Los lefebvrianos de Madrid denuncian que en Roma mandan los "falsos profetas"
La Fraternidad de San Pío X evita hacer oficial su nueva ruptura con Roma para respetar los plazos
(Jesús Bastante).- "La Iglesia oficial languidece, ha abandonado la doctrina de Cristo, postulándose como socia del mundo ateo". El padre Izaguirre, sacerdote de la Fraternidad de San Pío X, dirige la Eucaristía que este domingo se ha celebrado en la parroquia que esta congregación sostiene junto a la Avenida de Barcelona, en Madrid.
Una misa muy frecuentada -más de un centenar de personas, los hombres bien vestidos, las mujeres tocadas con una pequeña mantilla en la cabeza-, que cumplió con todos los cánones de la ortodoxia. La celebración de espaldas al pueblo, los cantos y las oraciones en latín -a excepción de las lecturas y la homilía-, la consagración impregnada de misticismo y la comunión de rodillas y en absoluto silencio. Nada de ofertorio, participación de algún fiel en la lectura o la entrega de la comunión, no hubo peticiones ni se compartió la paz.
Tampoco hubo, como se esperaban, unpronunciamiento oficial anunciando el "no" de los lefebvrianos a la última propuesta de Roma. Sí se dijo en la reunión del día anterior, aunque finalmente, según conirmaron a RD miembros de la congregación, se optó por esperar a que la Santa Sede reciba la respuesta y el superior de la congregación, Bernard Fellay, hable en público.
Lo que sí se dio fue una homilía cargada de intenciones, en la que el padre Izaguirre denunció a los "falsos profetas" que, desde la Iglesia oficial, anuncian "una doctrina que no pertenece a la de Cristo" y que "nos rodean por todas partes". "En nuestro tiempo, se da una persecución de voces también desde el interior de la Iglesia". Unas voces, "dentro de las altas jerarquías, que sostienen doctrinas opuesta a la doctrina perenne de la Iglesia".
"En la gravísima crisis conciliar, mayor aún que las dos guerras mundiales -continuó el padre Izaguirre-, la crisis de la Iglesia afecta a todos sus estamentos y a la propia doctrina". En este punto, el sacerdote reivindicó la labor de su fundador, Marcel Lefebvre, a quien "Dios le sugirió crear la hermandad, como árbol del Señor, para dar frutos firmes".
El actual es, para los lefebvrianos, "un tiempo de crisis, de depuración", en la que la Iglesia romana "se ha postulado como socia del mundo ateo". Toda una declaración de intenciones ante el "no" a la aceptación del Concilio Vaticano II, condición indispensable para que la hermandad regresara a Roma y pusiera fin al último gran cisma de la Iglesia católica.
RD
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