Monday, September 15, 2008

El camino de purificación de los neocatecumenales



Publicado el 12.09.2008

Ezequiel Collado) Transcurrido el quinquenio de aprobación ad experimentum (…) Tenida en cuenta la preciosa contribución -corroborada por numerosos obispos- que el Camino continúa aportando (…) Vista la instancia dirigida a este dicasterio por el señor Francisco José (Kiko) Gómez Argüello (…) Acogiendo favorablemente los cambios aportados a la redacción del Estatuto (…) Vistos los artículos 131 y 133 de la Constitución Apostólica (…), el Consejo Pontificio para los Laicos decreta la aprobación definitiva del Estatuto del Camino Neocatecumenal”.

De esta manera finaliza el Decreto del Consejo Pontificio para los Laicos, firmado por el cardenal Stanislaw Rylko el 11 de mayo de 2008, y entregado a los fundadores el 13 de junio. Hace casi seis años, el 29 de junio de 2002, recibía este “movimiento” de manos del cardenal Stafford el Estatuto ad experimentum. Concluido éste, se le ha concedido la aprobación definitiva.

¿Qué han supuesto esos casi seis años de experimento? Es difícil contestar, dado que absolutamente nada ha cambiado entre los neocatecumenales, nadie ha recibido de sus dirigentes aviso alguno de cambio. Hemos podido leer declaraciones como las del cardenal Francis Arinze del 16 de febrero de 2006, presidente de la Congregación para el Culto Divino, en las que señalaba con precisión lo que se exigía a los miembros del Camino acerca de la liturgia: seguir los libros litúrgicos, asistir al menos un domingo al mes a la misa parroquial, la homilía pronunciada por el sacerdote, cambio en dos años de la forma de comulgar usando la manera habitual, no proclamar ­sólo la anáfora segunda en la misa…

A la vista de estas correcciones que, al parecer, no se han cumplido (salvo en alguna comunidad, alguna vez por compromiso), se comprende que el núcleo de la realidad neocatecumenal es de tipo litúrgico. Éstas son, por lo tanto, comunidades sin compromiso (palabra que rechazan) alguno de otro tipo que el espiritualista y excluyente.


El propio Kiko Argüello ha dicho recientemente que el único cambio significativo introducido en el Estatuto del año 2002 se refiere a la liturgia, a la norma de recibir la comunión, un ligero cambio por el que la recibirán, como siempre, en su sitio, pero el Pan levantados y el Cáliz sentados como antes.

Puestos a pensar sólo un poco, se llega a las preguntas: ¿qué importancia puede tener esto; a quién le preocupa si comulgan sentados o levantados, en su sitio o acercándose al ­altar? ¿Y por qué han luchado hasta la extenuación por cosa de tan poca repercusión? ¿Tan inconvenientes les resultan las normas litúrgicas de la Santa Sede, que las han desobedecido sistemáticamente? Pues, ¿qué tipo de comunidades son? ¿Su pretensión es imponerse y aparecer como distintos a los demás?


Siempre, obediencia

El cardenal Stanislaw Rylko, que en la primera entrega del Estatuto, en el año 2002, era el secretario de este dicasterio y se batió con fuerza para que los neocatecumenales fueran como cualquier cristiano en la Iglesia, ha dejado expuestas tres perlas bien indicativas y que contestan a las interrogaciones anteriores. Les ha repetido lo que Juan Pablo II les decía siempre, y que Benedicto XVI, reitera: obediencia a los obispos, reconocimiento del papel del presbítero y fidelidad a los textos litúrgicos de la Iglesia.

Se puede leer en el titulado y articulado del Estatuto que el Camino Neocatecumenal se ofrece a los obispos y se desarrolla en las parroquias, que es una ayuda para los prelados en la maduración de la fe de los fieles y la integración plena en las parroquias.

