Ernesto Reyes, máxima autoridad de los colegios en Chile señaló en Tele13 Radio que "estamos con nuestra disposición total de entregar todos los antecedentes ante la justicia civil".
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Como "un error institucional gravísimo" calificó en Tele13 Radio la máxima autoridad de los colegios Maristas en Chile, Ernesto Reyes, lo ocurrido con la inacción de la institución ante los casos de abusos denunciados, de los cuales hasta ahora se conocen cerca de 20 con cuatro hermanos de la congregación denunciados más otros dos que ya están fallecidos.
Al respecto, Reyes indicó que "el proceder inicial fue un eror institucional muy serio, muy delicado, nuestra política de actuación hoy día es distinta", agregando que "hoy estamos subsanando complemetamente, está totalmente declarado en forma explícita nuestro acontecer y la forma de actuación desde que se sabe el primer hecho el 2010, que lo confiesa el mismo religioso, en ese momento se comete un error que posteriormente, cuando una agrupación de víctimas revela, y nuevamente el acontecer la actuación es absolutamente distinta por parte de la congregación y se entregan todos los antecedentes a la fiscalía".
Ernesto Reyes además aseguró que se estableció una comisión para establecer la verdad y reparar a las víctimas. "Esperamos que esta comisión para la verdad nos entregue un informe para llegar a la verdad última de los hechos, verdad que nos va a liberar y que le entregue más paz y libertad a las víctimas de abuso", puntualizó.
T13 RADIO
LOS MARISTAS EN CHILE ADMITEN QUE SILENCIARON ABUSOS SEXUALES A MENORES
Los Hermanos Maristas de Chile, en una entrevista con EL PERIÓDICO celebrada en la Casa de la Providencia de Santiago con los tres portavoces de la institución -Mariano Varona, de origen español; Héctor Villena, asesor de comunicación, y Ernesto Reyes, representante del provincial-, admiten que en el pasado se cometieron "errores". Por primera vez, representantes de esta institución religiosa reconocen que los casos de abusos sexuales que sufrían los alumnos se silenciaban en lugar de denunciarse.
La dirección chilena de la orden, sumida en un escándalo de pederastia cuyas raíces entroncan con una forma de operar importada de España, lanza el mensaje de que ahora las cosas han cambiado. En contraste con los Maristas catalanes, en Chile se investigarán a fondo "los últimos cincuenta años" con la Comisión para la Verdad, un equipo de expertos en derechos humanos externos escarbará en el pasado de las doce escuelas chilenas. Todas las pruebas de abusos que aparezcan "serán entregadas a la justicia" y las víctimas "serán reparadas", prometen. Han creado, además, la Mesa de Nunca Más, de funcionamiento interno y presidida por Reyes. "Este nombre no significa que nunca más habrá casos de abusos en las escuelas, significa que nunca más se actuará sin seguir los protocolos de prevención -y de denuncia a la justicia- estrictamente".
Existe "desconfianza" por parte de las víctimas, "y resulta comprensible", razona Reyes, "por cómo se hicieron al inicio" las cosas.
-El hermano Abel Pérez ha ejercido durante 40 años y acumula una veintena de denuncias, ¿Nadie vio nunca nada?
-Varona: No. Jamás vimos nada. Y si alguien lo vio y avisó al director, él nunca lo transparentó. Cosa que solía ser costumbre.
-¿Costumbre?
-Varona: Estas cosas no se ventilaban. Ni para dentro ni para fuera. Pero también es falso que lo supiera todo el mundo.
El propio Varona escuchó una denuncia de pederastia en 1981 contra otro de los hermanos acusados, Armando Alegría. Se lo contó directamente a él un aspirante a marista que tutelaba en calidad de formador. Este hecho "hay que ponerlo en contexto", remarca. "No creí que se tratara de abusos sexuales, sino más bien de juegos eróticos y de fotografías de desnudos entre Armando y el muchacho", recuerda. "Lo que me contó a mí era como un secreto de confesión. No correspondía denunciar. De todos los formadores que escucharon otros casos ninguno presentó ninguna denuncia. Lo que correspondía era ayudar a la persona a enfrentar la situación".
