Tuesday, July 01, 2008

Cara y cruz

Escrito por Jean-Arsène Yao, on 30-06-2008

“Si el mundo pudiera tener un padre, el hombre que elegiríamos para que lo fuera sería Nelson Mandela”. El autor de esta frase es el músico británico Peter Gabriel, aunque el pasado 27 de junio en el Hyde Park de Londres, el actor estadounidense Will Smith volvió a refrendarla. Fue con ocasión del concierto organizado por “46664”, la organización creada por el líder sudafricano para luchar contra el sida en África, que dio el pistoletazo de una serie de actos que culminarán el próximo 18 de julio, día del 90 cumpleaños de Mandela.


“Mandela nos ha enseñado amor y reconciliación, nos ha enseñado justicia”, añadió el actor. Madiba –abuelo venerable–, como también se conoce a Mandela, es de aquellos ancianos que según afirmó el fallecido escritor maliense Amadou Hampaté Bâ, su muerte es comparable a “una biblioteca que se quema”.


Primer presidente negro de Sudáfrica, después de 27 años de cárcel durante el régimen del apartheid, Nelson Mandela se retiró oficialmente de la política hace nueve años, aunque continua siendo una autoridad moral respetada en todo el mundo. Como tal, no dudó en condenar el régimen de Robert Mugabe en Zimbabue, al calificar la crisis político-económica en este país como “un trágico fracaso de liderazgo”.


La historia de este libertador zimbabuense es tan desconsoladora como triste. Gobernó bien su país durante veinte años (1980-2000), hasta que, por estar demasiado tiempo en el cargo, se transformó, desde comienzos de este siglo, en un tirano de su pueblo y sepulturero de su economía.


El 29 de junio, o sea dos días después –la comisión electoral tardó un mes antes de dar los resultados de la primera vuelta celebrada el 29 de marzo– de la celebración de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, Mugabe consumó su farsa electoral jurando su cargo como presidente de Zimbabue.

Candidato único en unos comicios que no contaron con la participación de Morgan Tsvangirai, el aspirante del opositor Movimiento para el Cambio Democrático, Mugabe consiguió el 85,5 por ciento de los votos. Al término de este nuevo mandato de seis años, el autócrata tendrá 90 años.


El patético combate de Mugabe por no dejar el poder y las turbulencias dramáticas que seguirá infligiendo no sólo a su pueblo sino también a la región, y el descrédito que supone para los africanos nos lleva al tema que ya traté –Mundo Negro Nº 516–: los peligros e inconvenientes de la excesiva longevidad de nuestros mandatarios en el poder.


A base de elecciones amañadas, violencia contra los adversarios y reformas constitucionales, algunos dirigentes africanos no parecen dispuestos a renunciar a su poder. Consecuencia: de los 53 jefes de Estado que tiene actualmente África, 12 llevan más de 20 años gobernando, 2 son octogenarios y 14 han superado los 70 años. Algunos como los líderes de Gabón, Omar Bongo y de Libia, Muhamar El Gadafi, llevan respectivamente 40 y 38 años en el poder.


Muy pocos Estados africanos han tenido importantes evoluciones en cuanto a una apertura política. Salvo error u omisión, nueve países tienen una Constitución que no autoriza a su presidente gobernar más de dos mandatos consecutivos; y parecen decididos a respetar esta cláusula. Se trata de Botsuana, Benín, Cabo Verde, Malí, Sudáfrica, Nigeria, Ruanda, Santo Tomé y Príncipe, Mauritania.


Si no violan su “juramento”, algún día habría que inscribir a estos países pioneros en el Panteón de la democracia africana.


Mundo Negro

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