Esta es la historia de un cooperante italiano secuestrado en Gaza y asesinado por un grupo islamista radical.
Un joven valiente y comprometido por la justicia, los derechos humanos y con ese tipo de causas humanitarias que hacen que no perdamos la esperanza en este mundo. Le han arrebatado la vida por intentar dársela a otros que viven como muertos. Pasará el tiempo y como casi siempre surgirá el debate de cómo perdonar y de cómo seguir para adelante después del horror y el sin sentido.
Vayan en homenaje estas palabras escritas -a modo de testamento espiritual- por el P. Christian, raptado y torturado con su comunidad religiosa en Argelia (1996):
(…) “Desearía llegado el momento, tener ese instante de lucidez
que me permita pedir el perdón de Dios
y el de mis hermanos los hombres,
y perdonar, al mismo tiempo, de todo corazón, a quien me hubiera herido” (…)
Vittorio seguro que en su corazón había perdonado a su verdugo. Se cuentan con los dedos de la mano los que lo suelen hacer. Al final en la cruda realidad, sigue la pregunta de cuántas veces tendremos que perdonar al que nos ofende y mata. Con un nudo en la garganta y la hiel en los labios los hombres de verdad lo saben: Incomprensiblemente hasta setenta veces siete.
Gerarsj
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