno, se mostró abierto a recibir testimonios. Por otro lado, detalló que fueron dos oportunidades en las que Barros intentó renunciar. Algo que frenó "porque esto es admitir culpabilidad previa".
Por Constanza Santa María, desde Roma
"El día que me traigan una prueba contra el obispo Barros, ahí voy a ver. No hay una sola prueba contra el obispo Barros, todo es calumnia".
La defensa del Papa Francisco al obispo Juan Barros generó un verdadero remezón el pasado jueves. Una declaración por la que el Pontífice pidió perdón este lunes.
En una conversación durante el vuelo de regreso a Roma con la prensa que cubrió la gira papal por Chile y Perú, Francisco reconoció que se equivocó al usar la palabra prueba.
"El caso del Obispo Barros, es un caso que lo hice estudiar, investigar, trabajar mucho y no hay evidencia de culpabilidad, más bien parece que no se van a encontrar. En base a ese no haber evidencia, que yo espero alguna evidencia para cambiar de postura (...) si no aplico el principio jurídico: ninguno es malo a no ser que se pruebe. Y ahí está la palabra prueba, que yo creo que me jugó una mala pasada", admitió.
En este sentido, agregó que "la palabra prueba no es la mejor para acercarme a un corazón adolorido. Yo diría evidencias. En el caso de Barros se estudió, se reestudió y no hay evidencias. Eso es lo que quise decir: No tengo evidencia para condenarlo. Si yo condenara sin evidencia o sin certeza moral cometería yo un delito de mal juez".
Tras ello, el Papa se enfocó en "lo que sienten los abusados. Y debo pedir disculpas, porque la palabra prueba ha herido a muchos abusados; yo tengo que buscar la evidencia. Y pido disculpas. Es una herida que provoqué sin quererlo. Y a mí me hace doler mucho, porque en Chile recibí dos (víctimas de abusos)".
"Sé cuánto sufren. Sentir que el Papa les dice en la cara denme una carta con la prueba, es una cachetada. Me doy cuenta de que mi expresión no fue feliz, porque no lo pensé. Entendí lo que dijo el apóstol Pablo, sobre el incendio en una carta", agregó.
En este sentido, afirmó estar abierto a recibir testimonios y evidencias que cambien su opinión. "Yo no puedo condenarlo si no encuentro evidencia. Y hay muchos modos de obtener una evidencia".
"De abuso, no hay evidencias. Encubrir un abuso es abuso. No hay evidencia. Si honestamente creen que es así, aportar las evidencias rápido. Yo no creo que sea así, porque no las hay. Pero tengo el corazón abierto", explicó.
Ver y escuchar conferencia de prensa en el avión de retorno a Roma, emitida por T 13 radio, aquí
El obispo de Osorno ha sido cuestionado por sus vínculos con el ex párroco de El Bosque, Fernando Karadima, quien fue declarado culpable de abusos sexuales contra menores, tanto por la justicia ordinaria como eclesiástica, que lo apartó de sus funciones.
"Él estuvo presente -y perdón si soy crudo- mientras Karadima me tocaba los genitales, cuando me hacía darle besos", aseguró Juan Carlos Cruz, víctima del ex párroco de El Bosque.
Una acusación que Barros ha negado categóricamente: "He dicho muchas veces que no he sido testigo de eso (abusos de Karadima). Les pido que me dejen tranquilo".
El respaldo del Papa a Barros desató diversas reacciones. Las víctimas de Karadima calificaron de "ofensiva" e "inaceptable" la defensa, asegurando que existen "pruebas a la vista".
"Nosotros, y otros testigos, hemos declarado la presencia del obispo Barros durante los abusos psicológicos y los abusos sexuales cometidos por el sacerdote Karadima",agregaron.
En tanto, el obispo coordinador general de la visita del Papa, Fernando Ramos, manifestó que "todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario (…) yo creo que el Santo Padre jamás ha tenido la intención de ofender o herir a algunas personas”.
Eso sí, admitió que la situación de Barros "desplazó el foco de lo que a nosotros nos parecía más importante, y es el mismo Papa".
Por su parte, el asesor del Papa Francisco en materia de abusos sexuales, el cardenal Sean O'Malley, aseguró que es "comprensible" la molestia y frustración de las víctimas de abusos sexuales por parte de ministros de la Iglesia.
