El cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado de Benedicto XVI, se despidió en la noche de este martes de Cuba después de haberse reunido con el nuevo presidente del país, Raúl Castro Ruz, elegido dos días antes sucesor de su hermano Fidel.
Ambos representantes sostuvieron conversaciones oficiales, en las que examinaron la marcha de las relaciones del Estado cubano con la Santa Sede y la Iglesia católica en Cuba.
Poco antes de tomar el avión de regreso a Roma, el cardenal reveló que deseó al presidente mucho éxito en la guía del país. Al mismo tiempo, le comunicó el deseo particular de la Santa Sede de promover el acercamiento del mundo a Cuba.
En el respeto de la soberanía del país, siguió revelando el colaborador más cercano del Papa, ha transmitido a Raúl Castro la preocupación de la Iglesia por los prisioneros y sus familias.
En precedentes encuentros con las autoridades cubanas, el cardenal Bertone había condenado el embargo económico contra Cuba por considerarlo “éticamente inaceptable”, pidió que los emigrados a Estados Unidos puedan volver a reunirse con sus familiares dejados en Cuba, y reivindicó la apertura de espacios para la obra de evangelización de la Iglesia, particularmente en el campo educativo y en los medios de comunicación.
Concluye así la visita del purpurado italiano de seis días a la isla caribeña, en la que ha recorrido cuatro diócesis, para recordar el enorme cariño con el que los cubanos recibieron hace diez años a Juan Pablo II. El mensaje que dejó entonces el Papa sigue cobrando plena actualidad: “que Cuba se abra al mundo y el mundo a Cuba”.
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