Durante su Catequesis en la audiencia general, Francisco explicó a los asistentes los detalles de su reciente viaje a Canadá. Subrayó el deber de la Iglesia de escuchar a los que sufren e insistió en la relación entre jóvenes y ancianos.
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Queridos hermanos y hermanas:
Hoy quisiera compartirles algunas de las experiencias que viví en el Viaje apostólico a Canadá. El lema del viaje fue “Caminar juntos”, y quise realizarlo como una peregrinación penitencial, para pedir perdón a los pueblos indígenas por lo que sufrieron a causa de tantos cristianos, y entre ellos muchos católicos. Fue un camino recorrido en tres grandes etapas: Edmonton, Quebec e Iqaluit; y en este itinerario se dieron tres pasos: la memoria, la reconciliación y la sanación, que son posibles gracias al encuentro con Cristo, nuestra esperanza.
Ante las ideologías que amenazan a los pueblos intentando borrar su historia y sus tradiciones, la Iglesia se siente interpelada. Su misión en el mundo es anunciar el Evangelio y construir la unidad respetando y valorando la diversidad de cada pueblo y cada persona. Para esta misión, un binomio clave es la relación entre los ancianos y los jóvenes, un diálogo entre la memoria y la profecía que puede edificar un mundo más fraterno y solidario.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Los invito a seguir “caminando juntos” y a estar atentos a los signos de los tiempos. Así podremos descubrir —como los discípulos de Emaús— al mismo Jesús, que se acerca y camina con nosotros, que nos hace arder el corazón con su Palabra y parte para nosotros el Pan. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.
RM
Francisco entró en el aula Pablo VI con bastón en vez de silla de ruedas. Su catequesis semanal giró en torno a su viaje a Canadá. Explicó a los asistentes al Aula Pablo VI el recorrido de memoria, reconciliación y curación que compartió con las comunidades indígenas. No ahorró críticas sobre el papel que jugó la Iglesia con las escuelas residenciales.
Francisco explicó que su peregrinaje tuvo tres etapas. Primero a Edmonton, en la parte occidental del país. Después a Quebec, en la parte oriental. Y una tercera en Iqaluit, el norte del país, a escasos kilómetros del Círculo Polar.
Francisco habló de uno de los eventos principales del viaje, la bendición de lago Santa Ana en el día de la fiesta de san Joaquín y santa Ana. Dijo que el lago siempre ha sido un lugar familiar para Jesús, fuente de agua.
También subrayó la voluntad de la Santa Sede de promover las culturas originarias. Y ofrecerles un acompañamiento espiritual apropiado con atención a sus lenguas y costumbres. También criticó la colonización ideológica que amenaza la historia de los pueblos y su relación con la fe.
Por último habló de su encuentro final del viaje con comunidades indígenas. Dijo que sintió su dolor “como una bofetada”.
Este mes de agosto el Papa retomará sus audiencias generales tras su descanso en julio. Aunque a juzgar por el intenso viaje que ha vivido en Canadá, no fue un mes especialmente tranquilo.
RM
Rome Reports
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