"Son palabras que refuerzan el mensaje 'si no puedes probar tus dichos, nadie te creerá', abandonando a aquellos que han sufrido las condenables violaciones a la dignidad humana y relegado a los sobrevivientes al exilio del descrédito", sentenció.
Barros intentó renunciar en dos oportunidades
Además, Francisco abordó la polémica carta enviada a la Conferencia Episcopal donde señalaba estar al tanto de la preocupación de los obispos por la designación de Barros en Osorno e informaba que el nuncio apostólico Ivo Scapolo había planeado pedir el año sabático a Barros.
Junto con abordar las razones de dicha petición, comentó que Barros había presentado su renuncia en dos ocasiones, cuando comenzó el Caso Karadima y cuando estallaron las protestas en la ciudad sureña. Una dimisión que él rechazó porque sería reconocer culpabilidad y que él está convencido de la inocencia de Barros.
"Así no se juega, porque esto es admitir culpabilidad previa. Y en cada caso, si son culpables, se investigan. Y yo frené la renuncia", expresó.
TELE 13 RADIO
Papa Francisco: Perdón a las víctimas si les ofendieron mis palabras
Francisco, en el vuelo: “Pido perdón si he herido a las víctimas de abusos con mis palabras sobre el caso Barros”
EL PAPA HABLA EN EL AVIÓN DE REGRESO A ROMA SOBRE KARADIMA, MARADIAGA Y LA AMAZONÍA
“No puedo condenarlo, no cuento con evidencias, y me he convencido de que es inocente”
(Jesús Bastante).- Un "viaje pasteurizado", pasando del frío al calor, y viceversa. Así ha definido el Papa Francisco su viaje a Chile y Perú, durante la tradicional entrevista en el vuelo de vuelta. Una entrevista que debió interrumpirse debido a las turbulencias, y que dio la curiosa imagen de un Pontífice sentado junto a los periodistas.
Durante la misma, el Papa pide "perdón si he herido a las víctimas de abusos" con sus palabras sobre el 'caso Barros', aunque subraya que él quiso hablar de 'evidencias' y no de 'pruebas'. En este sentido, Francisco es claro: "No puedo condenarlo, no cuento con evidencias, y me he convencido de que es inocente". La entrevista estuvo marcada por el tema Barros, el caso Sodalicio, y la política eclesiástica contra la pederastia.
"El caso de Barros se estudió, se re-estudió y no hay evidencia. Es lo que quise decir. No tengo evidencias para condenarlo. Y si yo condenara sin evidencia o sin certeza moral, cometería yo un delito de mal juez", sostiene el Papa, que defiende la política de "tolerancia cero en estos cinco años de Pontificado", en los que "no he firmado un permiso de gracia" a ningún sacerdote pederasta. Así entiende también la carta del cardenal O'Malley, y el proceso de reestructuración de la comisión antipederastia, que "sigue sus cauces normales".
En lo tocante a Figari, el Papa aclara que "el proceso del fundador entró en la Santa Sede, se le dio una condena, no se lo expulsó del sodalicio, sino que vive solo" Figari "se declara inocente de las pruebas que hubo en el juicio y apeló a la signatura apostólica, la Suprema corte de justicia del Vaticano. La causa esta en apelación, y por los datos que tengo, va a salir en menos de un mes".
Del mismo modo, Francisco se mostró partidario de la extradición de Figari a Perú. Así, aclaró que si el proceso eclesiástico es favorable o no "ya no tiene sentido" porque Figari acumula muchas denuncias, más graves, en la justicia civil, "lo cual en estos casos de abuso siempre es conveniente, siempre es conveniente, porque es un derecho". Y luego mencionó que cree que en esa instancia las cosas pintan "bastante desfavorables para el fundador".
En la entrevista, el Papa también habla de la boda oficiada en el avión, de la corrupción en Perú o de la explotación de la Amazonía. Respecto al liberalismo, Francisco subraya que, "en general una política liberal que no involucre a todo el pueblo es selectiva y te lleva hacia abajo". Respecto alsupuesto 'caso Maradiaga', Francisco es diáfano: "El cardenal Maradiaga hizo una declaración sobre esto en la televisión, y yo repito lo que él dijo".
