Francisco convocó a los 226 cardenales a Roma, aunque al final se presentaron casi 200. Muchos, como Leopoldo Brenes, de Nicaragua, no pudieron ir por la crisis política que atraviesan sus países de residencia. Otros se quedaron en sus casas, por motivos de edad y salud.
En todo caso eso no impidió que la reunión se realizara. El objetivo estaba claro desde el principio. Ayudar a los cardenales a entender el espíritu de la nueva constitución apostólica Praedicate Evangelium. En otras palabras, como dicen los expertos: ayudar a pasar del papel a la realidad.
En el Vaticano se vio un continuo ir y venir de cardenales. Más de lo habitual. Al entrar en una de las sesiones, mandaron mensajes de calma. Dicen que no habrá que esperar grandes cambios.
La Curia Romana un instrumento de ayuda para la misión de la Iglesia, ayudando al Santo Padre y a las iglesias particulares que se encuentran en todo el mundo.
La constitución deja más espacio a la presencia de laicos en la Curia. También se propone evitar que haya personas que ostenten altos cargos durante demasiado tiempo. Pero sobre todo supone una reorganización de departamentos internos como Laicos, Familia y Vida, de los que se espera que mejoren el diálogo con el mundo. Algunos de estos departamentos llevaban ya algunos años funcionando.
El coordinador del Consejo de Cardenales, Óscar Rodríguez Maradiaga, explicó en el pasado mes de mayo, que aún hay muchos ámbitos que requerirán reflexión y cambios.
KG/JRB
Rome Reports
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