-¿Por qué no?
-Varona: Sería como una falta de respeto a una confidencia sagrada. ¿Cómo vas a ventilar eso?
-Tal vez esa era una vía que tenían para pedir ayuda…
-Varona: Lo que yo hice fue informar a mi superior. Ahora las cosas han cambiado. Pero entonces no se podía denunciar sin hablar con el provincial [el máximo responsable de cada comunidad]. Los Maristas vienen de una estructura piramidal rígida.
-¿No les parece que de esta manera hubo muchas señales de alarma que se ignoraron?
-Varona: Tal vez sí hubo ocasiones en las que alguien pidió ayuda y no se le socorrió. Así como con Abel Pérez te lo niego y no hubo encubrimiento, en el caso de Armando Alegría, y ustedes lo pueden catalogar como quieran... lo que pasó fue que yo se lo conté al provincial y el provincial no hizo nada. Ningún provincial actuó. Yo mismo fui provincial y tampoco actué.
-¿Por qué no se actuó?
-Varona: Por respeto al hermano…
-¿Y a los alumnos? ¿No les preocuparon los alumnos que podrían ser agredidos por Alegría en el futuro?
-Varona: No sé… no se consideró así. No se tuvo en cuenta eso.
-¿Creían más en la palabra de los hermanos que en la de los alumnos?
-Varona: También las familias creían más en la palabra del hermano que en la de su hijo. Así sucedió en el caso de Jaime Concha.
La investigación de EL PERIÓDICO en España destapó abusos de doce profesores distintos contra una cuarentena de alumnos. En Chile ya hay al menos siete docentes investigados por delitos contra una treintena de alumnos. "Yo creo que la explicación es sencilla -explica Varona- y es válida para la mayor parte de los casos que han pasado en todo el mundo. En todo el proceso de formación de los maristas casi nunca nos hablaban de sexualidad. Nuestra formación en muchos aspectos fue muy buena: buenas clases, mucho deporte, un ambiente muy positivo… en el que nos sentíamos felices. Pero sobre sexualidad, de acompañamiento en el proceso que vive el adolescente, no hubo nada. Ahí se quedó un vacío. Una carencia muy grande, que después tiene repercusiones en algunas personas. Afortunadamente no con todas. Pero sí con algunas".
-Cuatro de los hermanos acusados son españoles y se formaron en España. Tres de ellos, como usted, en el llamado Juniorado Hispanoamericano construido para captar vocaciones cerca de Valladolid y enviarlos a América del Sur. ¿Sufrieron durante el juniorado alguna experiencia traumática?
-Varona: Fue falta de formación…
-Pero al hablar de este problema… a menudo los pederastas son hombres que también sufrieron abusos en la infancia. Por eso le preguntaba…
-Varona: No… de los casos que yo conozco… no. Solamente te podría decir de un caso. Donde se dio por otra parte una cosa que pudo ser bastante común en los ambientes de España. Me consta que esa persona ha declarado que cuando él era niño en su pueblo había juegos entre los compañeros de connotación sexual.
-¿Antes de entrar en el juniorado?
-Varona: Antes de entrar, sí.
-¿Es Abel Pérez?
-Varona: Sí. Manoseos… masturbaciones… juegos en esa línea. Y él lo ha contado no como una explicación de todo esto… pero sí para decir que había un 'antes' de todo esto.
El 'caso Maristas' de Chile ha supuesto para esta comunidad educativa "un golpe terrible". Pero solo ocho familias del colegio Alonso Ercilla, epicentro del escándalo, han retirado a hijos escolarizados allí, señala Reyes. En el resto de centros de los Maristas en Chile, "la movilidad ha sido mínima", subraya. "Ha sido todo muy doloroso, sobre todo para los hermanos más jóvenes", admite Varona. Pero incluso estos más jóvenes, consultados por el propio Varona sobre la posible expulsión de alguno de los hermanos acusados, han respondido que "hay que ser misericordiosos".