Francisco niega que el viaje a Chile fuera un fracaso y, sobre Perú, se mostró "impresionado" por la fe de las gentes. "Volví a ver esa imagen que vi en Filipinas y Colombia, los papás y las mamás a mi paso levantando a los chicos, y eso dice futuro, dice esperanza, porque nadie trae hijo al mundo si no tiene esperanza".
Esta es la transcripción de la entrevista (vía Vatican Insider)
Usted, el primer día en Chile, lanzó un mensaje duro en contra de los abusos contra los menores de edad. Pero después hizo aquella declaración sobre el obispo Barros, refiriéndose a "calumnias". ¿Por qué le cree más a Barros que a las víctimas?
Comprendo la pregunta perfecto. Sobre Barros hice una sola declaración. Yo hable en Chile, y eso fue en Iquique, al final. Hablé dos veces sobre los abusos, con muchas fuerzas, delante del gobierno, que era hablar delante de la patria, y en la catedral con los sacerdotes. Lo que dije a los sacerdotes es lo que yo siento más profundamente respecto a este caso. Saben que empezó el Papa Benedicto con tolerancia cero, y yo seguí con tolerancia cero. Después de 5 años de Pontificado, no he firmado un permiso de gracia. En los casos de quite de estado clerical, es definitiva la sentencia en primera instancia. La persona condenada, tiene derecho a apelar, al tribunal de segunda instancia. El tribunal sabe que si hay pruebas claras de abuso, no se puede apelar la sentencia, pero si el procedimeinto. Si el segundo tribunal es claro, a la persona le queda solo una instancia, apelar a la gracia del Papa. En cinco años, habré recibido 20 o 25 casos. Solamente en un caso, una apelación de sentencia. Me encontré con dos sentencias, una muy seria de la diócesis, y una del CDF, que era la mas dura. La de la diócesis era muy seria, y muy condicionada, que decía que con las condiciones, hay que ver, no cerrar el caso. Como hay que hacer en buena jurisprudencia, siempre a favor del reo. Y dejé aplicar la sentencia más suave, pero después de la prueba, dos años, apliqué la segunda.
En el caso del Obispo Barros, lo hice estudiar, investigar, lo hice trabajar mucho. No hay evidencia, la palabra de usted. Después voy a hablar de las pruebas. No hay evidencia de culpabilidad, parece que no se van a encontrar. Hay una coherencia en otro sentido. Yo espero una evidencia para cambiar de sentido. Si no aplico el principio jurídico de cualquier tribunal, ninguno es malo hasta que no se pruebe.
Y la palabra prueba me jugó la mala pasada. Yo dije, en español, por lo que recuerdo, estaba entrando, y una periodista de Iquique me pregunta: "En Chile tenemos el gran problema del obispo Barros, ¿qué piensa?". Creo que las palabras que dije fueron estas. Primero pensé: "¿Respondo o no?". Y dije que sí, porque había sido obispo de Iquique, y una feligresa me lo pregunta. Y dije, el día que tenga pruebas, voy a hablar. La respuesta fue dada: el día que yo tenga una prueba, hablaré. La palabra "prueba" es la que generó la conferencia. Yo hablaba de "evidencia". Y claro, yo sé que hay mucha gente abusada y que no puede traer una prueba, no la tiene. Y que no puede, o a veces la tiene pero tiene vergüenza que lo tapa, y sufre en silencio. El drama de los abusados es tremendo. A mí me tocó atender, hace dos meses, a una mujer abusada hace 40 años. Casada, con tres hijos, esa mujer no recibía la comunión desde esa época, porque en la mano del cura veía la mano del abusador. No podía acercarse. Y era creyente. Era católica. Perdón que continúe en espñol, pero quiero ser preciso con los chilenos. La palabra "prueba" no era la mejor para acercarme a un corazón dolorido. El caso de Barros se estudió, se re-estudió y no hay evidencia. Es lo que quise decir. No tengo evidencias para condenarlo. Y si yo condenara sin evidencia o sin certeza moral, cometería yo un delito de mal juez.
Se publicó una carta suya a los obispos chilenos en la que se hablaba de la posibilidad que Barros se tomara un año sabático...
