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Sunday, May 01, 2011
¡Dichoso tú, amado Papa Juan Pablo, porque has creído!
Las claves de la homilía del Papa teólogo y amigo del nuevo beato
Es beato por su fe, "fuerte y generosa, apostólica"
(José Manuel Vidal, Roma).- Corta, emotiva y profunda, la homilía de Benedicto XVI en la fiesta de la fe de la beatificación de su predecesor y "amigo" Juan Pablo II. Una homilía que conjuga perfectamente las claves teológicas del evento con una buena dosis de cercanía y afecto personal hacia el Papa al que el entonces cardenal Ratzinger sirvió, con dedicación, durante 23 años. La homilía del Papa sabio a su amigo el Papa peregrino y ya Magno.
Benedicto XVI comenzó su homilía nucleándolo en torno a las bienaventuranzas, que son como la Constitución del Reino de Dios, glosando alguna de ellas. Por ejemplo, la que dice: "Dichosos los que crean sin haber visto" (Jn 20, 29). Porque el papa Ratzinger quiere dejar bien claro que el acceso de Wojtyla a los altares no se debe a favor o privilegio alguno. Juan Pablo II es beato por su fe, "fuerte y generosa, apostólica", no por su carisma ni por sus viajes ni por sus muchas virtudes humanas. Por su fe y por su amor a María, expresado en su lema: "Totus tuus".
Un santo por los méritos de su fe y un Papa vinculado, por experiencia vital y por eclesiología, al Concilio Vaticano II. Benedicto XVI quiso echar por tierra, en su homilía en honor de su predecesor, el cliché extendido sobre la involución preconciliar a la que el Papa Wojtyla habría conducido a la Iglesia católica. No sólo no se opuso a él ni lo desactivo, sino que lo llevó a su culminación y hasta se acordó de él y dió gracias por él en su testamento.
Con el bagaje del Concilio, Wojtyla se convirtió, según Benedicto XVI, en una "Roca" para la Iglesia, a la que lanzó hacia el futuro con su célebre grito: "Abrid las puertas a Cristo". Algo que, según Ratzinger, no sólo pidió a los demás, sino que lo cumplió él mismo, abriendo a Cristo "la sociedad, la cultura, los sistemas políticos y económicos". Con esa actitud recuperó el orgullo de ser católicos hoy. "Ayudó a los cristianos de todo el mundo a no tener miedo de llamarse cristianos".
Para el Papa Ratzinger, Wojtyla consiguió quizás lo más difícil todavía al extraer del marxismo, que tan bien conocía, su "carga de esperanza", insuflarla a la Iglesia y catapultarla, así, con la fuerza de esa virtud energética, hacia el futuro.
Por último, el Papa no quiso esquivar los aspectos más personales e íntimos de su relación con su predecesor. En un gesto poco habitual en un Papa, Benedicto se confesó públicamente su amigo del alma. "Durante 23 años pude estar cerca de él y venerar cada vez más su persona".
Desde este conocimiento, el Papa Ratzinger concluyó haciendo el retrato, somero pero profundo, de las virtudes de su predecesor: profundidad espiritual, capacidad de oración, testimonio en el sufrimiento y humildad. Por eso, concluyó: "¡Dichoso tú, amado Papa Juan Pablo, porque has creído! Te rogamos que continúes sosteniendo desde el Cielo la fe del Pueblo de Dios. Amén".
RD
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