ABEL PÉREZ, EL JOAQUÍN BENÍTEZ DEL "CASO MARISTAS" DE CHILE
El hermano Abel Pérez, de origen español, ha ejercido durante 40 años de profesor en colegios maristas. /
Este religioso español fue el primer denunciado y es el que acumula el grueso de las acusaciones
Confesó en el 2010 pero la orden se limitó a cobijarlo en su residencia y no lo comunicó a la justicia chilena
Abel Pérez Ruiz es el profesor de Matemáticas con el que ha estallado el escándalo de pederastia en los colegios maristas de Chile. La emisión de un reportaje del Canal T13, a finales del pasado mes de agosto, que incluía el testimonio de Hernán Martínez -un exalumno que aseguraba haber sufrido abusos por parte de Pérez- abrió la caja de Pandora.
La organización marista, sin embargo, estaba al corriente de los abusos de este hermano desde el 2010. Ese año, una familia comunicó a la orden educativa que su hijo había sido agredido sexualmente por Pérez. En Chile acababa de explotar el 'caso Karadima'. Este sacerdote bien conectado con las clases altas chilenas fue acusado de pederastia y la noticia conmocionó al país. En este contexto de sensibilización social ante los abusos sexuales, Pérez confesó.
La orden decidió apartarlo de la docencia a los 63 años y enviarlo a Perú. Pero no informó a la justicia chilena. Tras la emisión del reportaje en agosto, los maristas hicieron que regresara de nuevo a Santiago de Chile. Ahora está en la Casa Provincial, la residencia de la orden, junto a Jesús Castañeda, Adolfo Fuentes y Armando Alegría, tres hermanos acusados también de pederastia.
La emisión del reportaje sobre Pérez motivó una reunión de exalumnos en el instituto Alonso Ercilla de Santiago de Chile el 14 de septiembre. Allí tomaron la palabra diversos hombres que, públicamente, se identificaron como víctimas del hermano Pérez. Pero también se escucharon más nombres de agresores sexuales. El primero en sincerarse fue Jaime Concha, que fue atacado reiteradamente por dos docentes –Pérez y José Monasterio– mientras estudió en esta escuela entre 1973 y 1980. La revista 'The Clinic' publicó nuevos testimonios de víctimas que detallaban abusos que atañían a más hermanos.
A raíz del encuentro en el Ercilla, epicentro del escándalo, se recordó también un precedente acontecido durante la década de los 90 en el mismo centro. Miguel Ángel Katalinic, un profesor laico que había estudiado en el mismo colegio y había dejado a medias su ingreso a hermano marista, fue expulsado por mantener relaciones sexuales con un alumno. Años más tarde, fue detenido por posesión de pornografía infantil. Emergió también el episodio de Luis Cornejo, un hermano chileno que ha acumulado ocho denuncias por abusos perpetrados en un colegio marista de Quillota (Chile) y que actualmente se encuentra en estado vegetal al ser apuñalado en Bolivia en circunstancias no aclaradas.
Cuarenta años bajo sospecha
Pérez comenzó a ejercer de profesor en 1974. Hasta el 2010 estuvo en contacto con alumnos de varios colegios maristas. También fue enviado a Bolivia. Ejerció sobre todo en el Ercilla y en la escuela de La Pintana –una de las zonas más pobres de Chile–. Contra Pérez hay 19 denuncias de alumnos de ambos centros. Varias de estas, por abusos perpetrados entre el 2006 y el 2008, siguen vigentes. La ley chilena, parecida a la española en este aspecto, prescribe todos los delitos sexuales que la víctima no haya denunciado antes de cumplir los 23 años de edad.
Sobre el resto de docentes investigados por pederastia no han recaído denuncias no prescritas. En Chile la situación es parecida a lo que ocurrió con el 'caso maristas' destapado por este diario: de los 12 profesores denunciados en España, únicamente Joaquim Benítez, el profesor de educación física de la escuela de Sants-Les Corts de Barcelona, será juzgado. Benítez, como Pérez en Chile, también fue el primer docente denunciado, el autor de una confesión silenciada por los maristas, el que ha acumulado más denuncias y el que hizo saltar por los aires el muro que tapaba los abusos cometidos por otros docentes.