Tengo que explicar bien esa carta, porque es a favor de la prudencia y sobre cómo se manejó el problema de Barros. Esa carta no es la narración de un hecho puntual, sino la narración más o menos de 10 o 12 meses. Cuando explotó el escándalo Karadima, todos conocemos este escándalo, se comenzó a ver cuántos sacerdotes que habían sido formados por Karadima habían sufrido abusos o se habían convertido en abusadores. En Chile hay tres obispos que Karadima mandó al seminario. Algunas personas de la Conferencia Episcopal sugirieron que renunciaran, que se tomaran un año sabático, para que se calmara la tormenta: son obispos buenos, como Barros, que tenía 20 años de episcopado y estaba concluyendo su mandato de ordinario militar. Se decía: "Hay que pedirles la renuncia". Él fue a Roma y yo dije que no, porque esto significaba admitir una culpabilidad previa. Rechacé la renuncia. Después, cuando fue nombrado en Osorno, surgió este movimiento de protesta: me llegó por segunda vez su renuncia. Y dije: "No, ¡tú continúas!". Se siguió indagando sobre Barros, pero no surgen evidencias. No puedo condenarlo, no cuento con evidencias, y me he convencido de que es inocente.
¿Y en relación con la reacción de las víctimas ante sus declaraciones?
Sobre lo que sienten los abusados, tengo que pedir perdón. La palabra "prueba" ha herido a muchos de ellos. Dicen: "¿Acaso tengo que ir a buscar un certificado?". Les pido perdón si los herí sin darme cuenta, lo hice sin querer. Y me provoca mucho dolor, porque yo los recibo: en Chile hubo dos encuentros, que se saben. Otros fueron a escondidas. En cada viaje siempre existe la posibilidad de encontrarse con las víctimas, se publicó el encuentro de Filadelfia, otros casos no. ¡Escuchar que el Papa les dice: "Tráeme una carta con la prueba" es una bofetada! Me doy cuenta de que mi expresión no fue afortunada y comprendo, como escribe Pedro en una de sus cartas, que el incendio ha crecido. Es lo que puedo decir con toda sinceridad.
¿Por qué el testimonio de las víctimas no es una evidencia?
El testimonio de las víctimas siempre es una evidencia. En el caso de Barros no hay evidencia de abuso...
Pero no le acusan de haber abusado, sino de haber encubierto los abusos...
El caso empezó quizá con la mala decisión de la renuncia, y se lo empezó a acusar. Pero de abuso no hay evidencias. Encubrir un abuso es abuso. No hay evidencia. Si honestamente creen que es así, aportar las evidencias rápido. Yo no creo que sea así, porque no las hay. Pero tengo el corazón abierto.
¿Qué le pareció la declaración del cardenal O'Malley, quien afirmó que sus palabras sobre las "calumnias" a propósito de Barros fueron fuente de dolor para las víctimas?
O'Malley dijo que el Papa siempre ha utilizado la "tolerancia cero". Después está esa expresión poco afortunada, hablé de calumnia, para referirme a alguien que afirma algo con pertinacia sin tener la evidencia. Si dijo: "Usted ha robado", y usted no ha robado, entonces estoy calumniando, porque no cuento con la evidencia. Era una expresión infeliz. Pero yo no he escuchado a ninguna víctima de Barros. No han venido, no se han presentado, no han ofrecido la evidencia en un juicio. Ha quedado todo en el aire. Es cierto que Barros estaba en el grupo de los jóvenes de Karadima. Pero debemos ser claros: si se acusa sin ninguna evidencia con pertinacia, esto es calumnia. Pero si llega una persona y me da evidencias, yo seré el primero que la escuche. La declaración de O'Malley fue muy justa. Le doy las gracias. Se refirió al dolor de las víctimas en general.
Los miembros de la comisión vaticana para la tutela de los menores han acabado su mandato. ¿Demuestra que no se trata de una prioridad?
La comisión fue nombrada por tres años. Al vencerse el plazo, se estudió la nueva comisión. La decisión fue renovar a una parte y nombrar nuevos miembros. Antes de que empezara este viaje llegó la lista definitiva con los nombres y ahora sigue el recorrido normal de la Curia. Se estudia el currículum de las personas nuevas, y había dos observaciones que había que aclarar. Pero no crean que no la vamos a hacer... son los tiempos normales.
¿Qué responde a los que dicen que su visita en Chile fue un fracaso, por la poca gente que había y porque la Iglesia está más dividida que antes?
