LOS PROFESIONALES
Mi vida religiosa ha estado enteramente en manos de profesionales. Si yo quiero aprender a orar, acudo a un director espiritual; si deseo descubrir la voluntad de Dios con respecto a mi, acudo a un retiro dirigido por un experto; para entender la Biblia recurro a un escriturista; para saber si he pecado o no, me dirijo a un moralista; y para que se me perdonen los pecados tengo que echar mano de un sacerdote.
El rey de unas islas del Pacífico Sur
daba un banquete en honor de un
distinguido huésped occidental.
Cuando llegó el momento de pronunciar los
elogios del huésped, Su Majestad siguió
sentado en el suelo mientras un orador
profesional, especialmente designado al
efecto, se excedía en sus adulaciones.
Tras el elocuente panegírico, el huésped
se levantó para decir unas palabras de
agradecimiento al rey. Pero Su Majestad
le retuvo suavemente: "No se levante, por
favor", le dijo. "Ya he encargado a un
orador que hable por usted. En nuestra isla
pensamos que el hablar en público no debe
estar en manos de aficionados".
Yo me pregunto: ¿no preferiría Dios que yo fuera más "aficionado" en mi relación con Él?
Anthony de Mello S.J.
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