Habría que explicar por qué tanta insistencia en obedecer y en la integración en la parroquia. En los primeros tiempos de estas comunidades, el obispo significaba bien poco en estos grupos, a donde se le invitaba o pedía que presidiera algunos actos o “pasos”. Más adelante, al hallar ciertas dificultades por encontrarse alejados del obispo, cuando no enfrentados, contemplaron la necesidad de acercarse a ellos, e incluso lo hicieron con patentes adulaciones a algunos. En no pocas ocasiones, y de no pocos prelados, se decía que eran obispos sin fe si no acogían sus pretensiones. En Roma lo saben y ésta es la razón de repetir la necesaria obediencia. Una de las pruebas del interés de Kiko Argüello en que tan numerosos obispos y cardenales acudan a los viajes y convivencias que les prepara en distintos lugares del mundo es poder, después, contar con ellos para sus proyectos. Últimamente conducen riadas de ellos a la Domus Galilaeae, en Israel. Y ellos asisten. Varias veces han logrado declaraciones a su favor, que el propio Argüello ha suscitado; la última, en abril de 2008, cuando 169 obispos y cardenales, invitados a reflexionar sobre la Nueva Evangelización, firmaron una declaración a favor del Camino Neocatecumenal (ver recuadro).

Claro que también han recibido advertencias serias de otros muchos obispos e, incluso, de conferencias episcopales, especialmente de países hispanoamericanos, pero también asiáticos, en desacuerdo con sus proyectos y sus acciones pastorales, tantas veces desintegradoras de parroquias y diócesis. En estos últimos meses lo hicieron los obispos de Tierra Santa, donde en pocos años se han asentado en la Domus Galilaeae y en algunas casas que han adquirido, sobre todo en Jerusalén, indicándoles que no formen grupos aparte de las parroquias y que celebren en ella una sola Eucaristía con todos los demás miembros de la misma.
La posición de los españoles ha sido más bien discreta hasta ahora, exceptuando la posición favorable de los cardenales de Madrid, Ángel Suquía y posteriormente Antonio María Rouco Varela.



Aspectos positivos


No cabe duda de que los aspectos positivos de estos grupos neocatecumenales son múltiples: gran estima de la Palabra de Dios, si bien, a veces, su interpretación es demasiado tradicionalista; fuerte sensibilidad eucarística (aunque en la celebración de sus misas excluyen a quienes no son neocatecumenales e, inclusive, no todos los neocatecumenales tienen acceso a las celebradas por las comunidades más adelantadas, cuando hasta en la iglesita más apartada, en el convento de monjas más retirado, a la hora de la eucaristía se abren siempre las puertas para que puedan participar todos); gran entrega a la evangelización por miembros de las comunidades y familias enteras en países lejanos y difíciles, con la prioridad de crear comunidades neocatecumenales; enorme unidad entre sí más habitual del distanciamiento de otras realidades eclesiales; absoluta obediencia al fundador y al Camino, cosa que les honra seguramente, y posición despectiva para con responsables de otros estamentos eclesiales; sincera dependencia del Camino y sus estamentos, por quienes se sienten verdaderamente salvados; y desconfianza de todo lo que no sea neocatecumenal.


Es cierto que el Neocatecumenado es una avanzadilla en la realidad actual de la Iglesia. Seguro que la fuerza del Espíritu en estos momentos en que la Iglesia les da un Estatuto hará que este movimiento purifique cuanto puede deberse a la búsqueda de su lugar en la Iglesia, ahora esclarecido. Puede muy bien ser el momento en que el Neocatecumenado no esté pendiente de continuas conmociones para sentir que se encuentra vivo, sino que desde la humildad, sencillez, igualdad y unidad eclesial, ofrezca un sincero testimonio, lejos de añorar otros reconocimientos que los aprobados en el Estatuto. Lo necesitamos todos cuantos nos hallamos en este campo del testimonio cristiano al mundo y pasamos con frecuencia cerca del Camino Neocatecumenal.
También habló el cardenal Rylko del reconocimiento del papel del presbítero. Este punto tuvo mucha trascendencia hace años, pues a los presbíteros, cuando la mayoría provenían del clero diocesano, apenas se les concedía espacio para pronunciar sus homilías y no tomaban ninguna decisión en la marcha de la comunidad. Ahora, al proceder en su mayoría de sus propios seminarios Redemptoris Mater, los sacerdotes tienen la última palabra en todo.