Es la primera vez que lo escucho. Estoy contento del viaje a Chile, no me esperaba tanta gente por la calle, ¡y a esta gente no le pagaron para que fuera!
En Perú la clase política ha defraudado al pueblo con actos de corrupción y con indultos negociados (se refiere al indulto concedido por el actual presidente al ex presidente Alberto Fujimori, ndr.). ¿Qué piensa al respecto?
Sé que en algunos países de Europa hay corrupción. En Latinoamérica hay muchos focos de corrupción. Hoy esta de moda hablar de Odebrecht (una sociedad brasileña conocida por sus redes de corrupción no solo en Perú, ndr.), pero eso es un botón de muestra. El origen de la corrupción, yo diría es el pecado original que te lleva... Escribí un librito una vez, muy pequeño, que se llama "Pecado y corrupción", y el lema que saco es: "pecador sí, corrupto no". Todos somos pecadores, pero creo que todos los que estamos acá, yo hago la voluntad de mi parte, y pienso ustedes también, cuando estoy en "off side", actué mal con un amigo, robé, me drogué... bien: tratar de no hacerlo. Yo al pecado no le tengo miedo, le tengo miedo a la corrupción, que te va viciando el alma y el cuerpo. Un corrupto está tan seguro de sí mismo, que no puede volver atrás. Son como esos pantanos chupadizos, que querés volver atrás, y te chupo. Es una ciénaga. Sí, es la destrucción de la persona humana. El político tiene mucho poder. También el empresario tiene mucho poder. El empresario que le paga la mitad a sus obreros es un corrupto. Un ama de casa que está acostumbrada y cree que es lo más normal explotar a las mucamas con el sueldo o el modo de tratarlas, es corrupta. Recuerdo una conversación que tuve con una persona, un profesional, joven, 30 años, que me decía cómo llevaba la cosa. Y él me dijo que trabata al personal doméstico de una manera nada noble. Yo le dije: "Pero, usted no puede hacer eso, eso es pecado". "Padre, me dice, no vamos a comprarar a esa gente conmigo, esa gente esta para eso". Y es lo que piensa el tratante sexual, el tratante de trabajo esclavo: corruptos.
También en la Iglesia existe la corrupción. Pensemos en el caso del Sodalicio (movimiento laico fundado en Perú por Luis Figari, ahora reconocido culpable de abusos, ndr.).
Sí, hay casos de corrpución en la Iglesia. Siempre los hubo. Hombres y mujeres de Iglesia entraron en el juego de la corrupción. Y esto me sirve de puente para lo del sodalicio. Lo del sodalicio empezó con el caso de una persona que parecía de mucha virtud, murió e, investigando la vida, se descrubrió que tenía doble vida. Es el primer caso del sodalicio que yo conozco, pero de esto hace ya 20 años atrás. Y después una denuncia de abuso, no solo sexual, sino de manipulación de conciencia para con el fundador. El proceso del fundador entró en la Santa Sede, se le dio una condena, no se lo expulsó del sodalicio, sino que vive solo. Una persona lo atiende. Él se declara inocente de las pruebas que hubo en el juicio y apeló a la signatura apostólica, la Suprema corte de justicia del Vaticano. La causa esta en apelación, y por los datos que tengo, va a salir en menos de un mes. Llevó un año. Pero ese juicio fue gatillo para que otras víctimas de esa persona hicieran juicios civil y eclesiástico. Si la signatura apostólica pone fin a este jucio, a favor, en contra, ya no tiene sentido, porque ya se acumulan muchos casos, más graves. E intervino la justicia civil, y en estos casos es necesario, es un derecho. No estoy muy informado, pero la cosa es desfavorable al fundador. Por otro lado, no era una cosa personal, había cosas no claras. Hace casi dos años, mandé un visitador, en la persona del Cardenal Tobin, de Newark. Hace la visita, descubre cosas que no entienden, y no están claras, y nombra dos veedores económicos. Y este es el tercer abuso, que también tocaba al fundador. Y después de un estudio, recomienda comisariar el sodalicio. Hace 4 semanas mando la carta, y hace dos se nombró. Un caso parecido, en los procedimeintos, al de los Legionarios, por el Papa Benedicto XVI. Y en eso estuvo muy fuerte. No toleraba esas cosas, y yo aprendí de él a no tolerarlas. El estado jurídico es comisariamiento, y continúa la visita apostólica.
