La Iglesia y el cine no son dos mundos incomunicados. Lo sostiene el sacerdote Dario Viganò, presidente del Instituto del Espectáculo, entidad gubernamental italiana que desde hace sesenta años trabaja en el campo del cine y organiza entre otras actividades el Festival Tertio Millenio de cine espiritual.
“Desde un primer momento la Iglesia se tomó en serio el mundo del cine, el séptimo arte. Se ha recorrido mucho camino, se ha pasado del miedo al entusiasmo a una situación muy equilibrada en la que el cine se considera un elemento cultural como tal, porque la Iglesia se ocupa del hombre y de su vivencia, por esto se ocupa del cine y de estos elementos culturales que constituyen los símbolos con los cuales el hombre se entiende a sí mismo”.
La formación de los futuros sacerdotes ya incluye el estudio del cine, considerado esencial para entender el mundo moderno.“En los seminarios algo está cambiando, no sólo porque los seminarios han acogido la invitación por ejemplo de la Conferencia Episcopal Italiana de mandar algunos seminaristas a las Semanas de Formación sobre la Comunicación donde se ofrece también el aspecto audiovisual, sino también porque cada vez más hay cursos de imagen, cineforums y una sensibilidad que está creciendo”.
El sacerdote subraya que el Instituto del Espectáculo apuesta por el cine cuando éste se convierte en una ocasión para un debate serio:“No significa que apoyamos el cine edulcorado o el cine totalmente anestesiante, sino que vamos a la búsqueda de aquellas películas y autores que se convierten en una ocasión seria para un debate y un diálogo sobre lo que podríamos llamar la espiritualidad del hombre contemporáneo”.
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