Saturday, December 30, 2006

Un momento para la oración...


Lucas 2, 36-40
En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

¿Qué me estás diciendo, Señor?

Pensamientos sobre el pasaje de hoy

Ana era una mujer de oración, probablemente una mística, en contacto diario con su Señor. Escuchando sobre ella, recordamos las palabras: "oran mejor juntos los que primero oran solos". Es nuestra oración privada la que nos entrega el equilibrio y nos ayuda a enfrentar las amarguras en los días difíciles de nuestra vida.
De Espacio Sagrado

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