Saturday, September 13, 2008

El Papa Benedicto XVI supera sus distancias con la Iglesia en Francia


(Juan Rubio. Director de Vida Nueva. Enviado especial a París) El reto no era la sociedad política, intelectual, librepensadora, agnóstica y laica de Francia. El reto principal del Papa era la propia Iglesia francesa, con resabios aún de cierto “galicismo” que algunos se empeñan en ver cada vez que alguien disiente. La Iglesia francesa atraviesa especiales dificultades, según declaró hace unos días el cardenal de París, pero no quiere decir que esté muerta. El Papa tenía esta espina, mayor aún para alguien que se considera “francófono y francófilo” y que encontraba una Iglesia molesta por una viejas declaraciones en su etapa como responsable de la Congregación para la Doctrina de la Fe cuando en sendas visitas a Lyon y París arremetió con la forma y el fondo del entonces catecismo francés en vigor, el famoso texto “Pierre Vivant”.

Igualmente molestaron las declaraciones sobre la necesidad de “renacimiento” en la Iglesia francesa , hechas a Victorio Mesori y que motivaron una respuesta clarificadora del cardenal Danielou advirtiendo que ese “renacimiento” no podría entenderse como “involución”. Particularmente han molestado las recientes actuaciones con los tradicionalistas de Marcel Lefebvre, el ex obispo cuya fractura con la Iglesia supuso una profunda división y dolor entre los católicos franceses. Pese a que se considera discípulo de los grandes teólogos franceses del Vaticano II, Congar, Danielou o Chenu, el Papa Benedicto XVI no ha sido santo de la devoción de los cristianos franceses, como quedó de manifiesto tras su elección como sucesor de Pedro, siendo al prensa francesa una de las más contestatarias al perfil del nuevo Papa. La espina ha podido sacársela en esta visita que lo ha reconciliado con los franceses. Ha valido la pena, aunque ciertos aspectos de la liturgia aún no hayan sido asumidos del todo por los cristianos galos, tan sensibles al ámbito de la liturgia.
El Papa se va contento de París. Se ha encontrado con un discurso que propicia un nuevo entendimiento, el del presidente de la República francesa, Nicolás Sarkozy, un hombre importante en el hacer político europeo. Por otro lado, ha podido conversar con el mundo de la cultura que lo ha escuchado con interés y aplauso, poniendo a Dios en el centro del discurso y su necesidad de Él. No ha dejado indiferentes a los judíos, a los musulmanes, ofreciéndose a ellos para seguir buscando la paz del mundo, convencido de la importancia de la religión en el nuevo milenio. Les ha hablado a los jóvenes de su compromiso con la Iglesia y ha animado a los consagrados. La prensa del día ha sido generosa con el Papa. Benedicto XVI ha hecho bien los deberes y se ha sacado una espina con los franceses.

Los jóvenes han ocupado la atención del Pontífice en esta jornada de sábado, memoria litúrgica de san Juan Crisóstomo. Durante la homilía celebrada esta mañana en París, les ha invitado a no dejar sin respuesta la llamada de Cristo y les ha animado a no seguir a los ídolos. Lo ha dicho en una iglesia en la que uno de los principales problemas está siendo el de la escasez de vocaciones. “Ha sido un mensaje claro, una invitación a estar en el mundo sin dejarse diluir el mundo” ha dicho uno de los mayores entusiastas de la visita, el académico, escritor y ex comunista, Max Gallo. Una liturgia sobria y sencilla, organizada por el párroco de San Francisco Javier de París, que ha tenido que salir al paso de las críticas que lo acusaban de haber ofrecido la organización a los tradicionalistas de Lefevre. La ceremonia ha transcurrido con normalidad, aunque ha habido malestar por el hecho de que el Papa haya dado la comunión en la boca y de rodillas a los elegidos para comulgar de sus manos. Este gesto no ha gustado en una celebración en la que los sacerdotes y ministros extraordinarios de la comunión repartidos por el lugar de la celebración lo hacían de pie y en las manos. En un país que ha sufrido tanto por las divisiones litúrgicas, este gesto no ha caído en saco roto. El organizador ha salido al paso diciendo que la celebración se ha preparado en diálogo permanente con Roma, concretamente con Marini, encargado de la liturgia papal.