Después del matrimonio de los sobrecargos durante el vuelo, ¿qué le diría a los párrocos que se encuentran con prometidos que quieren casarse en aviones o naves?
¿Usted se imagina cruceros con el matrimonio? Uno de ustedes me dijo que estoy loco cuando hago estas cosas. La cosa fue simple. El señor (Carlos Ciuffardi, ndr.) había estado en el vuelo del día antes. Ella (Paula Podest, ndr.) no estaba. Él me habló. Me di cuenta de que me estaba sondeando... fue una buena plática. Al día siguiente estaban los dos y cuando nos tomamos las fotografías me dijeron que se habían casado por lo civil y que ocho años antes se estaban por casar en la parroquia, pero la iglesia se derrumbó por el terremoto un día antes de la boda. Y así no hubo matrimonio. Decían: "Lo hacemos mañana, pasado mañana...". Y luego la vida sigue adelante: llega una niña, después otra. Yo los interrogué y me dijeron que habían hecho los cursos prematrimoniales. Me pareció que estaban preparados. Los sacramentos son para los hombres, todas las condiciones estaban muy claras. ¿Por qué no hacer hoy lo que se puede hacer? Esperar a mañana tal vez habría significado esperar otros diez años. Ambos se habían preparado ante el Señor con el sacramento de la penitencia. Me dijeron que les habían dicho a algunos de ustedes esta intención: "Vamos a pedirle al Papa que nos case". No sé si sea cierto. Hay que decirle a los párrocos que el Papa los interrogó bien, era una situación regular.
Usted en la Amazonia habló sobre la "perversión" de ciertas políticas que promueven la conservación de la naturaleza sin tener en cuenta al ser humano. ¿Cree que exista un ambientalismo que acaba estando en contra del hombre?
Sí, creo que sí. El caso específico al que me refería tiene que ver con esa zona de la Amazonia: para proteger la selva, algunas tribus fueron echadas. La misma selva acabó siendo explotada. Hay estadísticas. Algunas tribus se quedaron fuera del progreso real.
Uno de los objetivos de la Iglesia es luchar contra la pobreza: Chile ha logrado disminuir la pobreza del 40 al 11 por ciento, y es el resultado de una política liberal. ¿Hay cosas buenas en el liberalismo?
Debemos estudiar bien los casos de las políticas liberales. Algunos países de América Latina han puesto en marcha políticas liberales que los han llevado a la mayor pobreza. No sabría qué responder, pero en general una política liberal que no involucre a todo el pueblo es selectiva y te lleva hacia abajo. El caso de Chile no lo conozco, pero en otros países la cosa lleva hacia abajo.
Salió una noticia sobre el cardenal Óscar Andrés Rodriguez Maradiaga, que habría tomado dinero de la universidad católica de Honduras. ¿Qué piensa?
El cardenal Maradiaga hizo una declaración sobre esto en la televisión, y yo repito lo que él dijo.
¿Qué se lleva consigo de este viaje a Perú?
Me llevo la impresión de un pueblo creyente, que pasa muchas dificultades y las pasó históricamente, pero una fe que me impresiona, no solo en Trujillo, donde la piedad popular es muy rica y muy fuerte. Sino también la fe de las calles, y no solo en Lima, donde evidentemente se nota. También en Puerto Maldonado, donde pensaba tener el acto en un lugar como este, pero estaba lleno, y también en las calles. Un pueblo que salió a expresar su alegría y su fe. Es verdad que ustedes son una tierra ensantada. Son el pueblo de Latinoamérica que tiene más santos, y santos de alto nivel. Toribio, Rosa, Martín, Juan. De alto nivel. Creo que la fe la tienen muy calada dentro. Yo me llevo de Perú una impresión de alegría, de fe, de esperanza, de volver a andar y, sobre todo, muchos chicos. Volví a ver esa imagen que vi en Filipinas y Colombia, los papás y las mamás a mi paso levantando a los chicos, y eso dice futuro, dice esperanza, porque nadie trae hijo al mundo si no tiene espernaza. Lo único que les pido es que cuiden la riqueza. No solo la de las iglesias y los museos, que las obras de arte son geniales, y no solo de los sufrimientos, que los han enriquecido mucho, sino la riqueza que yo vi en estos días también.
RD
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