LOS MARISTAS ME DESPPIDIERON POR ENFRENTARME A UN PEDERASTA
Patricio Quiroz, en el centro de Santiago de Chile, poco después de la entrevista con EL PERIÓDICO. /
Patricio Quiroz perdió su trabajo de profesor en un colegio chileno de la orden por impedir que Abel Pérez abusara de un alumno
Patricio Quiroz es exalumno y exprofesor del colegio Alonso Ercilla de Santiago de Chile, el centro marista en el que estudiaron la mayoría de las víctimas que ahora han denunciado haber sufrido abusos sexuales durante su escolarización. Jugó de central en la selección de fútbol del colegio y, años después, cuando ya era profesor de educación física, pasó a entrenarla. Uno de los chicos a los que entrenó cuenta de Quiroz que más de una vez "se había peleado contra dos y tres jugadores del equipo rival". Posiblemente ese carácter que le recuerdan en el equipo de fútbol fue la que le terminó costando el trabajo en los Maristas. Unos amigos le habían contado qué hacía con los niños el hermano Abel Pérez durante una cena de exalumnos, y él, entonces compañero de claustro de este hermano sobre el que ahora pesan una veintena de denuncias por abusos sexuales cometidos entre 1970 y 2010, se enfrentó con el pederasta.
-¿Cuándo supo quién era en realidad Abel Pérez? En 1991. En la cena de nuestro décimo aniversario de graduación. Eran casi las dos de la madrugada. Habíamos bebido y estábamos bromeando. Uno que estaba sentado frente a mí levantó la mano y dijo que quería "contar algo". Lo que explicó fue que hubo un hermano que había abusado de él en el colegio, que le había obligado a practicarle sexo oral.
-¿Cómo reaccionaron? De entrada pensábamos que estaba de coña. Él se quedó callado. Pero a los pocos segundos otro de los compañeros le preguntó directamente si ese hermano era Abel Pérez. Él respondió que sí y el otro dijo: "A mí me hizo lo mismo". Desde la esquina de la mesa habló un tercer compañero: "A mí también". A todos se nos pasó de golpe la borrachera.
-¿Entonces ya era profesor? Sí. Me pasé muchos meses con esa información en la cabeza pensando qué hacer. Pregunté por el hermano Abel Pérez en el colegio porque en esa época estaba en otro colegio. Cinco años más tarde, en 1996, Abel Pérez volvió al Alonso Ercilla.
-¿Y se encontró con él? Sí. En octubre de ese año, yo estaba esperando a que salieran algunos de mis jugadores porque era día de partido. Sentado en un banco vi salir a Abel Pérez con un crío rubio con ojos azules de la mano. Se lo llevaba a la capilla para "enseñarle a rezar".
-¿Hizo usted algo? Me acerqué y le dije que yo era compañero de curso de cuatro de sus víctimas, que sabía lo que él hacía con los niños y que este niño no se iba con él a la capilla. Cogí al crío del brazo y lo mandé de vuelta a la clase.
-¿Abel Pérez respondió? Me miró, perplejo, rabioso. Me avisó de que "esto no iba a quedar así".
-¿No quedó así? Un mes después, el director del colegio, Gregorio Pastor, me llamó a su despacho y me dijo que mi contrato finalizaba.
-¿Le dijo por qué? De entrada, me contó que era por quejas de los alumnos. Pero acabó admitiendo que era por el enfrentamiento que tuve con Abel Pérez. Haciendo el gesto con la mano de cerrar la boca con una cremallera, me dijo que yo no tenía "compromiso con el colegio".
-¿Y le echaron? Sí. Lo siguiente que supe de los Maristas ya fue en el 2012, cuando me llamaron porque Mariano Varona [portavoz de la organización religiosa en Chile] quería hablar conmigo. Fui a reunirme con él. Me explicó que en el 2010 unos padres habían acudido porque su hijo estaba atravesando una depresión mayor a causa de los abusos de Abel Pérez y quería conocer mi versión de esta historia. Esta víctima trató de suicidares dos veces y eso, me contó Varona, les hizo reaccionar. Entonces fue cuando sacaron al hermano Abel del colegio de La Pintana y cesó su contacto con los menores. Pero no lo denunciaron.
EL PERIÓDICO
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