Fidelidad a la liturgia

La tercera advertencia de Rylko ha sido sobre la “fidelidad a los libros litúrgicos de la Iglesia”. Argüello ha confeccionado una especie de rituales para las ceremonias específicas del Neocatecumenado, ha puesto música a la anáfora eucarística segunda, por lo que es la que se recita y canta en las misas neocatecumenales. Incluso por alguno de los “mamotretos” de hace años aparece una anáfora redactada por Kiko, y no recitada por oponerse a ello la también fundadora Carmen Hernández.


Día de alegría en la Iglesia, se ha repetido, con el definitivo Estatuto de este movimiento o comunidades. Lo es siempre que la vida de la Iglesia se ve enriquecida por el reconocimiento de un nuevo carisma, aunque, como éste, haya ido acompañado de polémicas. Dios, por medio de personas y acontecimientos, envía su gracia.

Día también de descanso para el Consejo Pontificio de los Laicos. Para el cardenal Rylko, para el Papa… ¿ Por qué? Porque con esta aprobación se desactivan tensiones, presiones y deseos de ocupar lugares privilegiados. El Estatuto del Camino Neocatecumenal, en sus títulos y artículos, está tomado de una carta “Ogniqualvolta“, ad personam del cardenal Sttafford, presidente entonces del Consejo para los Laicos, del 30 de junio de 1990, dirigida a los neocatecumenales y firmada por Juan Pablo II a petición de Argüello, y sacada de las propias ideas del fundador del Camino. En ella, el Pontífice ponía en orden y matizaba los pensamientos de Kiko Argüello.
Durante años ha sido como un lugar de referencia. Y, cuando a partir de 1995, Argüello pidió Estatutos a la Santa Sede, aconsejado por el arzobispo de Madrid, Rouco Varela, en el Consejo Pontificio para los Laicos, vistas las exigencias del fundador del Neocatecumenado y tras presiones amparadas por ciertos purpurados después de algunos forcejeos de Kiko (incluso con el cardenal Raztinger, prefecto de la Doctrina de la Fe, y con su Dicasterio), tuvieron en cuenta la dura carta manuscrita de Juan Pablo II, pidiéndoles obediencia al Consejo Pontificio para los Laicos, y este Consejo determinó basar el Estatuto en dicha carta de agosto de 1990.
Éste es el Estatuto Neocatecumenal, proceso bastante polémico, muy significativo y todo él contado detalladamente en una publicación que ahora un periodista califica de libro de “purificación” del Camino.

¿Qué se ha pretendido desde Roma? ¿Poner al Camino en su sitio, situarle en un lugar debidamente acotado, dar por finalizadas las constantes presiones, el deseo de Argüello de dejar su fundación en un lugar dominante?

El contenido del texto del Estatuto indica sencillamente que la Iglesia considera que el Camino Neocatecumenal ha dado muestras de lo que es y así se establece y aprueba definitivamente, tras lo cual esta nueva familia en la Iglesia está convocada a ser un medio de evangelización y testimonio ­como los demás. Sólo desde aquí el Neocatecumenado podrá ser una gran contribución a la misión de la Iglesia.

DECLARACIÓN EPISCOPAL

“Nosotros, nueve cardenales y 160 arzobispos y obispos de Europa, nos hemos reunido en convivencia en la Domus Galilaeae durante la octava de Pascua para reflexionar sobre la nueva evangelización desde el mismo lugar donde Jesús proclamó las Bienaventuranzas y desde donde envió a los apóstoles para la Misión Universal.

Nosotros, obispos, reconocemos con gratitud que, entre las muchas gracias que el Espíritu Santo ha concedido a su Iglesia en nuestros tiempos, el Camino Neocatecumenal representa, con su itinerario de formación cristiana, un carisma poderoso que refuerza el impulso misionero que nace de la regeneración bautismal y que da una respuesta a la dramática situación de la descristianización de Europa.

Declaramos que el futuro del Camino Neocatecumenal dependerá en gran medida del amor paterno con el que nosotros obispos acojamos este carisma, acompañemos de cerca a los seminarios Redemptoris Mater y animemos a las tan preciosas familias de las comunidades neocatecumenales, integrándolas todavía más en la vida de las iglesias locales”.

1 de abril de 2008, Domus Galilaeae, Jerusalén
VIDA NUEVA

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