Friday, May 27, 2011

Osama bin Laden

No me ha alegrado la muerte de Osama bin Laden. Desde luego que era un criminal universal, pero la muerte de alguien no es motivo de alegría, y desde luego su muerte no es el fin de la violencia, y quizá la aumente. Dice un proverbio indio: “La venganza no se acalla con la venganza sino con la no venganza.” La venganza crece en espiral y se hace permanente. El árabe le cuenta a su amigo: “Mi enemigo me hizo daño hace tiempo. Yo he esperado treinta años, y me he tomado ahora la venganza.” Su amigo le contesta: “¿Y por qué has tenido tanta prisa?” La venganza no acaba nunca y aumenta a cada venganza. La venganza solo acaba con la no venganza.

La revista VIDA NUEVA editorializa: “El Vaticano ha pedido no celebrar la muerte de Bin Laden. El director de la Oficina de Prensa vaticana, Federico Lombardi, declaró: Frente a la muerte de un hombre, un cristiano no se alegra nunca.”

El semanal católico inglés THE TABLET editorializa: “Los americanos reclaman que ‘la justicia le ha alcanzado a Osama bin Laden’, pero visto de otra manera más parece una venganza. Él estaba desarmado, le dispararon a bocajarro, un tiro en la cabeza. No hay indicio ninguno de que se hiciera ningún intento para arrestarlo. El escuadrón de fuerzas especiales americanas estaba en terreno paquistaní sin permiso del gobierno soberano. Tampoco tenía autoridad ni del sistema legal americano ni de las Naciones Unidas para llevar a cabo lo que en realidad era una ejecución, sin juicio ni sentencia.

Una tal invasión militar es contra el derecho internacional; el asesinato político es ilegal en el derecho americano. Sin embargo casi nadie en los Estados Unidos ha confesado tener remordimientos de conciencia acerca de la moralidad o legitimidad del ataque a la mansión fortificada de Abbottabad, una ciudad cercana a la capital y a cierta distancia de la frontera afgana por la cual, pocos años antes, Osama bin Laden había huido cuando sus perseguidores se le acercaron demasiado.

Esta reacción parece confirmar lo que en América se llama ‘excepcionalismo’, es decir, la doctrina según la cual ese país ocupa un lugar providencial en el mundo para llevar a cabo los planes de Dios, que lo libera de las restricciones que limitan la conducta de otras naciones.”

Hasta aquí la cita de la revista católica. Ahora me vais a permitir soñar un sueño. El Presidente de los Estados Unidos da la orden de capturar y traer a Osama bin Laden vivo o muerto. Las fuerzas especiales lo capturan vivo como bien pudieron haberlo hecho en esta ocasión al encontrarlo desarmado. Lo llevan a los Estados Unidos. Lo juzgan. El tribunal civil lo condena a muerte. Entonces el Presidente de los Estados Unidos, con el poder que le da la ley, le perdona la vida y lo deja libre para volver en seguridad entre los suyos. ¿Cómo reaccionaría en la hipótesis de ese sueño el mundo entero, el mundo cristiano, el mundo árabe, el propio Osama bin Laden?

Repito que es un sueño, pero sería el fin de esta venganza. Parábola del Reino. La venganza no acaba con la venganza sino con la no venganza. Seguimos en violencia.

Carlos Vallés sj

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