Más de 200.000 personas

La explanada de Les Invalides, el espléndido edificio barroco mandado construir por el Rey Sol para los lisiados de guerra sin hogar y que sirvió de hospital tras las dos guerras europeas, ha sido el escenario elegido para el acto central del Papa en París. Una gran cantidad de personas, que algunos se atreven a cifrar en 200.000, entre ellos a la mayoría jóvenes, se han dado cita para la celebración eucarística presidida por un Benedicto XVI al que se le ve satisfecho y sereno tras su primera prueba de fuego en la visita al país europeo, laico por excelencia, pero profundamente religioso en su historia y en muchas de sus manifestaciones, si bien inmerso en un proceso de secularización peligroso. Un inmenso pero sencillo altar con la frase “Allons a la source de la vie” (Vamos a la fuente de la vida) ante el que se levantaban 12 olivos, símbolo de paz muy repetido en el viaje, y la imagen de la Virgen que los jóvenes transportaron en procesión en la vigila de la luz de la noche anterior desde Notre Dame. Jóvenes, muchos jóvenes que han querido responder en la persona de Benedicto XVI a aquella pregunta que ya hiciera con energía Juan Pablo II en su visita a la Unesco en 1980 “¿Francia, ¿ Eres fiel a las promesas de tu bautismo?” La respuesta masiva y afirmativa al Papa por parte de los jóvenes, los grandes protagonistas de la madrugada y de la jornada de hoy.

El Santo Padre les ha dicho que para encontrar a Dios “san Pablo nos invita a usar no solamente nuestra razón, sino sobre todo nuestra fe para descubrirlo”. Y ha seguido en el tono propositivo al que nos tiene acostumbrados: “permitidme hacer un llamamiento, esperanzado en la fe y en la generosidad de los jóvenes que se plantean la cuestión de la vocación religiosa o sacerdotal: ¡No tengáis miedo! ¡No tengáis miedo de dar la vida a Cristo! Nada sustituirá jamás el ministerio de los sacerdotes en el corazón de la Iglesia(….) La esperanza seguirá siempre la más fuerte( …) A todos los hombres de buena voluntad que me escuchan les repito las palabras de san Pablo: ‘Huid del culto de los ídolos, no dejéis de hacer el bien’”

Usando texto de san Juan Crisóstomo, cuya memoria litúrgica celebra la Iglesia, expuso trozos de su Tratado sobre el Sacerdocio y alentó a los jóvenes presentes a no ir tras los ídolos: “Este llamamiento a huir de los ídolos sigue siendo válido también hoy. ¿Acaso nuestro mundo contemporáneo no crea sus propios ídolos? ¿No imita, quizás sin saberlo, a los paganos de la antigüedad, desviando al hombre de su verdadero fin de vivir por siempre con Dios? Ésta es una cuestión que todo hombre honesto consigo mismo se plantea un día u otro. ¿Qué es lo que importa en mi vida? ¿Qué debo poner en primer lugar? La palabra ‘ídolo’ viene del griego y significa ‘imagen’, ‘figura’, ‘representación’, pero también ‘espectro’, ‘fantasma’, ‘vana apariencia’. El ídolo es un señuelo, pues desvía a quien le sirve de la realidad para encadenarlo al reino de la apariencia. Ahora bien, ¿no es ésta una tentación propia de nuestra época, la única sobre la que podemos actuar de forma eficaz? Es la tentación de idolatrar un pasado que ya no existe, olvidando sus carencias, o un futuro que aún no existe, creyendo que el ser humano hará”.
Vida Nueva

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