Voy a traducir resumiendo otra carta de Joan Chittister que ha aparecido en el National Catholic Reporter y que como todo lo que escribe esta mujer está lleno de sabiduría y sentido común. Trata de un tema que está siendo muy discutido en los EEUU y en Australia (el obispo de la diócesis de Toowoomba en Australia, William M.Morris, ha sido cesado de su cargo por pedir la ordenación femenina ya que sus comunidades no tienen sacerdotes suficientes) y que son las manifestaciones de religiosos y obispos a favor de la ordenación de las mujeres y las condenas fulminantes de Roma.
Empieza Chittister comentando que el Talmud judío cuando interpreta las leyes no lo hace dependiendo de los votos de la mayoría sino que adopta las conclusiones a las que han llegado los rabinos de un momento histórico. Sin embargo, también recoge lo que opina la minoría, porque admiten que puede haber distintas visiones sobre un tema.
Nosotros por el contrario nos movemos con certezas y consideramos que “a lo mejor”, “puede” y “por ahora” son palabras equívocas. Tenemos respuestas eternas para todas las demandas futuras desde hoy, por lo que ¿Para qué preservar opiniones distintas? Porque, podríamos contestar, cuando pasa el tiempo podemos caer en la cuenta que la opinión rechazada podía ser la cierta.¡Peligrosa manera de pensar la de estos judíos!
Pero no es menos peligrosa que el absolutismo que hace herejes en todas las edades para declararlos mártires siglos más tarde. Como Lutero, Galileo o Teilhard de Chardin. Lutero y sus seguidores fueron declarados apóstatas durante siglos antes que el Vaticano II aceptara la verdad de sus preocupaciones teológicas. Galileo vivió arrestado en su casa durante todo el resto de su vida porque se atrevió a decir que la tierra daba vueltas alrededor del sol. Chardin fue exilado de su comunidad de jesuitas por sus investigaciones sobre la tierra y sus conclusiones sobre la evolución. Mary Ward fue relegada al olvido por declarar que las mujeres tenían derecho a crear otra forma religiosa de vida. Son los nombres de personas que vieron otra pieza de la verdad y que pagaron un terrible precio por defenderla.
Y hoy estamos sumidos en un proceso semejante. Se está cuestionando a un sacerdote de Maryknoll, Fr. Roy Bourgeois, por el crimen de cuestionar el papel de las mujeres en la Iglesia y su castigo es ser expulsado de su orden. Pero no nos fijemos en el crimen porque Luther King que denunció las leyes de la segregación, Gandhi el control colonial de la India, Deitrich Bonhoeffer que denunció el nazismo, Franz Jaegerstatter que denunció la guerra y Dorothy Day que denunció la opresión de las mujeres, supieron que defender una verdad distinta de la oficial convierte a la persona que lo hace, en fácil presa de los legisladores, aunque estén en el error. Las tomas de postura tienen consecuencias, todos lo sabemos.
Este hecho no nos sorprende lo que si lo hace, es la naturaleza de la pena que se impone. A Roy Bourgeois le ha supuesto tener que abandonar su comunidad tras 40 años de entrega y servicio, 40 años de ser un testigo digno de la historia de Maryknoll, 40 años de pobreza, castidad y obediencia a sus superiores. Tiene que abandonar su orden sin dinero, sin familia y si pensión ¿por qué?
Bourgeois difiere de las opiniones del Vaticano y de sus leyes y no de su comunidad y sus constituciones. Las leyes que prohíben a las mujeres el acceso al orden sacerdotal no son leyes de su comunidad religiosa.
Entonces si el problema está en el Vaticano ¿Por qué la comunidad de Maryknoll le expulsa? ¿Qué mensaje manda esa expulsión sobre la integridad de la comunidad, sobre su carisma y sobre sus compromisos en general?
Pertenecer a una orden religiosa está definido por las estructuras de la congregación. ¿Son religiosos los que han dado su vida para las necesidades y obras de la orden, hecho votos públicos para sellar las relaciones entre hermanos y trabajado dentro del carisma de la congregación para estar a merced a presiones que vienen de fuera? ¿Qué nivel profético tiene esa comunidad?
Si el Vaticano se siente obligado a castigar a los que preguntan sobre temas actuales de práctica eclesial, como hizo Lutero sobre la costumbre de vender reliquias y contecer indulgencias, está en su perfecto derecho de suspender las facultades litúrgicas de un sacerdote o limitarlas. Pero ¿qué tiene eso que ver con su entrega a la vida religiosa?
Después de todo, el Vaticano no expulsó a los sacerdotes pedófilos, ni a los obispos del sacerdocio por haber violado a niños. En algunos casos, más bien, los protegió repetidamente e incluso se opuso a relegarlos al estado civil. Y parece que lo sigue haciendo (se refiere a varias decenas de sacerdotes pedófilos que han continuado ejerciendo hasta hoy en la diócesis de Filadelfia lo que ha creado un nuevo gran escándalo). Parece como si sólo los temas que atañen a las mujeres son causa de expulsión.
En realidad las comunidades religiosas tampoco expulsaron a los pedófilos de sus filas. A veces los colocaron en lugares donde podían seguir siendo un peligro para los niños y para ellos mismos pero estas comunidades mantuvieron sus compromisos perpetuos con estos hombres, trataron de vigilar su comportamiento y les dieron oportunidad de recuperarse dentro de la comunidad.
La Iglesia echó a la hermana de la Caridad S.Agnes Mary Mansour de su congregación sin el conocimiento o el permiso de sus superioras, porque dirigía un programa que pasaba fondos a algunas asociaciones que permitían abortos legales. Pero las hermanas se negaron a obedecer la orden. La hermana Mansour continuó sus relaciones con la orden, se retiró a la enfermería años después, donde murió siendo enterrada en el cementerio de la congregación.
Para los religiosos nuestras congregaciones son nuestra familia. Muchos de nosotros tenemos compañeros que han traspasado las líneas de nuestra cultura y muchos hemos tenido que responder a esta situación. “María, le dijo el viejo judío a su esposa, aquí tienes a tus hijos. Cualquier cosa que hagan, cualquier sitio al que vayan, esta será siempre su casa. No los abandonaré por ninguna causa”
Desde donde estoy, esta lección sobre la familia es algo que las órdenes religiosas y la Iglesia deben aprender. Y en la medida que tratamos el tema es bueno que volvamos al Talmud. Puede que Roy esté dando el punto de vista de una minoría (pero que crece a pasos agigantados como la revolución siria, algo que añado yo de mi cosecha) que puede resultar que sea la verdad dentro de unos años. Mientras tanto, sería bueno que tuviéramos respeto para aquellos que dentro de nuestras filas ven más lejos y mejor las implicaciones revolucionarias del Evangelio
Isabel Gómez Acebo
Cajón de Ilusiones
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