Tuesday, February 27, 2007

Cuaresama. Chad Una presencia tranquila


Suele sentarse en un banco que hay en el patio. Debe ser el más anciano del barrio: Babá Sabú ronda los setenta y cinco años, más o menos. Llegar a esa edad en un país cuya esperanza de vida es de 48 años es una proeza importante. Su presencia tranquila infunde paz a los que andamos atareados cerca de él.
Sus arrugas muestran lo mucho que ha vivido, sus ojos chispeantes lo mucho que han podido ver. Parecen de­cirnos que el camino de la vida es largo, aunque en el fondo dura lo justo. Que todo es posible y debemos saber escoger lo bueno sin equivocarnos. Que no vale la pena aferrarnos a algo con excesiva insistencia porque todo pasa…Todo eso nos va diciendo Babá Sabú sin abrir su boca.
Cada tarde suelo acabar cansado. Su palabra de despedida, “queda en paz”, me llega entonces como un bálsamo. Me recuerda que solo una cosa es necesaria y que la olvidamos a menudo…
Tesse, su mujer le ha acompañado muchos años, durante un buen trecho del camino. Y lo sorprendente –en este contexto africano– es ver como siguen juntos aunque no hayan tenido hijos.
Se les ve marchar por la mañana temprano camino de su campo de cacahuetes. A pesar de su edad siguen trabajan­do la tierra y manejando la azada con cierta soltura. Ponen en práctica un prover­bio sara que dice: “Hay que dar a la tierra para que la tie­rra te dé”.
Es un trabajo duro pues cuando el cacahuete ya está casi listo para ser recogido hay que vigilarlo día y noche en los campos para que no lo roben: es una comida fácil y rápida y no hay que molerla ni cocinarla. Un día le ví triste: al final le habían robado. Todo el trabajo y las vigilias no sirvieron de nada. Se sentía mas ultrajado por la falta de respeto a sus canas y a su es­fuerzo que por el robo en sí. No acababa de entender có­mo los chavales de ahora no respetan a los mayores.
Pocas veces se queja. Sólo contrae su cara cuando siente su artritis más punzante que de costumbre, pero no se lamenta por eso.
Me enteré de la muerte de Babá Sabú hace unos me­ses. En África se mira a la muerte no como a una enemiga, si­no como una mudanza, un cambio de casa. A Babá Sabú seguro que no le pilló despreveni­do. Sospechaba que vivía ya los últimos tramos de su camino. Al sentir que su cuerpo se apagaba, mantenía esa actitud evangélica de estar atento y vigilante. Lo observaba todo sin pestañear, como esperando el regreso del Señor (Lc 12, 35-38). Echo de menos su mirada tranquila sus comentarios sabios su compañía. Confío en que algo de su manera de ser se me haya pegado: saber estar en medio de las actividades sin agitarme, distinguir lo importante de lo accesorio, ser fiel a la palabra dada y sonreír.

P. Enrique J. Rosich, Mundo Negro, noviembre 2004
Ampliando miras: ARRUGAS VENERABLES

Más de un millón de personas mayores de 65 años viven solas en España. Con una pensión media de 584 euros, el 84% de este colectivo tiene una vivienda propia, pero un 20% no tiene ni agua caliente ni calefacción. Muchos de ellos no hablan con nadie durante semanas y algunos ni pueden salir a la calle sin ayuda por falta de movilidad. Según datos de Solidarios en acción, de los siete millones de mayores de 65 años que viven en España, un millón vive solo. La ONG Solidarios para el Desarrollo alerta de que esa cifra se triplica cuando llega el verano y muchas familias se marchan de vacaciones.

Una cultura que da la espalda a sus ancianos es una cultura que da la espalda a su propia sabiduría.

Gesto para hoy:
Dedica parte de tu tiempo de hoy a una persona mayor. Acompáñale al banco a hacer gestiones, o al médico o, simplemente, disponte a charlar con él durante un paseo o tomando un café.

Oración:

Te damos gracias, Señor,
por las personas mayoresque son una suerte para todos.
Ayúdanos a respetarlos y a intentar comprenderlos,
a disculpar sus flaquezas y debilidades
y a aprender de su ritmo tranquilo
y de su serena sabiduría.
Amén.

Más información de Chad, aquí

Fuente: Agora Marianista


No comments: